LA MUERTE NO SANTIFICA NI EXCULPA

Por Alejandro Olmos Gaona
La muerte no santifica ni exculpa a nadie de acciones reprobables que pueda haber hecho, pero ante ella, lo mínimo que se puede pedir es respeto, y no embarcarse en embarrar a quien ya no está más y no puede defenderse de acusaciones, aunque puedan ser justificadas.
Como en la Argentina y en otras partes, la calumnia, la difamación, el chismerío resulta habitual, y ahora especialmente en las redes para que circule más, hay ciertos sujetos, que se han dado en calumniar y difamar al Papa Francisco, haciendo referencia a unas pocas cuestiones dudosas en las que habría intervenido. Una de ellas la acusación difundida por el mercenario Verbitsky, de que habría denunciado a dos sacerdotes Yorio y Jalics, o que los habría entregado, lo que fue materia de acciones judiciales, ampliamente publicitadas por Luis Zamora. Jalics declaró públicamente hace años que había estado equivocado, y se dio cuenta que nada debía reprocharle al Papa, y el Sr. Zamora, utilizando su torcida dialéctica, sostuvo que seguramente el Vaticano lo había presionado para que se desdijera de sus anteriores declaraciones.
Y naturalmente la muerte del Papa, ha sido aprovechada por aquellos que solo les interesa enlodar a la iglesia, adjudicándole todo tipo de canallerías, utilizando un lenguaje propio de sectarios, que son incapaces de ver la totalidad de las cosas, y solo toman una parte para tratar de destruir el todo.
Seguro que el Papa se habrá equivocado muchas veces, porque el mismo lo reconoció, pero las que tuvo son insignificantes al lado de su trabajo pastoral, su sencillez, la humildad de sus actos conocida desde que era Arzobispo de Buenos Aires. Además, la relevancia de sus encíclicas, de sus documentos, de sus gestos durante su papado, reconocido en el mundo entero, donde visitaba a los pobres, a los presos, a todos aquellos olvidados de los que nadie se acuerda, excepto para despreciarlos o pedirles su voto.
Claro que muchos lo criticarán por su posturas de un lado y del otro, y pocos los que podrán mirar con el necesario equilibrio todo lo que hizo, y los enormes esfuerzos para cambiar tradiciones y costumbres de la iglesia que nada tenían que ver con el mensaje evangélico. Lo del Opus Dei es uno de los ejemplos, ya que además de cuestionarlos y rebajarlos de categoría les exigió que cambiaran sus estatutos, y una dos veces se los rechazó porque no se ajustaban a lo que él entendía que debían ser.
Es lamentable en muchos que conozco, y que he bloqueado en esta red, carezcan de la prudencia necesaria para considerar a un personaje extraordinario como fue Francisco, limitándose a frases que quizás no gustaron, ha conceptos tradicionales de la iglesia que sostuvo y fueron repudiados por los "progres", sin entrar a ver la totalidad de ese
ser humano, que además de haber hecho transformaciones necesarias, nos dejó un legado de espiritualidad y de verdadera humanidad, más allá de equivocaciones que pueda haber tenido.
Y como lo escribí hoy, hasta el último momento de su vida, y haciendo un esfuerzo sobrehumano fue a visitar a unos presos y tuvo el resto necesario para dar la bendición al mundo.
Seguramente va a descansar en paz en la Casa del Padre, quien lo llevará a contemplar la luz de su rostro.