Día 673: Altman, el otro Bessent de Milei

Mientras avanza el acuerdo del swap con el Tesoro norteamericano, OpenAI anunció que invertirá 25 mil millones de dólares en Argentina. Qué hay detrás de las inversiones de Estados Unidos y su preocupación por sostener a Javier Milei.
En estos momentos, primer día hábil después de los anuncios de Scott Bessent y del dueño de OpenAI, Sam Altman, de invertir en nuestro país 25 mil millones de dólares, el precio del dólar está bajando: algunos estiman que está orientándose nuevamente a los 1.300 pesos. Tampoco desea el ministro de Economía que fuera menor.
Y se podría decir que Javier Milei tuvo dos aciertos tácticos que le dieron el poder en Argentina y lo ubicaron geopolíticamente en el mapa de Occidente: volcarse de lleno a las nuevas tecnologías y alinearse decididamente con Donald Trump, inclusive antes de que este volviera a ser el presidente de los Estados Unidos. Estas dos características fundamentales de su política le están trayendo dos noticias que llegaron para darle algo de aire fresco a su Gobierno en un momento de asedio económico y acusaciones por casos de corrupción.
Mientras avanza el acuerdo del swap con el Tesoro norteamericano, Altman, director ejecutivo de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT anunció que invertirá el 5% de los 500 mil millones del plan de inversiones para el desarrollo de la inteligencia artificial en el planeta, o sea 25 mil millones de dólares, para construir un centro de datos en la Patagonia. Esto es seis veces más de lo que Argentina representa sobre el total del PBI mundial -somos el 0,8%- y diez veces más per cápita, ya que el total de nuestros habitantes es el 0,5% de la población mundial.
Mientras estas noticias se sucedían, una obra de arte en el Museo de Cera de Madrid se hizo viral internacionalmente. El performer chileno-argentino Nicolás Miranda ingresó al Salón Oval del Museo de Cera de Madrid y colocó a los pies de la estatua de Donald Trump un perro con la cara de Milei y un muñeco Chucky con la cara del mandatario israelí, Benjamin Netanyahu.

La performance duró media hora, pero rápidamente generó imágenes que dieron la vuelta al mundo. Haciéndonos eco del debate que genera ver a nuestro presidente como perro faldero de Trump, podemos aventurarnos a una reflexión contraintuitiva. Esa posición de mascota de Trump lo terminó salvando y quizás coloque a Argentina en una posición mundial que pueda servir al futuro, cuando dejemos de ser mascota y podamos negociar como un país serio.
Es decir, evidentemente necesitamos de las inversiones y el ingreso de capitales de las principales potencias, y Estados Unidos es la mayor. El cómo podremos salir beneficiados de ellas es algo que tenemos que construir. Milei empezó siendo mascota y de esa manera, logró ser importante para Estados Unidos y recibir su apoyo. ¿Nuevos presidentes podrán ser algo más que mascotas? Analicemos algunos ejemplos de cómo países destruidos pudieron aprovechar la ayuda norteamericana y salir adelante con políticas inteligentes.
La espectacular recuperación económica de Alemania Occidental y Japón tras la Segunda Guerra Mundial, a menudo conocida como "milagros económicos", se explica por una confluencia de factores donde el rol estratégico del Estado y la ayuda externa fueron decisivos. La frase popular de que para estos países "no hubo mejor negocio que perder la guerra con Estados Unidos" es una simplificación retórica que subraya el impacto del apoyo geopolítico.
El principal catalizador fue el interés de EE. UU. en contener el comunismo durante la Guerra Fría. En Alemania, el Plan Marshall inyectó capital crucial, pero el verdadero motor fue la política interna de "Economía Social de Mercado", que, bajo el liderazgo del Partido Social Demócrata y el Estado, logró la estabilidad monetaria (reforma del Deutsche Mark en 1948) e invirtió fuertemente en una infraestructura moderna, al tiempo que garantizaba la paz social. En Japón, el MITI (Ministerio de Comercio Internacional e Industria) actuó como un verdadero "Estado desarrollista", guiando las inversiones, protegiendo industrias clave y promoviendo agresivamente las exportaciones de alto valor añadido.
Ambos países compartieron el beneficio de tener cero gastos en defensa (permitiendo destinar todos los recursos a la inversión productiva) y de poseer una fuerza laboral disciplinada y calificada. Esto segundo es algo que Argentina claramente tiene. Además, la destrucción de la guerra, si bien trágica, permitió a ambos reconstruir sus plantas industriales con tecnología completamente nueva y eficiente, dándoles una ventaja competitiva frente a los Aliados. Así, el Estado canalizó la ayuda externa y el esfuerzo nacional hacia la modernización, asegurando la exitosa inserción de los países vencidos en el mercado global.
Volviendo a nuestro país, el anuncio de OpenAI y la empresa argentina Sur Energy para construir un mega centro de datos bajo el proyecto "Stargate Argentina", con una inversión estimada de hasta 25.000 millones de dólares, reabrió un debate profundo sobre los alcances reales de este tipo de desembarcos tecnológicos en el país. La cifra, inédita para el sector digital local, generó expectativas sobre empleo, innovación y posicionamiento geopolítico, pero también sospechas sobre el trasfondo político y el impacto económico real de la inversión en el país.
La provincia de Neuquén se menciona como una candidata muy probable que tiene "ventaja" para los inversores. Una de las razones es la infraestructura energética existente y la posibilidad de utilizar recursos como el área de Tratayén, cerca de la central hidroeléctrica Piedra del Águila, operada por la empresa Central Puerto, vinculada al acuerdo.
Para los promotores, la iniciativa marcaría un salto estratégico: Argentina podría convertirse en el principal nodo latinoamericano de infraestructura de inteligencia artificial. La presencia local de servidores reduciría costos operativos y tiempos de procesamiento, al tiempo que ofrecería un ecosistema más competitivo para startups tecnológicas, universidades y empresas de software.
OpenAI sostiene que eligió el país por su "talento, creatividad y ambición", lo que posicionaría a la región como un laboratorio de innovación con proyección global. Además, el proyecto podría generar miles de empleos indirectos en construcción, mantenimiento, ciberseguridad, ingeniería eléctrica y servicios logísticos, reforzando cadenas productivas locales.
El modelo financiero se apoya en el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), que otorga exenciones fiscales, aduaneras y cambiarias por 30 años. Eso permitiría reducir los costos de importación de equipos, simplificar los trámites y asegurar estabilidad jurídica para la obra. Varios gobernadores ya impulsaron adhesiones al régimen convencidos de que abre la puerta a inversiones de magnitud que los presupuestos provinciales no podrían absorber.
Sin embargo, las críticas se concentran en varios puntos sensibles. En primer lugar, la sustentabilidad energética. Un centro de datos de gran escala demanda cientos de megavatios de potencia y sistemas de refrigeración intensivos, lo que impacta en la matriz eléctrica y puede generar conflictos con otros sectores productivos o con poblaciones locales. Expertos energéticos advierten que, si no se acompaña con generación renovable, el proyecto puede tensar las redes existentes e incrementar la huella de carbono en regiones frágiles. También existen dudas sobre el uso de agua para enfriamiento, un recurso crítico en varias provincias patagónicas.
Otro frente de cuestionamientos es político. Analistas consultados por PERFIL remarcan que el anuncio tiene un timing funcional al discurso de campaña y que puede ser utilizado como herramienta de marketing gubernamental más que como compromiso consolidado. La especialista en geopolítica Irma Argüello advirtió que "la inversión no es un acto neutro" y que, en contextos institucionales inestables, puede servir más para validar la gestión de Javier Milei, que para generar resultados reales.
El principal riesgo es que el RIGI, con 30 años de estabilidad fiscal y exenciones impositivas y cambiarias para importar toda la tecnología, convierta el proyecto en un "extractivismo de datos" que consuma energía barata y provoque salida de divisas por el pago de utilidades al exterior, sin asegurar la transferencia tecnológica, el contenido local o la formación de empleo de alto valor, cayendo en la dependencia en lugar del desarrollo.
Muchas veces se señala que la ficción anticipa a la realidad y esta vez no fue la excepción. En la película "Mountainhead", una sátira de comedia negra en la que cuatro multimillonarios del mundo de la tecnología negocian aspectos de su dominio mundial en un retiro en una casa de la montaña, una de las escenas se refiere a nuestro país y otros países latinoamericanos.
"¿Tomamos el mando de algunas naciones debilitadas? ¿Les mostramos cómo se hace? En uno o varios estados fallidos o frágiles de Occidente, por decir alguno, Argentina, Venezuela o Cuba, intelectual y financieramente respaldamos el intercambio a estados en la red de criptimonedas. A la gente le encanta, y crecerá", dice uno de los protagonistas.
"Bien simple. Así va la cosa. Destrucción creativa. La primavera árabe. Quizá tomemos a El Salvador como un ensayo. Para luego profundizar en Argentina, los bancos, las calles, definitivamente funcionará", responde otro de los amigos.
En definitiva, la llegada de OpenAI representa una oportunidad inédita pero no exenta de tensiones. Puede impulsar innovación, empleo calificado y proyección internacional, pero también abrir interrogantes sobre soberanía tecnológica, política fiscal, costos energéticos y equidad social. El desafío no será celebrar el anuncio sino garantizar que lo prometido se traduzca en un desarrollo sostenible, verificable y no capturado por intereses coyunturales. Sin embargo, es obvio preguntarse qué impacto puede tener todo esto en el futuro del gobierno de Milei.
Según una genial nota de Nelson Castro en PERFIL, un asesor de Trump, Barry Bennett -no confundir con Bessent-, con fuerte vínculo con Santiago Caputo,estuvo hablando con gobernadores argentinos para que garanticen la gobernabilidad luego del 27 de octubre, a cambio de la llegada de las inversiones norteamericanas que tanto venía anunciado Milei. Es decir, Bennett plantea intercambiar la llegada de dólares genuinos que den alivio fiscal a las provincias por una pax parlamentaria que se garantice que no habrá juicio político a Milei. De esta manera, hay una suerte de primeros intercambios para estabilizar al gobierno de Milei como política de Estado.
No es casual que haya sido Caputo y no Guillermo Francos quien salió a buscar al gobernador de Salta cuando protestaba en la puerta de la Casa Rosada por falta de inversiones y como contamos en un informe en este programa la consultora de Caputo tenga como clientes a varios gobernadores. Tampoco que cuando Peter Lamelas explicó su cosmovisión sobre Argentina en el examen del Senado norteamericano antes de nombrarlo embajador, haya mencionado expresamente a Caputo.
Probablemente, algo de todo esto tenga que ver con el triunfo libertario en el Congreso que significó la vuelta al Senado del proyecto que regulaba los DNU. Hay analistas además que explican que si ese proyecto se aprobaba tal y como estaba, le otorgaba más poder al peronismo que mantiene su superioridad numérica en ambas cámaras. De esta manera, quienes tienen poder de presión al Ejecutivo, son los gobernadores y la oposición dialoguista.
Vale mencionar también que Lamelas habló específicamente de los gobernadores en su presentación. Parece que Estados Unidos encontró que la otra clave, además de garantizar la gobernabilidad de Milei, es establecer el diálogo con los gobernadores.
El ministro de Economía, Luis Caputo también vinculó la inversión de OpenAI con su apoyo por parte del gobierno norteamericano. Dijo que no era casualidad que el anuncio de Altman haya sido dos días después de que Bessent declaró que estaba conversando con empresarios norteamericanos para que hagan inversiones en el país. Quien también se manifestó en ese sentido es el embajador norteamericano en el país, Lamelas.

¿Estaremos viendo cómo se estarían construyendo las bases para que, en un futuro, nazca una suerte de postmileismo moderado con vínculos con Estados Unidos apalancado por las inversiones de este país? Es decir, ¿estamos viendo cómo podría llegar a nacer un postmileismo que pudiera convertirse en gobiernos desarrollistas equivalentes a los que encararon la reconstrucción de Alemania y Japón? Salvando las enormes distancias, esta sería una hipótesis feliz.
Después de todo, Milei mismo dijo que es un especialista en crecimiento con y sin dinero, pero lo que necesita nuestro país no es solo crecimiento, sino desarrollo. El crecimiento económico se refiere al aumento cuantitativo de la producción de bienes y servicios de un país, medido típicamente por el incremento del Producto Interno Bruto (PIB). Es una métrica numérica y a corto plazo.
En contraste, el desarrollo económico es un concepto cualitativo y multidimensional. Implica la mejora en las condiciones de vida de la población, incluyendo la reducción de la pobreza y la desigualdad, el acceso a la salud y educación, y la sostenibilidad ambiental. Un país puede crecer (aumentar su PIB) sin necesariamente desarrollarse si los beneficios no se distribuyen. El desarrollo requiere y utiliza el crecimiento para lograr un bienestar social generalizado. El crecimiento es condición necesaria, pero no suficiente: después tiene que venir el desarrollo.
Tal vez, hayamos pasado de una posición antimperialista cerrada del kirchnerismo que no nos dejaba crecer a la posición de mascota de Milei y luego permita una síntesis superadora que nos traiga el desarrollo apalancado por inversiones de Estados Unidos que generen imitación en otros agentes económicos, incluyendo los propios argentinos. ¿Qué hay detrás de las inversiones de Estados Unidos y su preocupación por sostener a Milei?
Desde Washington se ve al peronismo, particularmente en su ala kirchnerista, muy cerca de China. Históricamente, las administraciones peronistas, en especial las kirchneristas, han profundizado un alineamiento pragmático con Pekín, que se convirtió en un socio comercial y financiero vital para Argentina, sobre todo mediante el swap de monedas y proyectos de inversión en infraestructura crítica. Washington percibe este acercamiento como una expansión de la influencia china en su esfera regional, lo que genera preocupación.
EE. UU. no exige romper el comercio, como dijo el propio Francos, pero sí advierte activamente sobre los "grandes riesgos" de que China acceda a sectores sensibles como el litio o la tecnología, citando temas de seguridad y soberanía. En esencia, EE. UU. teme que la tradicional política exterior peronista, que a menudo busca contrapesos a la hegemonía norteamericana, termine alineando estratégicamente a Argentina con su principal rival global, y busca activamente que el país priorice una inserción plena en Occidente.
Esto hace que Trump decida sostener con todo a Milei, Bessent le preste dinero y Bennett le consiga inversiones y acuerdos con los gobernadores. ¿Estarán dispuestos a tejer vínculos con otros actores de la política local? ¿Tendrá el peronismo la suficiente cintura para seducir a Estados Unidos y ofrecerle alguna alternativa de diálogo? Lula da Silva logró sentarse con Trump para intentar negociar la baja de los aranceles desde una posición de iguales.
El mundo cambia aceleradamente y una mega inversión relacionada con la inteligencia artificial, con todos sus matices y críticas es una buena noticia. El próximo gobierno debe encarar la enorme tarea de poner a Argentina en el camino del desarrollo de esta nueva revolución tecnológica.
Dos de los tres ganadores del premio Nobel en Economía 2025 que se anunció este lunes, Philippe Aghion y Peter Howitt, crearon modelos matemáticos basados en la "destrucción creativa". Explicaron que la innovación es una fuerza disruptiva: cada vez que aparece un producto mejor -por ejemplo, el smartphone- destruye la demanda de los productos viejos, como el teléfono fijo. Esta competencia constante del miedo a ser destruido es lo que obliga a las empresas a seguir innovando, asegurando el crecimiento a largo plazo del sistema capitalista.
Milei, con su posición de mascota paradójicamente nos trajo una inversión ligada a las nuevas tecnologías que cuando podamos tener un gobierno soberano en el pleno sentido del término, probablemente podamos aprovechar mejor.
En gran medida las inversiones internacionales de los 90 con Carlos Menem que actualizaron el parque industrial nacional fueron la base para la expansión industrial en la primera década de este siglo con un modelo económico distinto desarrollado por verdadero actor de aquel milagro: el ministro de Economía Roberto Lavagna, el único que cruzó con dos presidentes distintos. Lo mismo sucedió en Brasil, que desarrolló su capitalismo nacional sobre la base de las grandes inversiones de empresas norteamericanas la última mitad del siglo pasado que eligieron ese país por su alineamiento con Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Quizás el papel de mascota de Trump que solo un presidente como Milei esté dispuesto a ejercer, termine cumpliendo algún papel como parte de "la astucia de la razón" de nuestra historia, como explicaba Hegel.
También podemos explicar que en Sudamérica estamos en un contexto particular. Este mes habrá elecciones en Perú, y el candidato a ser presidente es el derechista alcalde de Lima. En octubre del año que viene habrá elecciones en Brasil, y el candidato es el gobernador de San Pablo, también derechista y cercano a Jair Bolsonaro. Este noviembre habrá elecciones en Chile, donde pareciera ser que en el balotaje va a ganar el candidato derechista. En Bolivia, los dos candidatos que competirán en el balotaje son derechistas. Y en Venezuela, María Corina Machado ganó el Nobel de la Paz, y es posible que haya un cambio de régimen. Es decir, la posibilidad de recrear un sistema de alianzas entre EE. UU. y la región es cada vez más creciente.
Charly García creó un genial tema en 1986 llamado "Raros peinados nuevos" en el que señala la necesidad de cambiar constantemente y de no atarse a las viejas recetas. "Si vas hacia la derecha y cambiás hacia la izquierda, ¡Adelante!", explica Charly, resumiendo un clima de época atravesado por el retorno de la democracia, los problemas económicos y la modernización de la sociedad argentina. Nuestro país es uno de los más antinorteamericanos del mundo, pero tenemos que hacer un giro pragmático y poder revisar viejos pensamientos anquilosados para salir adelante.
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