Cuando israel e irán eran aliados y no enemigos: un capítulo desconocido del siglo xx

14.06.2025
Declaración del Estado de Israel en 1948.  CORDON PRESS
Declaración del Estado de Israel en 1948. CORDON PRESS

Aunque hoy son enemigos declarados, Israel e Irán mantuvieron durante décadas una relación de cooperación política, militar y energética que marcó un capítulo clave -y poco conocido- del siglo XX.

En medio de una de las rivalidades más tensas y peligrosas del siglo XXI, pocos recuerdan que Israel e Irán no siempre fueron enemigos. De hecho, durante varias décadas del siglo XX, ambos países mantuvieron una estrecha alianza estratégica que choca con la realidad más actual. Tras la Segunda Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel en 1948, Irán se convirtió en el segundo país de mayoría musulmana en reconocerlo oficialmente.

En un Oriente Medio dominado por la hostilidad árabe hacia el nuevo estado hebreo, Teherán y Tel Aviv compartieron intereses comunes, colaboraron en inteligencia, petróleo y seguridad, y se posicionaron como socios frente a sus vecinos. Este capítulo olvidado de la historia revela cómo los giros geopolíticos pueden convertir a antiguos aliados en enemigos irreconciliables.

UNA VIEJA AMISTAD

Por un lado, el sha Mohammad Reza Pahlaví (el último sha de Persia que reinó de 1941 hasta 1979), gobernaba Irán con una orientación muy prooccidental que buscaba la modernización del país. Por otro, la naciente república israelí necesitaba apoyos internacionales, especialmente en medio de un mar de países árabes con los que sus relaciones iban a ser tensas o directamente hostiles.

La política pragmática del sha lo llevó a establecer rápidamente relaciones no oficiales con el recién estado independiente, que, más adelante, se transformarían en vínculos de cooperación. Israel, por su parte, de la mano de David Ben-Gurión, primer ministro de Israel, promovía la estrategia de aliarse con Estados no árabes del entorno regional con la intención de romper el aislamiento diplomático y forjar alianzas con países como Turquía, Etiopía o el propio Irán. Su intención era tener la amistad iraní para contrarrestar el rechazo al nuevo Estado judío de sus vecinos árabes.

ETAPA DE CONEXIÓN: PETRÓLEO, SEGURIDAD Y DIPLOMACIA

Así, durante el par de décadas siguientes (1950-1960), el intercambio económico y militar entre Irán e Israel creció de manera significativa, aunque se mantuvo en un nivel discreto para evitar tensiones con el mundo árabe. Colaboraban en todo tipo de asuntos: tanto a nivel energético, ya que Irán exportaba petróleo a Israel a través de acuerdos bilaterales, de lo que se beneficiaban ambas partes y también cooperaban en inteligencia y defensa.

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Los servicios secretos de ambos Estados (el Mossad israelí y el SAVAK iraní) colaboraban en la formación y la transmisión de información. La sombra de la Unión Soviética y algunos regímenes nacionalistas árabes amenazaban el statu quo, por lo que este tipo de alianzas eran más que idóneas para reforzar las redes de seguridad.

Además, pero no menos importante, Irán mantuvo un perfil diplomático bajo (sin una embajada formal israelí "visible") pero con oficinas de representación y canales de diálogo que permitieron mantener una relación fluida entre ambas regiones. La colaboración secreta con Israel continuó hasta 1979.

REVOLUCIÓN ISLÁMICA DE 1979

Sin embargo el año 1979 supuso un giro radical en el rumbo de Irán; algo que tuvo consecuencias directas con sus vínculos con Israel. Tras la caída del sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, el nuevo líder supremo, el ayatolá Ruhollah Jomeini, fundó la República Islámica de Irán y acusó al monarca de haber sometido al país a potencias externas.

Es el momento en el que se produce una ruptura total. Irán corta automáticamente relaciones diplomáticas con Israel y adopta una postura claramente pro-palestina y antiisraelí.

ADIÓS A LAS ALIANZAS

Toda esa amistad, colaboración, en materia económica, política y militar del pasado quedó pulverizada en un instante bajo la consigna de apoyo a la "liberación de Palestina". A partir de aquí, al trastocar el orden político iraní, ambos países se convierten en 'archienemigos' y el mapa geopolítico de Oriente Medio comienza a dibujarse con Teherán asumiendo el rol de principal opositor a Israel en la región. De aliados a enemigos; al principio como una 'guerra en la sombra' y, posteriormente llevando el conflicto a sus cotas más dramáticas y letales.