Donald Trump allana el camino legal con un guiño a las big tech

En su carrera contrarreloj con China, el mandatario busca que los 50 estados dejen de limitar los avances en IA. Con luz verde para las compañías, ¿quién pagará el precio del progreso?
Desde fines de 2022, la IA irrumpió en la escena pública, fue adoptada de manera masiva por el gran público y los Estados quedaron dislocados. Como si no supieran qué hacer con una revolución que se cocina a fuego rápido y da grandes saltos todos los días. Informados sobre los peligros, los gobiernos europeos, tal vez, sean quienes más esfuerzos han hecho por intentar regularla de algún modo. Esta semana, a contramano de cualquier intento de control, Donald Trump anuncia una política en sentido opuesto. A tono con su retórica, adelanta que limitará las normas sobre la IA, en la medida en que se trata de una condición necesaria para que su país siga liderando el rubro.
Así lo comunicó a través de Truth Social, su propia red social: "Debe haber un solo reglamento si queremos seguir liderando en IA... Esta semana promulgaré una orden ejecutiva de UNA SOLA REGLA. No se puede esperar que una empresa obtenga 50 Aprobaciones cada vez que quiera hacer algo". Trump sabe que, en su carrera con China, uno de los ejes estratégicos de disputa lo constituye la IA. También sabe que si no pisa el acelerador, el gigante asiático le ganará la partida.
El líder republicano firmará un decreto que limitará al máximo la capacidad de control de los estados y terminará, según él, con la "fragmentación normativa". Unificará criterios en un solo marco legal y penará, a través de la erogación de menos fondos, a aquellos estados con leyes que sean muy restrictivas en cuanto a establecer obstáculos a los desarrollos en IA.
El mensaje puede interpretarse como una granada sin escalas a Gavin Newsom, gobernador de California que consiguió hacia fines de septiembre que su estado sancionara la Ley SB53, mejor conocida como Ley de Transparencia en la Inteligencia Artificial Fronteriza. La norma, precisamente, exhorta a los desarrolladores de modelos de IA a que difundan sus marcos de seguridad, reporten riesgos y garanticen protecciones para denunciantes. Justo lo que Trump buscará eliminar.
Natalia Zuazo, especialista en tecnopolítica, señala a Página 12: "La iniciativa tiene lógica porque cuando asumió Trump dio de baja una orden ejecutiva de Biden vinculada al tema. Obviamente la regulación de la IA es uno de los aspectos que más se discuten en marcha en el mundo. En la Unión Europea, por ejemplo, las regulaciones están siendo revisadas todo el tiempo. En Argentina, incluso, hay varias provincias y municipios que tienen sus normas para desarrollarla de manera responsable y segura". Y continúa: "Desde las ideologías liberales plantean que no hay que frenar la innovación con la regulación. Es un falso dilema porque los países con regulación, como China, son los más avanzados".
La desburocratización está de moda
¿A quién beneficiará el gobierno estadounidense con esta nueva norma? Puntualmente, será un decreto a medida de sus aliados del sector privado: Sam Altman, de Open AI; Marc Zuckerberg, de Meta, y Sundar Pichai, de Google, entre otros. ¿De qué manera un mandatario puede alegrar a un CEO? A menudo, con exenciones impositivas, o bien, levantando los controles. Para hacer esto último, los funcionarios suelen hablar en términos de "desburocratización".
Aparentemente, agilizar lo máximo posible los trámites mejoraría la eficiencia de los procesos y permitiría a las compañías ser más rentables. El problema, claro está, es cuando esas empresas diseñan tecnologías de aprendizaje automático, cuyos efectos en la población aún no son ni siquiera imaginables.
En un breve lapso, las firmas responsables de crear chats conversacionales han tenido infinidad de problemas: desde producir prácticas de desinformación (al reproducir noticias falsas) hasta operar como terapeutas que recomendaban a personas depresivas terminar con sus vidas. La historia de Adam Raine sirve de ejemplo, ya que se quitó la vida a los 16 años en abril de 2025 y su familia demandó a Chat GPT por haber actuado como un "entrenador de suicidio". "Es el mejor ejemplo de que se necesita regulación, porque esa IA salió al mercado sin ser segura", apunta Zuazo.
No solo desde lo social, sino también desde la racionalidad económica, la decisión no tiene sentido. "No es inteligente no regular a la IA. Sí, EE. UU. no tiene regulaciones y el resto del mundo sí, lo que va a terminar pasando es que no va a poder vender sus productos, o bien, tendrá que gastar a posteriori un montón de plata en adaptar el diseño a los lugares donde se lo comercialice", subraya la especialista.
Los fiscales ya avisaron
A comienzos de septiembre, 44 fiscales generales firmaron una carta para plantear los peligros que los chatbots de IA implican para los niños y niñas. Buscaban alertar a compañías como Open AI, Meta, Google y Apple de que serán las responsables si sus productos provocan daños en menores. "Si dañan a los chicos, responderán por ello", apuntaban en la misiva.
Los fiscales solicitaron mayores controles a las firmas tech porque, gracias a las innovaciones que desarrollan, exponen a menores a contenido sexualizado y conductas nocivas. En aquella ocasión, afirmaron que esta situación es "indefendible" y advirtieron que las empresas comenzarían a responder legalmente por los problemas que el uso de los chats inteligentes está generando en los más pequeños.
Incluso en el país de la libertad, el entrenamiento irrestricto de la IA puede provocar --ya lo hace-- serios dolores de cabeza. ¿Será que no puede haber haber crecimiento y al mismo tiempo proteger a la ciudadanía? ¿Por qué siempre para "progresar" hay que eliminar las regulaciones y los controles?
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