¿Por qué la destreza de Irán en ingeniería inversa pone nerviosos a halcones de guerra de EEUU?

25.12.2025

Irán ha perfeccionado la ingeniería inversa, transformando equipo incautado en poderosas armas, desafiando a Estados Unidos y cambiando la guerra moderna.

Por Robert Maillard *

En Beirut, ocurrió recientemente un hecho sin precedentes. Una bomba GBU-39, una de las municiones de precisión más sofisticadas en el arsenal militar de Estados Unidos, no explotó tras un ataque israelí a un objetivo civil.

No se trata de una munición cualquiera. Bajo circunstancias normales, tal arma golpea su objetivo y no deja nada atrás —ni siquiera un rastro. Sin embargo, esta vez, cayó al suelo completamente intacta, como si hubiera decidido no completar su ciclo de destrucción.

La reacción estadounidense fue rápida e inusual. Estados Unidos exigió de forma abrupta y urgente que Líbano devolviera la bomba de inmediato. La razón de este pánico es clara: Washington teme que el dispositivo pueda ser recuperado, desmantelado, analizado y luego replicado.

Si hay un país en el mundo que haya dominado el arte de convertir el equipo incautado en nuevas armas de guerra, ese es la República Islámica de Irán.

Entrar en el mundo de la ingeniería inversa iraní es adentrarse en un sistema formado por un ingenio implacable. Durante décadas, Teherán ha soportado un estricto embargo tecnológico, lo que ha hecho imposible la compra de armas modernas. En respuesta, el país se adapta: desmonta, estudia y reconstruye.

Lo que no puede importar, lo clona y lo clona hasta la perfección. Este enfoque no es un secreto. Irán se ha convertido en el principal experto mundial en diseccionar sistemas occidentales, especialmente los de EE.UU. A lo largo de varias guerras, innumerables piezas de equipo estadounidenses han llegado a las mesas de autopsias de los laboratorios iraníes. Entre 2010 y 2025, esta colección creció exponencialmente.

La dinámica es tal que hoy estamos presenciando una inversión histórica. Incluso Rusia ahora confía a Irán ciertos sistemas avanzados occidentales que son utilizados por Ucrania, para que puedan ser analizados y copiados.

Sin embargo, un arma incautada no es un trofeo de guerra para exhibir en un museo. Es una materia prima: el punto de partida de una nueva capacidad militar.

El verdadero punto de inflexión para la industria militar de Irán ocurrió en 2011. Ese año sucedió lo impensable: un dron furtivo ultrasecreto, el Lockheed Martin RQ-170 Sentinel, se estrelló casi intacto en la provincia iraní de Chaharmahal y Bajtiari.

Washington, en pánico, exigió inmediatamente su devolución. La respuesta de Teherán fue negativa. Cinco años después, Irán cumplió su palabra y presentó el Saeqeh-2, conocido como el Shahed-191.

El parecido era asombroso: la misma silueta de ala volante, el mismo perfil furtivo, la misma cola en forma de "V". El avión era más compacto, pero mantenía una autonomía similar de unas cinco horas. Por encima de todo, Irán no se conformó con una mera imitación.

Mientras que el RQ-170 estadounidense era un dron puramente de reconocimiento, el iraní Shahed-191 se transformó en una plataforma de combate capaz de portar misiles.

Se vio en operaciones tan temprano como 2018 sobre los territorios ocupados por Israel, infiltrado a través de Hezbolá. La copia se había convertido en un formidable sistema ofensivo, completamente integrado en la guerra moderna.

Tan solo un año después del asunto del dron furtivo, Teherán presentó otro sistema: el Shahed-129. Desde las primeras imágenes, la silueta era familiar. Inmediatamente evocó al famoso MQ-1 Predator estadounidense. El fuselaje, la configuración del ala y la colocación del motor reflejaban la arquitectura del dron que definió la guerra contra el terrorismo.

Para los analistas de inteligencia, este parecido no fue una coincidencia. Varios Predators estadounidenses fueron derribados o recuperados tras accidentes en áreas donde Irán y sus aliados operaban, especialmente en Irak y Afganistán. Estos restos sirvieron como donantes de piezas y plantillas para los ingenieros iraníes.

Pero el Shahed-129 no era simplemente una copia civil. Incluso superaba a su modelo en varios aspectos críticos. Contaba con una autonomía de más de 24 horas y la capacidad de portar un arsenal completo para ataques terrestres. La ironía de la historia estaba completa: se convirtió en uno de los pilares de la estrategia de Irán, omnipresente en los cielos sobre Siria e Irak.

El talento de Irán para la ingeniería inversa ya no se limita al aire. Ahora se extiende a las profundidades del mar. Incluso los sistemas submarinos más avanzados de la Marina de EE.UU. han sido minuciosamente analizados.

En octubre de 2024, el ejército yemení presentó una nueva arma: un torpedo-dron llamado Al-Karia. Su apariencia intrigó de inmediato a los especialistas navales, quienes observaron un parecido con el REMUS-600, un dron submarino utilizado por la Marina de los EE.UU. para la detección de minas.

Diseñar un vehículo autónomo submarino (UUV) es inmensamente complejo. Sin embargo, un REMUS-600 auténtico había sido capturado, según informes, en 2018 por buzos de combate. Esto fue prueba definitiva de que, para Teherán, cada componente recuperado —incluso del lecho marino— puede convertirse en una fuente de innovación militar.

Y eso no es todo. Tras los drones aéreos y los torpedos, Irán ha entrado ahora en un dominio aún más complejo: los interceptores supersónicos. En febrero de 2025, Teherán presentó el GM-118, un nuevo misil de defensa aérea desarrollado por sus fuerzas armadas.

Las comparaciones surgieron rápidamente y desconcertaron a los expertos occidentales. Sus características eran casi idénticas a las del Coyote Block 2 estadounidense: un alcance de 25 kilómetros, un guiado híbrido que combina radar y sensores ópticos, y una capacidad específica para derribar objetivos rápidos y altamente maniobrables.

Sin embargo, un detalle no encajaba. Ni Irán ni sus aliados en la región de Asia Occidental habían capturado jamás un Coyote Block 2 en el campo de batalla. Entonces, ¿de dónde salieron los planos? Fue en ese momento cuando la atención se dirigió hacia Europa.

Varios informes de inteligencia indicaron que Rusia había transferido ciertos sistemas avanzados occidentales capturados en el frente ucraniano a Irán para que pudieran ser reproducidos. Así nació un misil iraní inspirado en un arma que aparentemente Irán nunca había enfrentado directamente.

Irán ha logrado así transformar una de las armas más efectivas de sus adversarios en una herramienta estratégica perfectamente adaptada a su propia guerra asimétrica.

En diciembre de 2012, Irán consiguió otro golpe al anunciar la captura de un dron de vigilancia ScanEagle, un modelo ligero pero sofisticado desarrollado por Boeing para la Marina de los EE.UU.

El proceso de clonación comenzó de inmediato. Unos años más tarde, Teherán presentó el resultado: el dron Yasir, que rápidamente entró en producción en masa. Pronto apareció en toda la región.

La historia dio un giro aún más extraordinario en octubre de 2013, cuando, durante una visita oficial, Irán llegó a ofrecer uno de estos drones a un alto comandante de la Fuerza Aérea Rusa. El mensaje fue poderoso: Irán ya no solo soporta la tecnología occidental, sino que la domina lo suficiente como para presentarla como un obsequio a las grandes potencias.

Un simple dispositivo capturado se convirtió así en un importante instrumento de influencia diplomática.

Pero la ingeniería inversa iraní no se detiene en los grandes drones de vigilancia. Ahora se ha dirigido a armas más pequeñas: municiones merodeadoras. En los últimos años, Teherán habría obtenido un dron kamikaze Switchblade-300 estadounidense y lo disecó para crear su propia versión local, el Sna.

El sistema se mostró públicamente por primera vez durante el ejercicio militar "Eqtedar-1402" en octubre de 2023. El dispositivo se veía casi idéntico a su modelo estadounidense: las mismas alas plegables, los mismos tubos de lanzamiento compactos, el mismo mecanismo de eyección.

Al igual que el Switchblade, fue diseñado para volar a baja altitud, guiarse hacia su objetivo y explotar al impacto. Es un arma de infantería, fácil de llevar en una mochila y desplegable en segundos desde un vehículo o incluso un pequeño bote rápido.

Para Irán, esta reproducción no fue simplemente una copia técnica. Se convirtió en una piedra angular de la nueva guerra de drones, reconfigurando Asia Occidental, permitiendo ataques de precisión quirúrgica a bajo costo y, sobre todo, la saturación de las defensas enemigas mediante la simple cantidad.

Nada de este ascenso meteórico es fruto del azar. Si Teherán puede hoy reconstituir, en solo tres años de apoyo militar a Rusia, tecnologías que a Occidente le llevaron décadas desarrollar, es gracias a una máquina perfectamente engrasada.

Esta máquina implica una estrecha alianza entre los ingenieros militares de Irán, las principales universidades del país y una red industrial completamente madura. El objetivo no es la elegancia ni la pura innovación, sino la eficiencia.

Esta máquina implica una estrecha alianza entre los ingenieros militares de Irán, las principales universidades del país y una red industrial completamente madura. El objetivo no es la elegancia ni la pura innovación, sino la eficiencia.

Este método es perfectamente adecuado para la guerra asimétrica, y lo más importante, la máquina nunca se queda sin combustible. El acceso constante a equipos capturados por Hezbollah en Líbano, las fuerzas de resistencia en Irak o el ejército en Yemen alimenta continuamente esta asombrosa cadena de ingeniería inversa. Cada pieza capturada en el campo de batalla se convierte en un prototipo potencial.

A partir de ahora, perder un arma avanzada en el campo de batalla ya no representa únicamente una pérdida financiera para los estadounidenses o israelíes. Conlleva el riesgo de ver surgir rápidamente una copia, producida en masa y distribuida a los enemigos jurados de la hegemonía estadounidense.

El Pentágono ahora debe enfrentarse a una aterradora nueva ecuación en un mundo donde cada captura puede dar lugar a un ejército de clones.

¿Cómo se hace la guerra sin armar inadvertidamente a tu propio enemigo? Una cosa ahora es segura: un sistema perdido en combate eventualmente regresará en otra forma para golpear a su antiguo dueño.

La pregunta que queda es si los estadounidenses, que acaban de admitir su derrota al clonar el Shahed-136 iraní, pueden ser tan ingeniosos como los iraníes en el arte de desarmar a un enemigo con su propia arma.

* Robert Maillard es un escritor y analista militar basado en París. El artículo fue publicado originalmente en francés en el sitio web en francés de Press TV.

Fuente:

https://www.hispantv.com/noticias/opinion/637273/destreza-iran-ingeneria-inversa-nerviosos-halcones-guerra-eeuu