Caputo logra un alivio de corto plazo, pero los bancos están enojados y hay dudas en el mercado

Obligados, los bancos tomaron el bono que ofreció Caputo y, ante el cambio regulatorio de encajes, dejaron caer la tasa de caución. Críticas en el mercado
A Luis Caputo, con su licitación de emergencia, le está pasando algo parecido a lo de Juan Román Riquelme: por más que esté celebrando una victoria por tres a cero, no logra disipar las críticas ni la sensación de incertidumbre a mediano plazo.
Tras la turbulenta semana pasada y el fracaso de la licitación de deuda -pese a la tasa de 69%-, logró su objetivo de secar la plaza de pesos, un requisito que considera imprescindible para mantener un dólar controlado y evitar que haya presión inflacionaria. Es una estrategia definida en "modo electoral", que tiene por objetivo ayudar a los candidatos de las listas oficialistas con un escenario de estabilidad hasta las legislativas de octubre.
Claro que no es un plan gratis, y todos lo asumen así: el resultado es un enfriamiento en el crédito para la producción y el consumo, y un freno en la velocidad de recuperación económica. Hay, además, un costo financiero -por las altas tasas convalidadas para absorber liquidez- que tardo o temprano repercutirán en el resultado fiscal.
Pero prioridades son prioridades, y Caputo dejó en claro que no hay cosa que cause más temor en este momento que un excedente de pesos que pueda repercutir en la inflación o en el tipo de cambio. Por eso, tras la fallida licitación de la semana pasada, que dejó "en la calle" una liquidez por $5,8 billones, el ministro decidió que los bancos terminarían tomando "por las malas" lo que no habían querido hacer voluntariamente.
El resultado es que $3,78 billones que habían quedado "sueltos" terminaron comprando el bono con el cual los bancos deben aumentar su nivel de encajes obligatorios en el BCRA hasta llegar a un 50% de los depósitos.
Sin liquidez, los bancos no tenían otra opción, de manera que ya se sabía que aceptarían lo que el Tesoro les ofreciera. De manera que, tras haber rechazado la semana pasada una tasa efectiva anual de 69,2%, ahora tuvieron que conformarse con un interés efectivo de 64% -la cifra surge de la tasa TAMAR, la de promedio de los plazos fijos, más un 1%-.
Quedó igualmente "suelta" una liquidez relativamente pequeña de menos de $2 billones, que fue lo que permitió que bajara la tasa de caución -la operatoria interbancaria más común para obtener liquidez de cortísimo plazo-, y que la semana pasada había alcanzado un 80%.
Un debut accidentado para los bancos
Lo que ocurrió este lunes con el "caucho" fue raro para quienes no están por dentro del mercado: arrancó la jornada en torno de 60%, al mediodía ya estaba en 50%, sobre las tres de la tarde, había bajado a 36%, y alrededor de las cinco, se desplomaba debajo del 10% de tasa nominal anual.
Es decir, de un extremo al otro. "Ningún peso va a la calle", resumió Federico Furiase, el ideólogo del plan "de las tres anclas" y director del Banco Central. Fue una frase muy criticada, porque lleva implícita la aceptación de que el gobierno está dispuesto a convalidar un enfriamiento de la economía.
Los operadores atribuyen esta situación a la nueva regulación del Banco Central, que ya no les pide a los bancos que cumplan con una meta mensual de encajes, sino con una meta diaria. "Hizo que gran parte del mercado se encuentre con pesos post 16:30 horas buscando colocación por todos lados", explicó Salvador Vitelli, analista de Romano Group.
En la misma línea, el consultor Christian Buteler argumentó que el nuevo sistema obliga a los bancos a sobrecumplir el requisito de encaje y que hace menos eficiente la operatoria bancaria: "Una vez que tienen el cierre, si le sobraron pesos van al mercado a colocarlos, dado que, si no, quedan en el BCRA al 0%. Eso te derrumba la tasa, como sucedió hoy. El encaje en forma diaria será un fuerte dolor de cabeza para los bancos y es totalmente ineficiente para el sistema".
Muchos se mostraron preocupados por semejante volatilidad en el sistema financiero. "De festejar el crowding in a festejar el crowding out", sintetizó el economista Amílcar Collante.
Mientras tanto, en las opciones de inversión de pesos a tasa fija, el mercado reaccionó con una curva bien invertida -es decir, pagan interés más bajo los títulos de vencimiento más lejano-, otro síntoma de la falta de liquidez.
Así, los papeles que vencen a fin de mes tienen una tasa mensual efectiva de 4,16% mientras que los que pagan en diciembre remuneran 3,52%. Siguen siendo tasas altas para un país con una inflación de 1,9%, lo cual conlleva la expectativa implícita de una corrección cambiaria.
Un alivio pasajero
En definitiva, la jugada del Gobierno logró el efecto esperado y le permite un festejo con más tono de alivio que de victoria. Logró reabsorber la liquidez, pagó una tasa inferior a la que hubiera estado dispuesto la semana pasada, y en el mercado bajó el dólar, las tasas de corto plazo y también las posiciones del dólar futuro -donde hubo mucho menos volumen operado-.
En particular, se desplomaron las cotizaciones futuras para las posiciones más cortas: cayeron un 18,5% las de agosto, un 15,5% las de septiembre y un 10% las de octubre.
De todas formas, siguen presentes las señales en el sentido de que esta descompresión que logró Caputo al absorber liquidez no disipa la incertidumbre del mercado y, sobre todo, que es percibida como una solución pasajero pero no sostenible en el mediano plazo.
Si se observan las posiciones en el mercado de futuros, la posición más corta se ubica relativamente lejos del techo de la banda de flotación, a un 7%. Pero conforme avanza el calendario esa distancia se acorta hasta un 3,7% al momento de la elección legislativa de octubre, y queda en un mínimo 1,2% hacia fin de año.
La cotización real en este momento es de $1.293 por dólar, lo que ubica al tipo de cambio en un lejano 11% debajo del techo de la banda. ¿Cómo debe interpretarse el hecho de que, igualmente, en el mercado de futuros, las cotizaciones marquen esa tendencia ascendente en el tiempo? Para los analistas del mercado, es algo inevitable: es el costo del "seguro" ante una eventual devaluación.
Es cierto que la semana anterior esa tasa implícita era todavía más alta, al punto que marcaban cotizaciones por encima del techo de la banda, lo que suponía una expectativa del mercado sobre un nuevo régimen cambiario post electoral.
Ahora ese temor se suavizó, pero no se eliminó: el plan económico sigue dependiendo de que el carry trade siga siendo atractivo para que los pesos no vayan al dólar. Y, también, se asumió que el costo a pagar por la estabilidad es una alta tasa de interés.
Los bancos siguen enojados por las medidas del Gobierno
Los bancos se siguen mostrando críticos sobre la forma en que el gobierno manejó la situación de turbulencia financiera.
"Desde el desarme de las LEFI, hay daños auto inflingidos. Estas últimas medidas demuestran que no entienden el manejo de la gestión de liquidez y cuál es la operatoria de encajes para el sistema financiero", comenta, off the record, un ejecutivo de uno de los tres mayores bancos de capital privado.
Y afirma que es injustificado el temor de una corrida contra el peso. "Por supuesto que Caputo está asustado por eso, pero no entienden que si a veces los pesos sobran, es por una necesidad de gestión de liquidez del sistema bancario, es otra cosa. Y los bancos no vamos a comprar dólares, así que no es por ahí que hay que mirar", agrega. Y, como confirmar su punto, aporta un dato llamativo: el público minorista bajó abruptamente en agosto su demanda por dólares -lo que se está comprando en las últimas dos semanas es un 25% del promedio que se registró en julio, cuando regía el "efecto aguinaldo".
Pero los funcionarios del equipo económico dejaron en claro que no tienen esa visión. Tanto, que cambiaron radicalmente su tesis del "Punto Anker", esa que afirmaba que el "sobrante" de pesos cuando una licitación no conseguía "rollear" el total de los vencimientos, era un síntoma positivo, porque reflejaba una canalización de la liquidez hacia el crédito, en el contexto de una economía en crecimiento.
Ahora, la interpretación es totalmente diferente. Así lo explicó Furiase: "Si el roll over del Tesoro es menor al 100% y se considera que no es convalidado por un incremento en la demanda de dinero, el BCRA esteriliza dicha expansión monetaria con la herramienta que considere óptima".
En otras palabras, que si el precio a pagar por la estabilidad es una suba abrupta de la "tasa endógena", el gobierno está dispuesto a aceptarla.
Hasta ahora, a nadie le ha quedado claro cuál es el indicador o herramienta técnica que permite diferenciar cuándo hay un aumento genuino en la demanda de dinero o cuándo hay un ánimo especulativo.
En cambio, lo que sí quedó en claro, es la cuestión de los tiempos que vinculan a las finanzas y la política. Lo explicó el propio Caputo: esta política durará hasta las elecciones legislativas. Y luego, cuando se hayan disipado los ruidos políticos y el mercado recupere la confianza, entonces sí volverá a regir el "Punto Anker" y se fomentará mayor liquidez para el crédito. Claro que esa previsión del ministro da por asumido un resultado favorable para el gobierno, que le permita a Javier Milei un apoyo del Congreso a su plan económico.
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