ADIOS A LA VOZ LUCIDA DE FRANCISCO

26.04.2025

La muerte del Papa Francisco al final de la Pascua, es una metáfora de la insistencia de la idea de un hombre que como Bergoglio, intentó representar a una institución que tiene más sombras que luces, pero hay luces, que suelen ser muy brillantes. 

Por Carlos Del Frade

Para quienes venimos de la izquierda nacional latinoamericana, la historia política de la iglesia marca también, la necesidad de definir al Vaticano como la racionalidad del capitalismo, racionalidad que a veces se equipara a la crueldad del poder económico siempre dominante.

Por eso lamentamos profundamente la muerte de Francisco, porque era una voz lúcida, sensible y humanista en medio de una crueldad, que profundiza y exacerba el individualismo, el consumismo, y frente a eso, la voz de Francisco claramente en forma nítida se erigía, como una molestia para el sistema.

Su encíclica Laudato Si, para la necesidad de cuidar lo que nos queda del planeta, es una invitación a construir un sistema totalmente diferente y más humano. En forma simultánea su extraordinaria convocatoria de hacer lío a la juventud para que recupere su rol histórico, el motor de los cambios históricos en cualquier sociedad lo convierte en una luz en medio de tanta oscuridad generada por el sistema a favor de las minorías que le pone además, fecha de vencimiento al planeta.

Lamentamos profundamente la muerte de Francisco porque siendo Papa empezó claramente a dejar atrás todos aquellos momentos en donde, incluso, algunos de los sacerdotes que fueron presos y torturados durante la dictadura, tuvieron la posibilidad de confesarnos a nosotros, cuando hicimos el libro "La iglesia la construcción de la impunidad" en el año 1995, que ellos creían que Bergoglio tuvo que haber hecho algo más por liberarlos.

Más allá de esa pesada sombra Bergoglio, al ir al Vaticano eligió el nombre, Francisco por San Francisco de Asís, "el que cuidaba la casa cósmica" como mejor símbolo y síntesis de la humanidad.

Por eso me parece que hay que reconocer esa transformación humana del propio Bergoglio en Francisco que realmente lo hizo una voz indiscutible.

Para aquellos que estamos más vinculados a la teología de la liberación que surgió con el llamamiento de los 18 obispos por el tercer mundo, que surgió el 15 de agosto de 1967, diciendo que para ellos el cristianismo no tiene nada que ver con el capitalismo, sino, que el cristianismo es sinónimo de socialismo. Francisco tiene más que ver con otras posiciones, pero no por eso, posiciones que fueron realmente humanas frente a semejante crueldad que hoy está marcando el sistema.

Por eso será interesante saber cómo la iglesia latinoamericana y la argentina se preparan para continuar con el legado de Francisco, porque creo concretamente, que el Vaticano se va a alinear con el sistema dominante y no va a volver a permitir que aparezca un hombre como Francisco en el Vaticano.

Un hombre que además de hacer todo lo que hizo público en la forma interna cambios muy importantes, como darle un rol muy importante a la mujer, darle la comunión a distintas diversidades sexuales, cambios que efectivamente afectaron y mucho lo que significa la concentración neoconservadora que siempre estuvo alrededor del Vaticano por ser justamente la racionalidad del capitalismo.

Es un gran desafío pensar cuál es el lugar del humanismo en este siglo XXI que tiene tanta concentración de riquezas y que ha colonizado tantas cabezas a partir del datísmo, tratando de mutilar al ser humano haciéndole creer que solamente sos un individuo que se presenta tal como lo hace frente a un espejo.

El legado de Francisco, insisto, tiene multiplicidad y va mucho más allá de la propia religión católica, es preguntarnos hasta qué punto somos capaces de revelarnos frente a la deshumanización y frente a la ferocidad.

Por eso, con la muerte de Francisco hay un gran interrogante ¿se podrá colectivamente pensar alguna vez que en el mundo haya un humanismo que nutra a las grandes mayorías de la palabra dignidad?