Indonesia se rebela contra las elites

Las protestas que sacuden Yakarta recuerdan los disturbios de 1998 que precipitaron la caída del dictador Suharto. La cólera social desafía al poder político de este país de casi 300 millones de habitantes y una de las principales economías asiáticas. Pero las movilizaciones en las calles también podrían ser instrumentalizadas por facciones de la propia elite.
Por Tim Lindsey - Profesor de Derecho Asiático y director del Centro de Derecho, Islam y Sociedad de Indonesia en la Universidad de Melbourne. Es experto en derecho indonesio.
Para muchos indonesios, los violentos disturbios que actualmente sacuden Yakarta y otras ciudades del archipiélago recuerdan de manera inquietante los disturbios de 1998 que acompañaron la caída del ex-dictador Suharto y de su régimen del Nuevo Orden, después de tres décadas en el poder.
Al igual que en 1998, los manifestantes han atacado el complejo legislativo y a los «políticos ricachones» que consideran que los han abandonado y empobrecido. También vandalizaron las casas de los políticos y saquearon artículos de lujo.
El comportamiento de las fuerzas de seguridad es llamativo. Si bien hay numerosos informes de violencia por parte de la policía, se dice que algunos miembros del ejército se han mantenido al margen y no han impedido los saqueos. De hecho, en un caso incluso repartieron bebidas y dinero en efectivo a los manifestantes.
Esto recuerda a muchos la implicación de los militares en los disturbios de 1998, cuando reprimieron con dureza las protestas, pero también fueron acusados de facilitar los saqueos. El actual presidente, Prabowo Subianto, entonces general de alto rango, fue destituido tras ser acusado de estar implicado en esos hechos, en particular en las desapariciones forzadas de activistas que luchaban por la democracia.
La situación en Yakarta aún no es tan grave como lo fue en 1998, pero la presencia de miles de manifestantes violentos que apuntan contra los ricos y poderosos sigue siendo una pesadilla para la elite oligárquica de Indonesia. Las protestas masivas son una de las pocas cosas que logran inquietarlos –y a veces incluso obligarlos a retroceder–. Por eso mismo, estas protestas también son vulnerables a la manipulación por parte de miembros de esa misma elite, que buscan instrumentalizar la furia pública para resolver sus propias disputas internas.
Privilegios políticos y cólera popular
En los últimos años, han fracasado las grandes protestas que pedían a los legisladores que abandonaran sus planes de aprobar un nuevo código penal represivo o su intención de desmantelar la otrora respetada Comisión Anticorrupción. Pero esto solo ha hecho que las quejas contra los políticos aumentaran. El Día de la Independencia, el 17 de agosto, algunos manifestantes incluso izaron banderas piratas debajo de la bandera nacional. Los funcionarios calificaron este acto de «traición».
Las actuales protestas callejeras comenzaron espontáneamente una semana después, el 25 de agosto, con ciudadanos que exigían la disolución del Parlamento. Los manifestantes se enfurecieron al descubrir que los legisladores se habían otorgado a sí mismos generosas asignaciones mensuales para vivienda, de aproximadamente 3.000 dólares. El vicepresidente de la cámara sostuvo que esa suma «seguía sin ser suficiente», pese a que muchos parlamentarios ya ganan más de 6.000 dólares al mes (y algunos más de 13.500), libres de impuestos.
La reacción ciudadana era comprensible: el salario mínimo en Yakarta es de apenas 325 dólares. Por eso, no es de extrañar que Indonesia esté dominada por un profundo resentimiento hacia los políticos, a quienes se considera corruptos, holgazanes y desconectados de la realidad.
El creciente agujero presupuestario creado por los costosos proyectos estrella de Prabowo -incluida la construcción de una nueva capital desde cero iniciada por el anterior mandatario- ha supuesto recortes en muchos servicios sociales básicos desde que tomó posesión en octubre de 2024, incluidos la salud, la educación y la financiación de los gobiernos locales. Los números de pobreza están creciendo y la clase media se está reduciendo. Ambos segmentos de la sociedad están sufriendo.
Como era de esperar, los manifestantes exigieron que se cancelaran las nuevas asignaciones para vivienda de los legisladores, junto con otras ventajas como los viajes al extranjero. Los parlamentarios respondieron con arrogancia, y uno de ellos incluso calificó a los manifestantes como «las personas más estúpidas del mundo».
Al principio, las protestas fueron relativamente tranquilas. Pero el 28 de agosto un motociclista de 21 años, Affan Kurniawan, que casualmente estaba haciendo una entrega cerca de las manifestaciones, fue atropellado y asesinado por un vehículo policial. El simbolismo no podría ser más brutal. Un trabajador precario de la economía de plataformas, que luchaba por mantener a sus padres con un salario miserable, aplastado por un vehículo blindado conducido por la policía, considerada popularmente como un cuerpo corrupto y opresor al servicio de la elite política. La escena parecía resumir el problema central de las manifestaciones: la codicia de la elite y su falta de preocupación por «los de abajo».
Las asociaciones de mototaxis y muchos otros grupos comunitarios se organizaron rápidamente para exigir que la policía rindiera cuentas. Las protestas se extendieron y se propagaron rápidamente por toda Indonesia. Los manifestantes más enardecidos atacaron comisarías, edificios gubernamentales y estaciones de autobuses y trenes. Lo que siguió fue una serie de saqueos e incluso ataques incendiarios, que provocaron la destrucción de varias legislaturas regionales. Hasta el momento ha habido al menos diez muertes.
Prabowo afirmó que está escuchando las quejas de los manifestantes y que la Cámara de Representantes cancelará las partidas económicas para los legisladores. Resta ver si eso realmente sucede y si, de ocurrir, se transformará en una medida duradera, dado que al presidente le interesa mantener los bolsillos de los parlamentarios llenos.
Reflejando su pasado militar y su imagen de «hombre fuerte», Prabowo también ha dicho que los manifestantes están cometiendo traición y terrorismo. Ha pedido a la policía que actúe contra ellos con «determinación».
Lucha intraelite
Estos acontecimientos constituyen claramente una amenaza para algunos miembros de la elite, pero no hay duda de que ofrecen oportunidades a otros. Algunos manifestantes creen que las diferentes respuestas de la policía y el ejército –rivales desde hace mucho tiempo por el estatus, los fondos públicos y la influencia– reflejan sus lealtades políticas contrapuestas.
Se dice que Prabowo, antiguo comandante de las Fuerzas Especiales, cuenta con el respaldo del ejército, mientras que el jefe de policía, Listyo Sigit Prabowo (sin relación de parentesco con el mandatario), es leal al ex-presidente Joko «Jokowi» Widodo (2014-2024) -ex-dirigente del Partido Democrático Indonesio-Lucha, de centroizquierda-, quien lo nombró para el cargo. Jokowi también impulsó un enorme crecimiento de los presupuestos y del número de efectivos policiales durante su mandato.
Aunque Prabowo ganó las elecciones del año pasado gracias a la alianza que formó con Jokowi, ahora ambos parecen ahora estar enzarzados en una lucha de poder. Algunos críticos sugieren que al presidente le convendría que la policía fuera la villana en las protestas actuales, ya que eso debilitaría a Jokowi. La inacción del ejército (o incluso la provocación o el apoyo a los disturbios) ayuda a lograrlo. El objetivo final, sugieren, podría ser incluso disolver la policía nacional y convertirla en una rama subordinada del ejército, como lo era bajo el mandato del dictador Suharto. [1]
En 1998, Prabowo estuvo supuestamente involucrado en la manipulación de los disturbios en Yakarta, en un intento fallido de hacerse con el poder. Muchos indonesios creen que hoy en día no le sería imposible llevar a cabo un plan similar de alto riesgo para reforzar su posición.
Sea o no cierto, las teorías conspirativas se están propagando rápidamente. Sin duda, es posible que la elite intente intervenir en la dinámica de las protestas, aunque es difícil conocer los detalles de estas acciones.
Al mismo tiempo, es evidente que las protestas son una genuina expresión de agravios largamente acumulados, canalizados por organizaciones de la sociedad civil de base. Sin embargo, estos grupos aún no han logrado articular un conjunto claro de demandas políticas que pueda crear un movimiento más unificado a partir de las acciones callejeras, como ocurrió en 1998.
¿Cómo responderá Prabowo?
¿Cederá la elite? Lo hizo en 1998. En aquel momento, los disturbios obligaron a la dirigencia del Nuevo Orden a purgar a sus miembros más tóxicos (como Suharto y, durante un tiempo, su entonces yerno, Prabowo) y a presentarse como demócratas reformistas, al menos sobre el papel. Pero eso no parece probable esta vez, al menos por ahora. Aunque Indonesia es una democracia constitucional desde 1999, la autoridad política real sigue estando firmemente en manos de una elite oligárquica relativamente pequeña y arraigada.
Estos grupos de poder han aprendido a ganar elecciones y a controlar el proceso político con tanta eficacia que no existe ninguna oposición política significativa. Esto ha creado una coalición gobernante cada vez menos democrática, con sus propias luchas intestinas salvajes (como las que se dan entre Jokowi y Prabowo), pero que ha demostrado ser extraordinariamente resistente a las presiones externas.
Aunque ciertos oligarcas temen el autoritarismo innato de Prabowo, es probable que la crisis actual no sea suficiente para forzar una ruptura con él. De hecho, el presidente podría incluso utilizar su manejo de los disturbios para consolidar aún más su poder. Algunos sugieren que podría imponer la ley marcial si continúan.
Si una vez que los disturbios se calmen (y eso puede llevar un tiempo), Prabowo y su círculo más cercano sienten que vuelven a tener el control suficiente, es muy posible que se desencadene una dura represión contra los críticos de la sociedad civil y los líderes de las protestas.
[1] Suharto desplegó una política de exterminio contra los comunistas que dejó centenares de miles de muertos.
Nota: la versión original de este artículo, en inglés, se publicó en The Conversation el 3/9/2025 y está disponible aquí. Traducción: Mariano Schuster.
Fuente:
https://nuso.org/articulo/revuelta-protesta-rebelion-indonesia-politica-prabowo-suharto/