Dos recesiones en dos años

Por Alfredo Zaiat
Dos recesiones en apenas dos años. Este es el récord de Javier Milei. Es la prueba del fracaso del experimento liberal-libertario. Se tienen que hacer las cosas muy mal para alcanzar este registro negativo. La gestión económica de Luis Caputo es terrible: no existen antecedentes, desde la recuperación de la democracia, de un ministro de Economía que permanezca en el cargo con semejante saldo en la actividad y, además, con dos inmensos rescates financieros.
Uno fue otorgado por el Fondo Monetario Internacional, que desembolsó 14.000 millones de dólares de los 20.000 comprometidos. El segundo es el auxilio directo que Caputo negocia, con la soga al cuello, con Estados Unidos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, informó que estudia un swap de monedas por 20.000 millones de dólares, la compra directa de títulos de deuda argentinos en el mercado secundario y en nuevas emisiones, la entrega de garantías de pago de la deuda argentina y/o una línea de crédito directa stand-by. Es decir, un nuevo salvataje que, como el anterior del FMI, solo busca ganar tiempo sin resolver los desequilibrios que hunden a la economía de Milei.
La economía vuelve a caer
El último informe de FIDE, centro de estudios dirigido por Mercedes Marcó del Pont, confirma que la actividad económica no muestra mejoras respecto de los bajos niveles registrados en los últimos meses del gobierno de Alberto Fernández, período que estuvo condicionado por una sequía histórica. Esta baja base de comparación explica que los datos oficiales hasta julio de este año reflejen un crecimiento acumulado del 2,9%, que se convierte en una caída del 0,9% si se excluye al sector agropecuario.
Como ocurre en contextos de fuerte ajuste fiscal, apreciación del peso y apertura importadora, la industria y el mercado interno son los más castigados.
El consumo deprimido se combina con una creciente penetración de bienes importados que sustituyen producción nacional y empleo local. La recesión, señala FIDE, ha pasado a ser ahora la más potente ancla antiinflacionaria de la estrategia oficial.
La economía volvió a caer, consolidando una tendencia decreciente desde marzo. El nivel de actividad se ubica en julio pasado un 1,5% por debajo del de febrero, con un comportamiento muy heterogéneo entre sectores. La suba de la tasa de interés agravó la debilidad de las ventas internas y agudizó el estrangulamiento financiero de comercios y compañías, en un contexto de capacidad instalada ociosa y avance de las importaciones.
De este modo, FIDE advierte que la estructura productiva atraviesa un nuevo proceso de reprimarización desde fines de 2023. Este retroceso impacta en el mercado de trabajo: se pierden empleos registrados, aumenta el trabajo informal y el subempleo, y se deterioran los ingresos laborales. Como ocurre en cada crisis, el endeudamiento familiar crece como mecanismo para sostener el consumo: en julio, el 44% de las compras en supermercados se realizó con tarjeta de crédito.
Endeudamiento y supervivencia
En esta línea de deterioro generalizado, la Gerencia de Estudios Económicos del Banco Provincia aporta elementos para comprender este panorama complejo. En un reciente informe señala que los ingresos reales —salarios, jubilaciones y ganancias— y la cantidad de puestos de trabajo cayeron más que el nivel de consumo en los últimos dos años. El interrogante que surge, entonces, es cómo hacen las familias para sostener la demanda en medio de una pérdida tan profunda de ingresos.
Una de las respuestas está en el crédito personal. Entre diciembre de 2023 y junio de 2025, la cantidad de personas con deudas superiores a 200.000 pesos pasó de poco menos de 10,0 millones a 12,6 millones. Al cierre del primer semestre, uno de cada tres adultos debía al menos esa suma. La suba de tasas de interés en julio y agosto, y el estancamiento de los ingresos, agravaron la situación en los meses siguientes.
Según el Banco Central, el stock de crédito bancario a personas casi se triplicó entre noviembre de 2023 y junio de 2025, con un aumento del 190% a septiembre de este año. Este salto se explica tanto por la incorporación de nuevos deudores como por un mayor endeudamiento promedio de cada uno. El monto medio de deuda personal pasó de 2,3 millones de pesos a fines de 2023 a 3,7 millones en junio de 2025 —medido en pesos constantes—, lo que equivale al salto de dos a casi tres salarios medianos.
El crédito bancario y la extensión de la vida laboral son, hoy, estrategias de supervivencia. Las familias intentan compensar la pérdida del poder adquisitivo con préstamos y más horas de trabajo. El reporte indica que, entre 2023 y 2025, el pluriempleo creció en 140.000 personas. Al mismo tiempo, la destrucción de empleos formales se concentró en los menores de 45 años: se perdieron 233.000 puestos (-4,6%), mientras que aumentó la participación de trabajadores mayores, obligados a seguir activos ante jubilaciones insuficientes, que cayeron un 25% entre noviembre de 2023 y septiembre de 2025, incluso con bono incluido.
El deterioro también se refleja en el sistema financiero. La mora crediticia de los hogares llegó en julio al 5,6%, más del doble que a fines de 2024, y alcanzó su nivel más alto desde 2009. Los economistas del Banco Provincia advierten que esta tendencia recesiva se profundizará en el último trimestre del año, con un ajuste cambiario inminente, mayor inflación y un torniquete fiscal. De confirmarse, el Producto Interno Bruto dejará una inercia negativa para 2026 que hará incumplibles las optimistas metas de crecimiento del 5,4% proyectadas por el gobierno de Milei.
La factura social del ajuste
El boletín del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, dirigido por Víctor A. Beker, sintetiza el costo social de la política económica. "El impacto social del programa pasó factura", señala el informe. Menciona un estudio de la consultora Bumeran que revela que el 86% de los encuestados no logra llegar a fin de mes con sus ingresos; apenas un 11% puede ahorrar algo, mientras que el alquiler se lleva el 43% del salario promedio.
El documento destaca el aumento del desempleo y el subempleo, junto con el auge de las compras en el exterior que reemplazan bienes de producción nacional. Son señales de un deterioro profundo del mercado laboral. Los datos del segundo trimestre confirman un estancamiento de la actividad y una alarmante suba de la informalidad, que ya trepó al 43,2%.
Beker subraya que estos desequilibrios configuran un cuadro de "ajuste con recesión", donde las promesas de recuperación futura se postergan, mientras se consolida la pérdida del poder de compra, el retroceso industrial y el empobrecimiento de los sectores medios y populares.
El fracaso anunciado y el desenlace electoral
Con estos datos, la conclusión es evidente: la economía de Milei registra un récord indeseable —dos recesiones en dos años— y una muy fuerte caída del poder adquisitivo. El "plan de estabilización" liberal-libertario se transformó en un dispositivo de destrucción de ingresos, empleo y producción.
El nuevo pedido de auxilio financiero a Estados Unidos, que se suma al salvataje del FMI, confirma la dependencia estructural de un modelo que dilapida divisas a una velocidad increíble, no incentiva la inversión productiva y solo sobrevive por la expectativa de rescates externos.
En este contexto, las elecciones del 26 de octubre próximo definirán algo más que la composición del Congreso: marcarán el grado de gobernabilidad que tendrá Milei en el tramo final de su mandato. El resultado será decisivo para saber si podrá sostener su programa de ajuste y endeudamiento o si el derrumbe económico abrirá un nuevo escenario político.
La promesa de un salvataje de la administración Trump aparece condicionada a las exigencias de una modificación del régimen cambiario, es decir, de una devaluación. Este eventual ajuste implica un shock inflacionario, una nueva caída de la actividad y una profundización del deterioro de los ingresos populares. Como en los programas clásicos del Fondo Monetario, el auxilio externo vuelve a presentarse atado a condicionalidades que agravan la recesión y el empobrecimiento. O sea, la extensión de la recesión mileísta.
Mientras el oficialismo busca oxígeno político en medio de una economía recesiva, la sociedad enfrenta el costo de un experimento que prometió estabilidad y crecimiento y termina en recesión, dependencia financiera y empobrecimiento. La doble recesión no es una fatalidad: es el resultado del proyecto económico de Milei.
Fuente:
https://recursoshumanostdf.ar/contenido/45671/dos-recesiones-en-dos-anos