Caputo extiende el festejo: BCRA "blindó" otra vez las reservas, a la espera del megapréstamo de EE.UU.

El dólar minorista cayó $45 y el mayorista también cedió, para alejarse del techo de la banda. El BCRA no vendió reservas por segunda rueda consecutiva
El Gobierno tuvo otra jornada eufórica. Además del contundente respaldo de Donald Trump tras reunirse con Javier Milei en Nueva York y a la espera del megapréstamo de EE.UU., las acciones volvieron a subir con fuerza y el dólar cayó. Además, el Banco Central sumó la segunda jornada consecutiva sin intervenir, luego de desprenderse de u$s1.100 millones la semana pasada.
La señal de Estados Unidos, sumado a la quita temporal de retenciones al agro hasta fines de octubre, se conjugaron para cambiar el humor del mercado y permitirle al BCRA no perder más divisas. La entidad informó, como lo hace habitualmente, que no tuvo intervención en el mercado cambiario este martes y que las reservas brutas cerraron en u$s39.176 millones.

En ese marco, el dólar minorista cerró este martes 23 de septiembre con una baja de $45, en $1.385, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negocia con tendencia bajista, en $1358, alejándose del límite superior de la banda de fluctuación. En el segmento informal, el dólar blue se vende con una baja de sesenta y cinco pesos, en $1.410. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación cae 4,4% a $1374, mientras que el MEP pierde 4,3%, en $1.367.
El mercado cambiario argentino atraviesa un período de inusual calma tras semanas de alta tensión en torno al techo de la banda cambiaria. La dinámica reciente combina factores de política local y respaldo externo que impactaron directamente sobre la cotización del dólar.
Por un lado, el Gobierno decidió eliminar temporalmente las retenciones a las exportaciones de granos, con el objetivo de incentivar liquidaciones aceleradas en la previa electoral. Por otro, el país recibió un fuerte apoyo de Estados Unidos, que modificó las expectativas de financiamiento y alivió la presión cambiaria de corto plazo.
La combinación de ambas medidas alteró el equilibrio de la oferta y la demanda de divisas en un momento en el que los exportadores habían retrasado ventas y los importadores adelantando compras, generando tensiones sobre las reservas del Banco Central. La baja de retenciones tiene como horizonte el 31 de octubre o hasta que las ventas externas registren un máximo de u$s7.000 millones. Además, la norma redujo a tres días hábiles el plazo para liquidar el 95% de los dólares comprometidos, lo que obliga a acelerar el flujo de divisas.
El impacto de estas medidas se potencia con el factor externo: el apoyo financiero del gobierno estadounidense. Esa señal no solo refuerza la confianza en la disponibilidad de dólares, sino que también reduce las proyecciones de compras de reservas por parte del Banco Central y del Tesoro en el período posterior a octubre. La expectativa de menor presión sobre el tipo de cambio fue clave para explicar la baja reciente en las cotizaciones, que encontró en el respaldo internacional un catalizador aún más poderoso que la eliminación de retenciones en sí misma.
Una apuesta por el ancla cambiaria
Desde Max Capital remarcaron que la eliminación temporal de las retenciones responde a la decisión oficial de priorizar el ancla cambiaria por encima del equilibrio fiscal. Según sus proyecciones, las ventas de dólares que antes se estimaban en un rango de entre u$s 6.000 y u$s 8.000 millones hasta las elecciones, ahora podrían reducirse a un nivel más acotado de entre u$s 1.000 y u$s 4.000 millones, dependiendo del éxito de la medida. Esto significa una desaceleración significativa de la pérdida de reservas, que incluso podría llegar a detenerse si las liquidaciones se concretan en la magnitud esperada.
Los especialistas de la sociedad de bolsa explicaron que el Gobierno busca ganar tiempo en un contexto de fuerte tensión cambiaria. La medida puede generar un alivio inmediato, pero lo hace a costa de resignar ingresos fiscales. En consecuencia, el efecto positivo en la oferta de divisas tiene como contrapartida un debilitamiento del ancla fiscal, lo que proyecta nuevos desafíos hacia fin de año.
El análisis de Max Capital enfatizó que, aunque el flujo de dólares se verá reforzado en el corto plazo, los últimos meses del año quedarán expuestos a una caída abrupta de ingresos por exportaciones. Esto se debe a que gran parte de las ventas que habrían ocurrido en noviembre y diciembre se adelantarán durante el período de baja de retenciones. El riesgo, por lo tanto, es que la tensión cambiaria se postergue en lugar de resolverse estructuralmente.
Los analistas señalaron que el Gobierno parece confiar en dos pilares para enfrentar ese futuro escenario: un resultado electoral favorable y eventuales ingresos externos adicionales. En ese sentido, el apoyo financiero de Estados Unidos refuerza la apuesta oficial de que la calma cambiaria se extienda al menos hasta el final del proceso electoral.
La relevancia del respaldo estadounidense
Para PPI, la baja reciente del dólar está más vinculada al fuerte apoyo financiero de Estados Unidos que a la eliminación de retenciones en sí misma. Los expertos señalaron que, si bien la medida local puede acelerar liquidaciones por entre u$s 3.000 y u$s 6.000 millones en seis semanas, el verdadero cambio de expectativas provino del respaldo externo, que garantiza que las necesidades de financiamiento estarán cubiertas.
Los especialistas del bróker destacaron que, con este apoyo, el mercado descuenta que a partir del 26 de octubre las compras de reservas en el mercado cambiario podrían ser significativamente menores. Tanto el Banco Central como el Tesoro enfrentarán menos presión para absorber divisas, lo que anticipa un escenario de menor tensión cambiaria. Esta percepción explica gran parte de la baja reciente en las cotizaciones.
Desde PPI remarcaron que, aunque la eliminación temporal de retenciones sea un factor relevante, lo determinante sigue siendo la interacción entre oferta y demanda de pesos. El interrogante clave es si los productores y exportadores que reciben pesos por sus ventas decidirán mantenerlos en moneda local o buscarán cobertura en dólares. La experiencia reciente demuestra que la dolarización de excedentes es una tendencia persistente, lo que limita el alcance estabilizador de cualquier medida transitoria.
En este sentido, los analistas recordaron que entre junio y julio el agro liquidó u$s 9.100 millones y, aun así, el tipo de cambio subió 13,1% en el período. Al mismo tiempo, la formación de activos externos alcanzó u$s 7.100 millones, mostrando que la demanda de divisas sigue siendo un factor estructural. Por eso, sostienen que el cambio de expectativas generado por el respaldo estadounidense es lo que realmente explica la calma cambiaria.
Oferta del agro y la dolarización de carteras
Los expertos de ambas sociedades de bolsa coinciden en que el agro será protagonista en esta etapa. La reducción de retenciones y el acortamiento de los plazos de liquidación obligan a los productores a vender más rápido, generando un ingreso extraordinario de dólares en el mercado oficial. Sin embargo, el efecto neto sobre la estabilidad cambiaria dependerá de qué tan fuerte sea la dolarización de quienes reciben los pesos.
Desde PPI advirtieron que los exportadores que no tienen necesidades de importación no están alcanzados por la restricción cruzada, por lo que pueden vender dólares al tipo de cambio oficial y recomprarlos luego en los mercados financieros como el MEP o el contado con liquidación. Este comportamiento, que no es nuevo, reduce el impacto positivo de las liquidaciones y puede volver a tensionar al mercado en poco tiempo.
Los analistas de Max Capital, por su parte, plantearon que el incentivo inmediato puede ser suficiente para frenar la sangría de reservas, pero que la presión se reactivará hacia fin de año. En ese momento, la escasez de divisas podría coincidir con una dolarización más fuerte, lo que pondría nuevamente en jaque al esquema de bandas cambiarias.
La conclusión compartida es que la efectividad de estas medidas dependerá no solo del volumen liquidado, sino también del comportamiento de la demanda de dólares en el mercado interno. La experiencia muestra que una oferta extraordinaria no garantiza estabilidad si en paralelo persiste una fuerte dolarización de carteras.
Expectativas y riesgos hacia fin de año
Los especialistas de Max Capital proyectaron que la presión cambiaria quedará contenida hasta las elecciones, pero que los últimos dos meses del año enfrentarán un escenario complejo por la caída de ingresos extraordinarios. El desafío será administrar ese bache de divisas sin que se desarme la calma lograda en la previa electoral.
Para PPI, la clave será la magnitud de las compras de reservas después del 26 de octubre. Si efectivamente son menores, como descuenta el mercado gracias al apoyo estadounidense, la presión sobre el tipo de cambio se moderará. En caso contrario, el alivio podría ser más transitorio de lo esperado.
Ambas consultoras coincidieron en que lo relevante es la demanda de pesos. Si los agentes económicos optan por dolarizar sus excedentes, cualquier medida de corto plazo tendrá un alcance limitado. Por eso, los próximos meses serán una prueba para evaluar la solidez del respaldo externo y la capacidad del Gobierno de administrar la transición hacia 2025.
El retroceso reciente del dólar, entonces, no debe interpretarse como un cambio estructural, sino como el resultado de una combinación de factores coyunturales: por un lado, el estímulo a las liquidaciones del agro; por el otro, la señal de confianza derivada del apoyo financiero de Estados Unidos. La pregunta que queda abierta es cuánto tiempo durará la calma cambiaria una vez que esos factores extraordinarios se diluyan.
Fuente: