Europa, Irán y la pérdida de autonomía diplomática

Esmaeil Baqaei, portavoz de la Diplomacia iraní, advierte a The Guardian que las tensiones nucleares reflejan una crisis que cuestiona la autonomía europea.
Por Xavier Villar
En una entrevista exclusiva concedida a The Guardian, Esmaeil Baqaei, portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, ofreció una visión contundente sobre las actuales tensiones en torno al programa nuclear iraní y el papel que Europa ha decidido asumir en esta coyuntura. Lejos de ser un simple intercambio diplomático, sus declaraciones evidencian una crisis profunda que trasciende la negociación nuclear y pone en jaque la noción misma de una política exterior europea soberana y autónoma.
Una Europa que ha perdido su independencia diplomática
Baqaei no dudó en denunciar la subordinación total de las potencias europeas al control estadounidense. Señaló con dureza a Francia, Alemania y el Reino Unido, acusándolos de actuar como punta de lanza de la política de Estados Unidos e Israel en la región, siguiendo "órdenes de Trump" y adoptando roles que, en sus palabras, rozan lo irresponsable y lo servil. El mecanismo de "snapback" activado por esos países para reinstaurar sanciones contra Irán, a instancias y bajo la tutela de Washington, es en sí mismo la prueba palpable de esta pérdida de autonomía.
Este alineamiento europeo no sólo ha erosionado su credibilidad en la arena internacional, sino que también ha llevado a una flagrante crisis de confianza entre Irán y las instituciones europeas. Baqaei destacó que, pese a que Europa pretende posicionarse como un interlocutor neutral, ha sacrificado toda genuina independencia en pos de validar una agenda que no es la suya.
La crisis del derecho internacional y el doble rasero occidental
En sus declaraciones, Baqaei puso de manifiesto cómo instrumentos que deberían ser guardianes de la legalidad internacional, como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se han convertido en medios politizados para socavar la soberanía iraní. Acusó al OIEA de divulgar información confidencial iraní a Israel, facilitando ataques militares contra instalaciones nucleares iraníes, lo que violenta los principios básicos de la soberanía y la no intervención reconocidos por el derecho internacional.
Este uso selectivo y político del derecho internacional es una muestra de la hegemonía que opera bajo una retórica supuestamente legalista pero que, en realidad, aplica estándares distintos según el peso político y militar de los actores. Por tanto, la crítica implícita en las palabras del portavoz iraní no solo cuestiona a Europa por su subyugación frente a Washington, sino también denuncia un sistema jurídico internacional capturado por la lógica estratégica de las grandes potencias.
Condiciones y precondiciones: el bloqueo del diálogo
El portavoz iraní denunció, además, la imposición de precondiciones por parte de las potencias europeas que frustran cualquier avance diplomático. Poner como requisito la renuncia unilateral de Irán a enriquecer uranio más allá de ciertos niveles, sin respetar su derecho soberano a dicha actividad para fines pacíficos, no es un gesto de diálogo sino un ultimátum.
Baqaei señaló que Irán continúa abierta a la negociación y que, incluso, podría reducir la pureza del enriquecimiento a niveles estipulados en el acuerdo original de 2015 si se garantiza el compromiso real de las partes. No obstante, la insistencia europea en mantener las posturas y sanciones dictadas desde Washington convierte el diálogo en una mera pantomima, un teatro diplomático sin voluntad ni espacio para la negociación real.
El peso del mando estadounidense y la subordinación europea
El análisis contenido en la entrevista refleja un fenómeno que va más allá del conflicto con Irán: el declive estratégico de Europa como actor independiente. Las decisiones y presiones que se observan evidencian que Europa ha renunciado a construir una política exterior basada en sus propios intereses y valores, para abrazar una interdependencia pasiva, condicionada por la voluntad de Estados Unidos.
El rol de Europa se ha reducido a ejercer una diplomacia subsidiaria donde prevalecen las órdenes externas sobre los intereses regionales y globales que debería defender. Esta dinámica no solo resta capacidad de maniobra a Europa, sino que también aliena a actores clave, como Irán, que ven en estas actitudes un abandono de la promesa multilateral y un sometimiento a agendas ajenas.
El declive tangible de la autonomía estratégica europea
Más allá de las palabras del portavoz, observamos en múltiples frentes la evidencia palpable de una Europa que ha diluido sus ambiciones estratégicas. Durante los últimos años, a pesar de los discursos recurrentes sobre la necesidad de autonomía frente a Estados Unidos y la creciente hostilidad de Washington hacia sus aliados, la Unión Europea ha terminado cediendo ante la presión política y militar estadounidense en áreas clave como la defensa, la política energética y la diplomacia.
Esta renuncia ha quedado patente en decisiones concretas como la compra masiva de armamento americano — incluyendo programas como el F-35 — y la aceptación sin reservas de políticas exteriores diseñadas en Washington, en las que Europa no figura como protagonista sino como colaboradora secundaria.
El caso iraní ha dejado al descubierto cómo la UE ha priorizado su alineamiento con Estados Unidos a tal punto que la defensa de sus intereses estratégicos y económicos ha quedado en un segundo plano. Esta dinámica, reflejada en la entrevista con Baqaei, no es un accidente sino el fruto de un patrón más amplio, donde Europa se ha transformado de un actor independiente en una extensión diplomática de la Casa Blanca.
Una crisis que pone en entredicho el multilateralismo europeo
El abandono de la autonomía europea también debilita la credibilidad internacional del multilateralismo como herramienta para resolver conflictos. La incapacidad de la UE para mediar en el conflicto nuclear iraní con una voz propia y creíble repercute en la percepción global sobre la genuina voluntad europea de construir un orden mundial justo.
El sistema multilateral, sustentado en normas que pretenden garantizar la igualdad soberana entre los Estados, se ve comprometido cuando uno de sus actores principales actúa subordinado y de manera instrumental. Europa, al plegarse a políticas externas, corre el riesgo de ser percibida como parte del problema y no parte de la solución, lo que retrasa aún más la reconstrucción necesaria de la confianza internacional.
La recuperación de la autonomía: un reto pendiente
Recuperar la autonomía estratégica no es solo un imperativo político para Europa, sino una cuestión de supervivencia geopolítica. La dependencia inexplicable y prolongada de Estados Unidos reduce a la Unión Europea a un papel secundario, debilitando su influencia y poniendo en riesgo su capacidad para defender intereses propios y dar respuesta eficaz a conflictos globales complejos.
Mientras Europa mantenga ese estado de subordinación, estará condenada a ser un actor que replica agendas ajenas, perdiendo la confianza de interlocutores cruciales y dificultando la reconstrucción de un orden internacional justo. La recuperación de una política exterior verdaderamente independiente, capaz de mediar con legitimidad y construir soluciones sostenibles, se presenta entonces no solo como una opción, sino como una necesidad estratégica ineludible.
Europa debe hacer un cambio fundamental: dejar atrás la dependencia y el rol de seguidismo para asumir el desafío de diseñar y protagonizar una diplomacia con visión propia. Solo así podrá pasar de ser un mero espectador del conflicto iraní y otros grandes dilemas globales a convertirse en un motor de diálogo, estabilidad y respeto mutuo, cimentando un futuro en el que sus decisiones no sean dictadas desde fuera, sino construidas desde dentro.
Fuente:
https://www.hispantv.com/noticias/opinion/620907/europa-iran-autonomia-diplomatica