El Banco Central cerró agosto con más de USD 1.100 millones de déficit y fuga de divisas

La entidad que preside Santiago Bausili dió a conocer el resultado cambiario mensual. La cuenta corriente que mostró un déficit de USD 1.133 millones.
Por Luciana Glezer
El balance cambiario del Banco Central dejó a la vista una marca registrada en la economía de Milei: mientras los privados siguen sacando dólares del sistema, el Tesoro subsiste gracias a un único prestamista de última instancia, el FMI.
El dato más llamativo del mes fue la magnitud de la formación de activos externos (FAE). El sector privado no financiero compró billetes y divisas por USD 3.188 millones netos.
Otro punto débil esta en la cuenta corriente que mostró un déficit de USD 1.133 millones. Las salidas se explicaron principalmente por pagos de intereses, un total de USD 1.164 millones; y por el déficit en servicios que restó USD 840 millones.
El único respiro vino del lado de los bienes, con un superávit de USD 845 millones, insuficiente para compensar el gasto. Esto quiere decir que Argentina sigue importando más servicios de los que exporta y pagando más deuda de lo que exporta en valor neto.
El tercer eje fue el movimiento de las reservas internacionales. El BCRA informó una suba de USD 1.120 millones, que dejó el stock en USD 39.986 millones al 31 de agosto. Pero el origen de ese alivio fue todo menos genuino: desembolsos del FMI por USD 2.073 millones, a los que se sumó el efecto valuación por USD 477 millones. Sin esos ingresos, el saldo hubiera sido negativo.
El BCRA informó una suba de USD 1.120 millones, que dejó el stock en USD 39.986 millones al 31 de agosto. Pero el origen de ese alivio fue todo menos genuino: desembolsos del FMI por USD 2.073 millones, a los que se sumó el efecto valuación por USD 477 millones. Sin esos ingresos, el saldo hubiera sido negativo.
El cuadro completo muestra que la "paz cambiaria" de agosto fue, en realidad, un espejismo. Por un lado, la dolarización privada golpea fuerte y de manera persistente. Por otro, las reservas dependen de la asistencia externa, no de un flujo genuino de exportaciones o inversión.
Esto se traduce en un riesgo evidente: si se corta el financiamiento, la presión por dolarizarse desestabiliza el mercado en cuestión de días. O dicho en tono menos técnico: agosto mostró que la estabilidad del dólar fue como una obra de teatro bien iluminada. Pero cuando se corren las luces del escenario, se ve que el decorado se sostiene con alfileres.
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