Uspallata vuelve a decir NO al proyecto minero San Jorge

Vecinos y asambleas de Uspallata rechazan la minería de cobre a cielo abierto, alertando por la contaminación del agua y enfermedades asociadas.
Uspallata vuelve a decir NO al proyecto minero San Jorge y desnuda el costo humano y ambiental de la minería.
La minera San Jorge vuelve a la carga. Más de una década después de que la Legislatura de Mendoza rechazara su instalación por los riesgos ambientales y sociales, la empresa busca nuevamente explotar cobre a cielo abierto en Uspallata. Pero el pueblo no olvida: ya dijo NO una vez, y hoy, vecinos, asambleas y organizaciones se exponen, cara a cara, para defender el agua, la salud y la vida.
En la reciente audiencia pública, las voces de Aníbal Guiser Gleyzer y Marcela Witt pusieron palabras precisas a la preocupación colectiva. Guiser Gleyzer propuso medir el tiempo de exposición no en minutos, sino en litros de agua pura. Según el propio estudio de impacto ambiental de la minera, la planta consumiría 141 litros por segundo del arroyo El Tigre. En cinco minutos —el tiempo de un orador— se perderían 42.300 litros de agua cristalina, equivalente a 40 mil dólares si se embotellara. "Esa agua es patrimonio de todos. No somos conscientes del valor real de lo que nos da la naturaleza", señaló.
Pero el problema no es solo cuánta agua se usa, sino en qué se convierte. Witt, bioquímica, explicó que el proceso de extracción requiere añadir productos químicos peligrosos. Aunque el proyecto no incluya cianuro o ácido sulfúrico, usará ANFO (nitrato de amonio con combustible) para fracturar la roca, liberando partículas que se dispersan por el aire, el suelo y el agua. El contacto con estos contaminantes —por inhalación, ingestión o a través de la piel— sumados a otros productos químicos que utiliza la minería para extraer el cobre, se advierten en emprendimientos similares, un significativo aumento de enfermedades y riesgos severos , entre ellos:
- Metahemoglobinemia: dificulta que la sangre transporte oxígeno, provocando falta de aire, fatiga extrema y riesgo de daño cerebral.
- Enfermedades respiratorias crónicas: asma, bronquitis, deterioro pulmonar.
- Trastornos neurológicos: pérdida de memoria, dificultades cognitivas, temblores.
- Enfermedades metabólicas y autoinmunes: hipotiroidismo, diabetes tipo 2, artritis autoinmune.
- Afecciones musculares y nerviosas: debilidad generalizada, calambres persistentes.
- Irritación ocular grave y lesiones cutáneas.
Estos impactos no solo afectan a quienes trabajan en la mina, sino a toda la población que comparte la cuenca hídrica: cultivos, ganado, fauna silvestre y, en consecuencia, la economía regional.
La resistencia en Uspallata no es un capricho, es memoria y supervivencia. El pueblo ya rechazó el proyecto una vez, porque entendió que en Mendoza el agua no sobra y que la agricultura, la vitivinicultura y la vida misma dependen de su calidad. Hoy, las comunidades vuelven a organizarse en asambleas, caravanas y redes de apoyo para frenar esta segunda embestida. Saben que una vez contaminada, el agua no vuelve a ser la misma, y que las promesas de "progreso" conllevan costos que no figuran en ninguna planilla: enfermedades, muertes prematuras, pérdida de biodiversidad y un paisaje irreversiblemente dañado.