En Italia, la principal central sindical prepara una huelga general en solidaridad con Palestina

El miércoles 1 de octubre, representantes del Movimiento Global hacia Gaza convocaron una rueda de prensa. La CGIL, principal central sindical italiana, confirmó allí la necesidad de una huelga general inminente, que será convocada para el 3 de octubre junto con el sindicalismo de base.
La situación de la Flotilla Global Sumud, víctima de varios ataques por parte de Israel, y el inesperado y gran éxito de la jornada de movilización y huelga del 22 de diciembre, convocada por los portuarios de Génova junto con su sindicato USB (Union Sindical de Base), han llevado finalmente a un acuerdo para una jornada de huelga general compartida también por el principal sindicato italiano, la CGIL.
Durante la conferencia de prensa organizada por el Movimiento Global hacia Gaza en el Parlamento italiano, el secretario general de la CGIL, Maurizio Landini, reiteró la necesidad de preparar una huelga general unitaria en muy poco tiempo, con el fin de apoyar la acción de la Flotilla Global Sumud. Las amenazas cada vez más realistas de un ataque final hacia la flotilla (que se terminaron concretando el día de hoy, miércoles 1° de octubre) han empujado con más fuerza aún a la central sindical a dar este giro, después de casi dos años de iniciativas contenidas y moderadas con respecto al genocidio en Palestina, sin llegar nunca a una huelga general política.
En las comunicaciones y asambleas promovidas por el sindicato, el lema es: "¡Preparémonos para la huelga general del 3 de octubre!". La convocatoria oficial se producirá mañana a primera hora de la mañana (hora italiana).
Esto hace que la movilización del movimiento obrero en Italia ya no solo sea llevada a cabo por USB y otros sindicatos de base, sino también por la ya mencionada CGIL, que cuenta con más de 3 millones de trabajadores y 2 millones de jubilados afiliados, en un país de 58 millones de habitantes.
Esto es un verdadero hecho histórico, mas tras décadas de clara división entre los sindicatos mayoritarios («confederales», CGIL-CISL-UIL) y los «de base», nacidos de las rupturas por izquierda de estos tras los ciclos de lucha juvenil y obrera de los años 70 y 80. La propia CGIL, al ver el éxito que tuvo la convocatoria de una huelga nacional por parte de la USB, se apresuró a tomar medidas, convocando una jornada de movilización y huelga parcial el viernes 19 de septiembre, que no tuvo el mismo éxito de participación en las calles que la del lunes 22, donde se manifestaron alrededor de medio millón de personas.
La presión del movimiento pro palestino y de sus afiliados, e incluso de algunos de sus dirigentes, contrariados por la división de las fechas de lucha ha obligado a la dirección nacional de la CGIL, por ahora, a eliminar la distinción artificial entre las luchas «inmediatas» contra el Gobierno de Meloni y su política económica, y la lucha contra el rearme imperialista y el genocidio en Gaza.
Así es como se están reuniendo las asambleas sindicales regionales, convocando a miles de dirigentes y delegados de los lugares de trabajo, para discutir la necesidad de la huelga y las citas de movilización de estos días. la CGIL también se ha sumado a la marcha nacional del sábado 4 de octubre en Roma, convocada por las asociaciones palestinas y ya apoyada por amplios sectores asociativos y de la izquierda.
Los otros dos sindicatos más grandes, CISL (Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores) y UIL (Unión Italiana del Trabajo), confirmaron que no quieren utilizar la huelga para apoyar al pueblo palestino y a la Flotilla Global Sumud, por miedo a enemistarse demasiado con el Gobierno y a movilizar en exceso a su base obrera. En esto, la CISL es coherente con su papel de cómplice del gobierno de Meloni (su exsecretario general, Luigi Sbarra, es ahora miembro del gobierno). Mientras, la UIL ha roto su unidad con la CGIL, tras dos años de iniciativas comunes.
Los discursos sobre la "inutilidad" de la huelga para apoyar el movimiento de solidaridad con Palestina, por los burócratas de la CISL y la UIL, se han desvanecido ante el éxito de las iniciativas del 19 y (sobre todo) del 22 de septiembre, que han vuelto a poner en el centro de la movilización la fuerza de la clase trabajadora cuando se une y lucha reivindicando su propia solución, opuesta a la del gobierno, que sigue manteniendo los lazos comerciales y militares con Israel.
Un fin de semana de movilización y lucha: ¿Cómo seguir para fortalecer esta pelea?
A dos semanas de la histórica jornada del 22 de septiembre, este fin de semana se relanzará la movilización contra el genocidio y en apoyo a la Flotilla Sumud en tres días: el 2 de octubre con manifestaciones a última hora de la tarde en decenas de ciudades, por ejemplo, en Roma, con punto de encuentro en el Coliseo a las 18:30; el 3 de octubre habrá una huelga general, con manifestaciones y bloqueos en las ciudades y puertos; el 4 de octubre habrá una manifestación nacional en Roma, en la que participarán muchas asociaciones, organizaciones políticas y sindicatos, entre ellos la propia CGIL.
¿Cómo se puede aprovechar el hecho de que la CGIL se vea obligada a "ir detrás" del movimiento? El sindicato sigue temiendo una fusión demasiado amplia y profunda entre sus trabajadores y los sectores ya activos, que reivindican abiertamente métodos de lucha radicales como el bloqueo de puertos, estaciones de tren y carreteras principales de las ciudades. Sin embargo, es fundamental que se cree una unidad entre los propios trabajadores, más allá de los acuerdos entre los dirigentes sindicales.
Como reivindicamos en la asamblea nacional de Génova, donde los trabajadores portuarios y la USB promovieron una coordinación directa con los portuarios de otros países para impulsar una ola internacional de huelgas, es importante que el movimiento se desarrolle involucrando a millones de personas, muchas más que las que se declararon en huelga en las fechas anteriores. Esto no podrá suceder si los dirigentes sindicales siguen siendo los únicos con la capacidad de convocar manifestaciones masivas y efectivas.
Por ello, es fundamental llevar a cabo asambleas y acciones de coordinación en los lugares de trabajo, en las escuelas, en las universidades y en los barrios, para que el movimiento pro palestino pueda organizarse y debatir cómo avanzar en las próximas semanas, sin depender completamente de las decisiones de los dirigentes sindicales y reivindicando la centralidad de los trabajadores en este y su unidad en la lucha más allá de las divisiones sindicales.
Los éxitos ya logrados por este movimiento solidario en Italia han entusiasmado e inspirado a todo el mundo: podrá seguir "dando el ejemplo" si la presión y la autoorganización de los trabajadores permite consolidar este histórico frente único y relanzar una oposición masiva al gobierno de Meloni, contra la complicidad con la política colonial y genocida de Israel, al militarismo y al rearme imperialista.
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