Motosierra hasta en el espacio: sin inversión en Arsat

Desde que asumió el gobierno anti Estado de Javier Milei muchos pueblos quedaron desconectados, unos 150 profesionales aceptaron los retiros voluntarios y se posterga el lanzamiento de un satélite. El plan oficial de entregarle el "negocio gigantesco" de las telecomunicaciones a Elon Musk.
Por Luciana Rosende
En la localidad chubutense Doctor Atilio Viglione viven, según el último censo, 167 personas. "Antes, los habitantes de este pueblo fronterizo con Chile, alejado de las grandes ciudades, tenían que recorrer 20 kilómetros para poder comunicarse. Hasta allá viajamos para instalar 32 antenas de Internet Satelital Domiciliario. Ahora, los vecinos dejaron de estar aislados y disfrutan de estar conectados con el mundo", celebraba Arsat en 2019. Hoy, según trabajadores de la compañía pública de telecomunicaciones, ese punto remoto del mapa argentino está entre los que quedaron desconectados "por desinversión de la empresa".
Aseguran que lo mismo pasó en Ñorquinco (Río Negro), Medanitos y Antofagasta de la Sierra (Catamarca). También señalan que hay problemas en el funcionamiento de las estaciones de Televisión Digital Abierta (TDA) en el pueblo norpatagónico de Mainqué, la ciudad santacruceña de Puerto Deseado y el distrito chaqueño de Villa Ángela, entre otros.
"Hay estaciones de televisión que están hace meses sin nadie que vaya a asistir. Hay lugares donde lo único que tienen para recibir noticias o entretenimiento es la televisión digital, y hoy no la tienen. Hay localidades que, como no estamos pudiendo mandar gente, se quedaron sin Internet", describe Ezequiel Billiani, operador de red en Arsat.
"Nos está pasando que los técnicos que arreglan la parte de la Red Federal de Fibra Óptica se están yendo. No hay nadie que pueda cubrir los reclamos. Es un abandono enorme de la empresa", lamenta. Desde que asumió el gobierno anti Estado de Javier Milei, unos 150 profesionales aceptaron los retiros voluntarios. Sobre un total de 700.
Quienes quedaron pelean contra el congelamiento salarial, mientras el Poder Ejecutivo aplica sobre la compañía el modus operandi que usa con el Conicet: la plata de créditos internacionales está pero no se ejecuta, el vaciamiento se fomenta y el futuro es incierto.
Además del éxodo, Nación debe pagos por servicios que compra para dar conectividad a escuelas y centros de salud donde no llegan otros proveedores y servicios de almacenamiento seguro en el datacenter. En paralelo con el ninguneo de Arsat, la ya conocida predilección de Milei por la empresa de su idolatrado Elon Musk, Starlink.


Un satélite en el limbo
En diciembre de 2020 se aprobó el crédito CFA011501 a través del Organismo Internacional de Crédito Corporación Andina de Fomento (CAF) – Banco de Desarrollo de América Latina para el desarrollo y fabricación del tercer satélite nacional, ARSAT-SG1. El préstamo total asignado era de 243.800.000 dólares, al que se sumaría el aporte local de 22.000.000. Estaba previsto que se lanzara este año, pero ya sufrió varias postergaciones.
"Hasta la fecha, la CAF ha desembolsado un total de 160.036.979 dólares y no se cuenta con un cronograma para los desembolsos restantes", respondieron desde la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología. Agregaron que el ARSAT-SG1 "se encuentra en un estado de avance por encima del 61%, su lanzamiento se estima para octubre de 2027 y su puesta en funcionamiento para abril de 2028".
Desde el entorno de Arsat afirman que ese satélite "está frenado, tiene el crédito de la CAF ejecutado en un 55%, facturado por los proveedores del exterior el 70%. Esa diferencia de 15% no se está pagando y Arsat entrará en mora con los proveedores, con el riesgo de acciones judiciales y que la entrega de componentes críticos se cancele (…) El SG-1 está parado desde que asumió Milei, la plata de la CAF la está ejecutando el Gobierno, pero los dólares van al BCRA y no se pueden usar para pagar lo que se debe del satélite, ni los componentes faltantes".
"La semana que viene habría una reorganización del proyecto, pero lo tomamos con pinzas porque los créditos que tuvimos se usaron para reservas. La ejecución presupuestaria del año pasado fue nula, no llegó ni a 500 mil dólares lo que se pudo ejecutar de los créditos cuando teníamos programados 62 millones. Entre eso estaba programada la reserva del lanzador, que no se hizo", apunta Ezequiel Mc Govern, delegado en Arsat.
"Quitaron todo lo que es inversión y pagos a los desarrollos. Ahora no hay un horizonte –cuestiona Billiani- Arsat garantiza la posición orbital de Argentina con un satélite: cuando deje de estar operativo, necesita otro". ¿Por qué es importante preservar ese lugar? "Estás extendiendo la soberanía nacional a la órbita: es como una extensión de tu soberanía en una franja del Espacio. El tráfico de información a través de un satélite conlleva mucha plata. Si eso lo perdés, puede explotarlo otro país. Es un montón la cantidad de dinero que se puede generar", insiste el operador de red.
De hecho, el desinterés estatal no se justifica –como argumentan en otros casos- por costos y pérdidas. Al contrario. Arsat es una empresa superavitaria que en 2024 ganó seis veces más que en 2023. Así y todo, proyectos parados y sueldos congelados.
Con juicio y sin aumentos
Hasta fines de 2023 estaban vigentes las decisiones administrativas según las cuales los salarios de quienes trabajaban en Arsat aumentaban según las paritarias del sector de telecomunicaciones. En 2024 los incrementos fueron los de la Administración Pública Nacional y, desde agosto último, quedaron congelados.
"Están cobrando, en términos reales, menos de la mitad que en noviembre de 2023 por decisión del Gobierno nacional", difundió Defendamos la Ciencia. Previo al congelamiento, ya desde fines de 2023 se reclama por el incumplimiento del aumento acordado con Foetra, el sindicado que tiene representación oficial. Ese reclamo está judicializado.

"El poder adquisitivo se derrumbó de manera atroz", define Pablo Eibuszyc, delegado de Foetra. Eso explica la gran cantidad de retiros voluntarios aceptados. "Prácticamente no hubo reemplazos y los que quedan están sobrecargados, los usan para tapar agujeros, los cambian de sector. Y la empresa no está en crisis, es superavitaria, con ganancias muy grandes. Con un datacenter que es uno de los más grandes de la región, dos satélites en funcionamiento que usan un montón de organismos y empresas de varios países y pagan en dólares", destaca.
El futuro, apunta, huele a negocios privados. "Milei busca recrear negocios con sectores afines a él. Si Arsat da cobertura de conectividad a escuelas y hospitales en lugares remotos y de pronto desmantelás o desinvertís en la red de fibra óptica y viene Musk y firma un contrato por cada antena que pone, se transforma en un negocio gigantesco. Él apunta a eso. El tercer satélite está frenado, cuando está demostrada la importancia de tener satélites propios. Podría ser una fuente de ingresos, pero prefieren desinvertir. Y el proyecto está ahí, vegetando".
«Hacer Bolsa» Arsat
Los primeros días de marzo se llevó a cabo en Barcelona, España, el Mobile World Congress 2025 (MWC), señalado como el evento global más importante de la comunicación móvil. Allí estuvo Dario Genua, secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología de Argentina. En una entrevista para el portal DPL News, confirmó los planes de la gestión de Javier Milei para Arsat.
"El gobierno fue claro con lo que tiene que ver con empresas del Estado: quiere privatizar. Si bien Arsat no quedó dentro del decreto de privatizaciones, la compañía tiene un camino de desarrollo signado por su salida a la bolsa. Esa es la idea por el momento", dijo.
Ya en octubre del año pasado el presidente de Arsat, Mariano Greco, había afirmado que la compañía pública de telecomunicaciones se preparaba para realizar una Oferta Pública de Acciones en este 2025. El 51% de las acciones son de clase A, propiedad del Estado, y no se pueden vender. El 49% restante, sí. En aquel momento, según consignó DPL, Greco no detalló qué porción saldría a la Bolsa.
"Es evidente la clara predilección del gobierno de La Libertad Avanza (LLA) por Starlink y el rechazo por las capacidades desarrolladas por empresas nacionales, ya sean estatales (nacionales y provinciales) o privadas", escribió la semana pasada Guillermo Rus, ex director de Arsat. Y añadió: "No es ningún secreto que el modelo neoliberal extremo que propone LLA busca incrementar las ganancias de los capitales globales anulando cualquier resistencia a su despliegue. Lo notable es suponer que esto va a redundar en una mejor calidad de vida para quienes habitan en el territorio argentino".
Una cuestión de soberanía
"Cuando apretó el botón y el satélite partió, la ingeniera electrónica Ana Caumo giró, levantó su pulgar y miró a cámara. Aunque todo un país estaba pendiente del despegue, viéndolo por televisión, su familia sintió que ese gesto estaba dedicado a ellos. Reunidos con camisetas de Argentina y la emoción a flor de piel, acompañándola y apoyándola, nadie pudo contener las lágrimas. Ana había sido la responsable del equipo encargado de fabricar, probar y lanzar al espacio al ARSAT-1, un hito que convirtió a nuestro país en una de las únicas ocho naciones que desarrollan, producen y operan sus propios satélites geoestacionarios", escribieron en este diario Valeria Edelsztein y Claudio Cormick, investigadores de Conicet.
No era el primer satélite argentino –en los '90 se habían puesto en órbita los Satélites de Aplicaciones Científicas- pero sí fue el primero geoestacionario: que orbita a 36.000 km del centro de la Tierra, siguiendo una trayectoria sobre el ecuador y rotando a la misma velocidad angular que nuestro planeta. "Tenerlo permanentemente sobre nuestras cabezas es como contar con una antena gigantesca que ofrece servicios de telecomunicaciones, transmisión de datos y televisión digital, y conecta entre sí y con el resto del mundo a los pueblos más alejados de la Argentina".
Ese día, el 16 de octubre de 2014, "se escribió un nuevo capítulo en la historia de la soberanía argentina en ciencia y tecnología, motivo de orgullo para nuestro sistema educativo público y nuestras universidades nacionales". Porque la cuestión satelital es, también, una cuestión de soberanía.
Como escribió Guillermo Rus, ex director, Arsat "produce soberanía. Soberanía en el espacio, ocupando y explotando las posiciones orbitales de la Argentina; soberanía tecnológica, diseñando y desarrollando satélites con ingenieros y técnicos formados en el país, mayoritariamente formados en universidad públicas y gratuitas; soberanía en las comunicaciones, evitando que los datos pasen o se alojen en territorios extranjeros; soberanía económica, generando divisas para el país y evitando incurrir en importaciones de servicios; y sobre todo, soberanía política para ser dueños de nuestro destino y establecer que Argentina es un país donde se diseñan, fabrican, operan, y tal vez más adelante se vuelvan a lanzar, satélites".
Fuente:
https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/motosierra-hasta-en-el-espacio-sin-inversion-en-arsat/