MI DESCONOCIDO PADRE

Por Alejandro Olmos Gaona
Hoy quiero recordar a mi padre, porque se cumplen 25 años de su muerte, después de haber luchado durante años por las buenas causas de la Patria, no participando nunca de los fundamentalismos sectarios, que tanto mal, nos han hecho durante décadas. A pesar de todo lo que trabajó durante su vida, solo en algunos ambientes políticos se lo conoce, y generalmente se lo recuerda por su infatigable investigación sobre la deuda externa argentina, como si hubiera sido lo único que hizo en sus 76 años de vida, ya que todo lo anterior es casi totalmente ignorado.
Nació en Tucumán el 1 de mayo de 1924, siendo muchos de sus antepasados importantes figuras de la política provincial, como su abuelo José Antonio Olmos, que, a través de uno de los tantos fraudes de esa época, fue elegido gobernador de la provincia por decisión de su amigo el entonces presidente Manuel Quintana. Pero además llevaba la sangre de fundadores de ciudades, conquistadores, encomenderos, y otros personajes en todos los cuales podría encontrarse todo lo bueno y lo malo de lo que es capaz un ser humano. De joven se envanecía de sus antepasados, pero con el paso de la militancia política y su acercamiento a los más carenciados fue alejándose de prosapias y envanecimientos.
Vino a Buenos Aires a los 10 años. Siendo alumno de colegio secundario, y teniendo 14 años comenzó su carrera periodística con un programa en LRA1 Radio Nacional, realizando comentarios sobre cuestiones históricas y políticas. Quizás lo oportuno de ellos le llamaron la atención al Ministro de Marina, almirante León Scasso, que se asombró al recibir a un chico de pantalón corto, con el que habló de las circunstancias política derivadas del gobierno del Dr. Ortiz que recién comenzaba, y a pesar de esa edad tendría un entrañable vínculo con el marino hasta la muerte de este.
Siendo miembro de la Unión Nacional de Estudiantes Secundarios, llevó a cabo una intensa militancia política fuera de las líneas partidarias, pero siempre dentro del nacionalismo. Durante sus estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires tuvo amistad con los integrantes de FORJA, con José Luis Torres, el Padre Leonardo Castellani y otros vinculados a esa corriente política.
En 1943 fue partidario de la Revolución, siendo parte de los grupos que apoyarían a Perón al comienzo de su gobierno. Cuando se firmó el Tratado de Chapultepec, y Argentina finalmente declaró la guerra a las fuerzas del Eje, mi padre presentó un recurso ante la justicia federal intentando impugnar el mismo. Su acción contó con apoyo dentro del Partido Único de la Revolución Nacional —la alianza formada por la Junta Renovadora de la UCR, el Partido Laborista y el Partido Independiente que daría origen al Partido Justicialista— y un grupo de diputados encabezado por John William Cooke que votó en contra de la disciplina partidaria, argumentando que el Tratado condenaba a la Argentina a la pérdida de su soberanía nacional, al someterse a compromisos con los EE.UU.
Sus relaciones con el gobierno de Perón fueron difíciles y extremadamente conflictivas y continuarían así ya que, en 1947, cuando el director general de Fabricaciones Militares, Gral. Manuel Savio, presentó el proyecto del Plan Siderúrgico Nacional —que se convertiría eventualmente en la Ley 12.987, llamada "Ley Savio"—, mi padre protestó enérgicamente contra la participación de una empresa estadounidenses en el emprendimiento y la garantía de rentabilidad que se le ofrecía, además de mostrar los antecedentes poco recomendables de la misma. El diputado Cipriano Reyes se hizo eco de la impugnación y la presentó a la Cámara de Diputados, dando lugar a un debate muy significativo. Además, inició una nueva acción legal contra el Poder Ejecutivo, al considerar que el estado no podía asociarse con una empresa extranjera de dudosos antecedentes.
La denuncia contra Perón, determinó que -caso único en la historia- el Presidente a través de un Decreto lo exonerara de las funciones públicas que tenía en la Dirección Nacional de Aduanas y en el Banco Central, además de ser calumniado por la mayoría de los legisladores justicialistas, con excepción de unos pocos con los que tenía amistad, y algunos diputados radicales como su amigo Arturo Frondizi
Todo el proceso de impugnación de mi padre a lo que sería la constitución de Somisa con una empresa extranjera y la tumultuosa sesión de Diputados fue materia de un largo capítulo del libro "La Patria y su Destino" donde José Luis Torres relató lo ocurrido. A partir de allí y al haberse quedado literalmente en la calle, por decisión del gobierno, se le cerraron las puertas, aún de muchos amigos del nacionalismo, y cuando debió estar acompañado por un abogado para un informe In Voce en la Cámara Federal, todos se hicieron los distraídos porque no querían comprometerse con alguien tan enfrentado al gobierno. Mi padre rescataba el ofrecimiento que le hizo el Dr. Alfredo Palacios quien lo acompañara a ese acto en los tribunales, y con el que tenía amistad a pesar de sus diferencias políticas.
En el año 1949, fue designado por su amigo el Dr. Alejandro von der Becke, que era Presidente del Concejo Deliberante de Vicente López, como Secretario de ese cuerpo, siendo tiempo después expulsado a punta de pistola, junto con su amigo, por haber denunciado la corrupción de muchos de sus integrantes, a quienes describió con lujo de detalles en un informe presentado al Control de Coordinación de Informaciones de Estado» (CIDE), organismo que antecediera a la SIDE.
En 1950, junto con David Uriburu, el Coronel Arturo Saavedra, John W. Cooke , el Almirante León Scasso, Alberto Ezcurra Medrano y otros fundaron la Comisión Popular para la Repatriación de los Restos de Rosas, cuyo objetivo era el traslado de los restos del caudillo porteño como parte de su estrategia de rehabilitación del nacionalismo histórico de éste, la que no tuvo ningún resultado, ya que para el gobierno justicialista era una cuestión que no interesaba. En esos años dio conferencias junto a personajes como Ernesto Palacio, Carlos Ibarguren Uriburu, José María Rosa, Carlos Steffens Soler, y otros que también pugnaban por la reivindicación de Rosas. Su predica determinó un virulento enfrentamiento con el Coronel Bartolomé Descalzo, presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, que había negado la amistad existente entre el General San Martín y Rosas, y opuesto a cualquier forma de reivindicación de este.
En 1953, por mediación de Cooke, visitó a Perón, a quien le propuso la creación de una Secretaría de Asuntos Latinoamericanos, para impulsar la integración económica de nuestros países, aunque su proyecto no tuvo ninguna concreción.
Mientras, se reunía con los grupos del nacionalismo que empezaban a cuestionar ciertas decisiones del Presidente, y que se agudizarían cuando se firmó en 1954 el contrato con la California Argentina, subsidiaria de la Standard Oil, a quien se le entregaron 48.000 kilómetros cuadrados en el Sur para la explotación petrolera.
El 13 de noviembre de 1955, justo el día de la destitución del Gral. Lonardi, vio la luz el primer número de "Palabra Argentina", un periódico que reivindicó los derechos del proscrito peronismo, denunció la complicidad del embajador de Estados Unidos, Spruille Braden, con Pedro Eugenio Aramburu, y los desmanes cometidos por su gobierno de facto, entre ellos la feroz persecución a personas de intachable trayectoria como el ministro de Salud Pública Ramón Carrillo. En ese primer número, donde en una larga carta abierta al gobierno provisional si bien defendió los logros del peronismo, reconoció que durante el gobierno de Perón: " el país presenció la anulación de la libertad de opinión y el silenciamiento de la crítica, el monopolio de la prensa a favor del Estado, el servilismo y la obsecuencia, el enriquecimiento ilícito de funcionarios. Yo mismo sufrí graves sanciones del régimen peronista. He sido procesado y detenido, privado del derecho a ejercer funciones públicas e imposibilitado de escribir en una prensa que solo aplaudía y tenía miedo a señalar errores…legisladores, funcionarios y jueces se sometieron personalidad del entonces Presidente Perón. El país presenció la más odiosa de las obsecuencias y el más exagerado fanatismo. El nombre del Presidente llenó la crónica parlamentaria, en la misma medida que las calles, plazas y ciudades lo adoptaban. Los homenajes constituyeron una carrera en la cual todos querían ser los primeros en la meta en su aspiración al premio", En ese momento se produjo un quiebre con sus amigos del nacionalismo, porque no acordó que se sumaran al golpe militar, y que a la caída de Lonardi, también fueron objeto de persecuciones.
Su semanario sería clausurado en repetidas ocasiones por el régimen de Aramburu, y mi padre encarcelado varias veces en la vieja cárcel de la Avenida Caseros donde lo visité siendo muy chico, y donde estuvo encerrado con prominentes figuras del gobierno de Perón y destacados sindicalistas.
Durante la denominada "Revolución Libertadora" denunció ante la justicia el robo del cadáver de Eva Perón, y pidió el procesamiento del Secretario de la Comisión Nacional investigadora, que se hacía llamar "Capitán Ghandi" usurpando un grado militar que no le correspondía.
En 1957, un año después del fusilamiento de militantes peronistas, y militares que se habían alzado contra el gobierno de Aramburu, entre ellos su primo el Coronel Ricardo Ibazeta, organizó una marcha del silencio en homenaje a los fusilados. En virtud del Decreto-Ley 4161/56 de Prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista, el gobierno ordenó su captura, y debió pasar a la clandestinidad. Viajó a ver a Perón en 1957 y 1958 y fue testigo del pacto Perón Frondizi, oponiéndose al mismo desde las páginas de su periódico y teniendo fuertes discusiones con Scalabrini Ortiz que apoyó la celebración de ese acuerdo. Mi padre –viejo amigo de Frondizi, aunque distanciado de este, sabía que ese acuerdo era de imposible cumplimiento, y jamás se llevaría a cabo, en una visión distinta que contrastaba con la de Scalabrini y Jauretche.
Durante el período de la resistencia peronista, su semanario llegó a imprimir más de 300.000 ejemplares, leyéndolo más de un millón de personas que se lo pasaban de mano en mano, como se lo aseguró Cooke en una carta a Perón, y fue el órgano más importante de la llamada "resistencia". Sin embargo en todas las historias relacionadas con ese período a mi padre lo silenciaron inexplicablemente.
Al poco tiempo de asumir Frondizi, y ante el conflicto producido en el frigorífico Lisandro de la Torre, viajó a ciudad Trujillo, para entrevistarse con Perón y Cooke. En su periódico publicó una entrevista al general, y nuevamente fue a parar a la cárcel donde estuvo más de 8 meses detenido. Años después siguió publicando con alternativas su periódico, que jamás recibió ayuda económica de persona alguna.
En 1965, debido a la ayuda económica del Gral. Raúl Tanco, publicó "Palabra Argentina" como diario, no pudiendo subsistir más de unas dos semanas, ya que la ayuda prometida de importantes legisladores peronistas, nunca se concretó, con la excepción de su amigo el Dr. Edgar Saa, que, en 1973, sería Procurador del Tesoro de la Nación. Su problema de siempre, fue no pertenecer a ninguna de las líneas del movimiento peronista, ni haber estado nunca afiliado al partido. Eso lo hacía un marginal, ya que no era orgánico ni respondía a conducción alguna
En 1975 su amigo Roberto Ares que era ministro del Interior, lo nombró asesor en su gabinete, hasta el 24 de marzo de 1976, cuando el gobierno fue depuesto por la junta militar, dando origen a la dictadura que todos conocemos.
Sus investigaciones sobre el endeudamiento externo de la Nación lo llevaron a que el 4 de abril de 1982 presentara una denuncia contra José Alfredo Martínez de Hoz y otros funcionarios de la dictadura cívico - militar por la contratación de la deuda externa, de la que afirmaba se había tomado de manera ilegal. Llevaría adelante la causa durante 18 años, fundando el Foro Argentino de la Deuda Externa para promoverla. En 1990 publicó en forma de libro su alegato con el título "Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron".
Pocos meses después de su muerte El juez en lo criminal y correccional federal, Jorge Ballesteros dio por terminada en forma definitiva la causa penal el 13 de julio de 2000, dándose por probados más de 470 ilícitos., declarando que dichos delitos estaban prescriptos, por lo que ninguno de los implicados enfrentó pena alguna. También publicó un libro sobre el fraude de las acciones telefónicas, que fuera materia de causas que iniciara en la justicia federal, como así también por la privatización de Aerolíneas Argentinas.
A su iniciativa se debió, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, la creación de una Comisión de Ilícitos en el Senado; fue asesor de ésta y de la comisión senatorial de economía hasta 1989. En el interín, integró la delegación argentina ante la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra entre 1986 y 1987. Siguió trabajando en la investigación de la deuda, aportando a la justicia penal pruebas, solicitando medidas, hablando con los peritos de la causa, recorriendo el país, y viajando a Europa, contando la estafa del endeudamiento argentino, a pesar de su ceguera progresiva y el precario estado de su salud.
Nunca tuvo la menor colaboración de político o legislador alguno, en su trabajo sobre el endeudamiento, ya que, en los pasillos del Congreso, que transitaba, explicando lo que surgía de las investigaciones lo llamaban "el loco de la deuda". Solo algunos pocos legisladores, como los radicales Luis León senador por el Chaco, el diputado socialista Alfredo Bravo, el diputado radical Sergio Montiel y algún otro lo apoyaron, como también algunos amigos como el Embajador Miguel Ángel Espeche Gil, Adolfo Pérez Esquivel, Alberto González Arzac, Fermín Chaves, Osvaldo Guglielmino, y unos pocos más que ahora no tengo presente.
El original de su libro "Proceso a la Revolución ", donde enjuiciaba al golpe del 55, se perdió, y solo queda el testimonio de su amigo, el Padre Hernán Benítez, que lo menciona en una carta a Perón.
A pesar de su militancia política, de acercarse al peronismo, nunca fue un hombre de partido, ni militó en ninguna de sus fracciones, diciendo siempre lo que creía conveniente, por lo cual siempre tuvo formidables resistencias, donde no se toleraba su independencia de juicio. Son muy explícitos los conceptos de Perón donde le decía a Cooke que a mi padre había que "vigilarlo", y los reparos de su viejo amigo Cooke sobre la independencia de mi padre y el no sometimiento a las directivas partidarias. Siempre estuvo del lado de los que luchan sin esperar beneficios como lo señaló con acierto Norberto Galasso, y estuvo nutrido de una ética pública totalmente ajena al mundo político, heredada de su abuelo, el Dr. José Antonio Olmos, que había sido gobernador de Tucumán en 1904, impulsado por su amigo el Gral. Roca, y que fuera destituido en 1906 por decisión presidente Figueroa Alcorta, por querer restaurar las formas democráticas, en una provincia manejada desde siempre por una oligarquía de la que era parte.
Siempre tuvo una especie de obsesión por la justicia, ya que creía que era el último refugio que tiene el ciudadano para protegerse de la arbitrariedad de los poderes públicos, y recurrió a ella todas las veces que lo creyó necesario, sin darse cuenta, de cómo las influencias políticas, ejercían su poder para desestimar denuncias, archivar causas, y nunca llegar hasta el fondo en los procesos de corrupción donde se encuentran involucrados los factores de poder.