Pierre Menard, autor de Vaca Muerta

24.11.2025

El debate sobre una Argentina productiva permite miradas distintas.

Por Eduardo Fidanza - Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Fundador y director de Poliarquia Consultores. Analista político e investigador social. Ex columnista semanal del diario La Nación. Miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo. Ex profesor titular regular de la UBA.

En un juego literario, podría asimilarse el debate sobre Vaca Muerta a la lectura de un texto que cada lector puede reescribir según su interpretación, cuyo género podría ser la literatura fantástica o la científica, la panacea o la relatividad. Resulta clave la recepción que cada uno haga de él. En rigor, el tema del relato es la abundancia de la Argentina y los múltiples significados que se le han atribuido y se le atribuyen. En este sentido, la lectura popular de Vaca Muerta parece repetir la pauta: antes que un yacimiento excepcional de hidrocarburos, es el significante de la riqueza de un país tocado por los dioses. Sin embargo, según Bourdieu, ya no existen las palabras inocentes: "riqueza" es un término inscripto en una red de intercambios simbólicos donde subyacen relaciones de fuerza políticas y económicas. Cómo se crea la riqueza y cómo se la distribuye constituye una disputa clásica entre el peronismo y el liberalismo en la Argentina. Más aun ahora, que uno de los polos, recargado, administra el poder.

El sociólogo Hernán Fair efectúa un análisis del discurso menemista en torno a esta noción. Resulta interesante por las similitudes entre aquella época y esta. En aquel momento el gobierno equiparó, mediante la convertibilidad, la moneda argentina a la norteamericana, propiciando "relaciones carnales" con el país del Norte. En la actualidad, alinea absolutamente la economía, la política y las relaciones internacionales con EE.UU. En los dos casos existe un maridaje entre riqueza desaprovechada, identificación con la principal potencia mundial y optimismo acerca del futuro de una nación que si corrige el rumbo volverá a ser una potencia, como lo fue en el pasado. Fair atribuye el "destino de grandeza", que menciona Menem en su discurso inaugural, a la tradición liberal de los padres fundadores, que diseñaron de la nada instituciones e infraestructuras copiadas de los países desarrollados. Una nación para un desierto, usando la expresión de Halperín Donghi, que dejaría pronto de serlo. Lo reemplazaría la pampa húmeda, los millones de hectáreas de trigo y maíz y el ganado vacuno que produciría, según la creencia arraigada, la mejor carne del mundo.

La pampa húmeda es hoy Vaca Muerta, en la imaginación tanto como en las proyecciones. Transcurridos los años, los sueños y las frustraciones, está sometida, no obstante, a un intenso debate entre optimistas y relativistas. La polémica posee dos dimensiones: una es la relevancia que tendrá para la economía; la otra, más honda, es el diseño de país que podría sobrevenir cuando termine de madurar, hacia 2030. Paradigmática del optimismo moralizador de los liberales fue una reciente intervención de Ricardo Arriazu, economista de referencia del oficialismo. Sostuvo que la Argentina es el país de las oportunidades perdidas, porque se equivocó protegiendo a sectores que no tenían ventajas, como la industria y el campo, en perjuicio de otros que sí las poseían. Ese error provocó la desconfianza de los agentes económicos, que aún hoy dificulta las inversiones en Vaca Muerta y en la minería. "Hablé por primera vez de Vaca Muerta en 2011 –recuerda Arriazu– y el miedo no eran los recursos, sino malgastarlos… El problema siempre es la Argentina". Y agregó sobre la minería: "Está como Vaca Muerta en 2013. El tema es que, a diferencia de la energía, esto requiere mucho dinero y tiempo, y eso no se logra sin confianza".

Según Arriazu, la desconfianza proviene del proteccionismo. Previniéndose, el economista tucumano introduce una diferencia entre energía y minería. "El país trae barcos para GNL y no hizo la planta en tierra firme porque si en un tiempo alguien dice 'exprópiese', me llevo el barco. En minería no se puede: el dinero hay que enterrarlo". A pesar del recelo, Vaca Muerta, por el contrario, se consolida. Arriazu recuerda las cifras del balance energético: de un déficit de 5 mil millones de dólares, en 2025 habrá 9 mil millones de superávit; en 2026, 13 mil millones y en 2027, 20 mil millones. Para Arriazu, la relevancia de Vaca Muerta impactará favorablemente sobre la macroeconomía, mientras se mantenga una férrea disciplina fiscal. Según observa, el apoyo masivo de EE.UU. juega un papel crucial en este proceso. El swap otorgado por el Tesoro americano, que el gobierno argentino puede utilizar de acuerdo a sus necesidades, incrementará la confianza de los inversores. "Es como caminar de la mano de JP Morgan", remata sin sonrojarse.

Esta es la importancia de Vaca Muerta y del sector minero para la economía, según este consultor liberal. Pero su apreciación no concluye allí. Agrega un balance de ganadores y perdedores que puede entenderse como un indicio del país que podría configurarse al cabo de la transición energética y minera. Arriazu sostiene que el gran perdedor de este modelo será el Gran Buenos Aires, el territorio, según él, privilegiado del proteccionismo. El nuevo esquema productivo generará un cambio económico y demográfico cuyo crecimiento ocurrirá lejos del Conurbano, que disminuirá el acceso a servicios e industrias. Por eso, advierte sobre la posibilidad de tensiones políticas y sociales que se podrían generar. "Todo cambio es muy destructivo, traumático y problemático", avisa. Algo parecido argumenta el politólogo Andrés Malamud, poniéndoles nombre a los contrincantes: si le sale bien, lo que estima difícil, el triunfo de Milei sobre el peronismo será antes demográfico que político. Se trata de segregar al GBA, haciendo que los jóvenes se muden al interior, donde estará el epicentro del nuevo sistema productivo.

Una nota de Juan Carlos Hallak y Andrés López, publicada en La Nación esta semana, sepulta el optimismo de los liberales e introduce un concepto que ellos ignoran: el desarrollo. Argumentan estos economistas, con fundamento, que la riqueza en hidrocarburos y minerales podrá mejorar la macroeconomía, pero no alcanzará para convertir a la Argentina en Australia, Canadá o Noruega. Tampoco, suponemos, para desarticular el Conurbano. La riqueza está o podría estar en otra parte: desarrollar una estructura productiva y exportadora más compleja y diversificada, sumando actividades de todo tipo que agreguen valor en el agro, la industria y los servicios. En parte esta trama ya existe, solo hay que visibilizarla, escriben Hallak y López.

¿Quién es el más inteligente lector del clásico titulado "La abundancia argentina" en tiempos en que las palabras perdieron la inocencia? ¿Quiénes están interpretando mejor a Vaca Muerta, los liberales o los desarrollistas? ¿Puede el análisis de los datos arrojar un diseño tan disímil de país?

Borges imaginó con ironía a Pierre Menard, el lector superlativo que supera a Cervantes escribiendo Don Quijote exactamente como el original. ¿Habrá un Menard para el famoso yacimiento? Uno que se lo apropie y lo (des)escriba igual, pero distinto, lejos de la hipérbole de un país que, como el caballero de la triste figura, se autoconvenció de una grandeza que nunca tuvo.

Fuente:

https://www.perfil.com/noticias/columnistas/pierre-menard-autor-de-vaca-muerta-por-eduardo-fidanza.phtml