SOBRE LA PARTIDA FÍSICA DE UN JOSÉ MUJICA QUE PUDO SER Y NO FUE

Por Jean Georges Almendras y Giorgio Bongiovanni
Octogenario, José "Pepe" Mujica Cordano ha fallecido debido a un cáncer que gradualmente en los últimos meses le fue apagando la vida. Para unos fue un personaje histórico, emblemático, y heroico, de la izquierda uruguaya. Para otros no tanto, porque sus acciones, al menos visibilizadas en tiempos democráticos, han tenido más grises que transparencias o si acaso más incoherencias, que coherencias con su pasado de guerrillero del MLN (Movimiento de Liberación Nacional, cuya derrota fue un año antes de la dictadura) ; incoherencias que oportunamente fueron señaladas públicamente mismo desde filas del Movimiento Tupamaro (por ejemplo de parte de un par suyo como Jorge Zabalza, también fallecido) y fuera de ellas. Mujica desde múltiples tiendas no hubo recibido las mismas loas que fueron emergiendo recurrentemente de la militancia frenteamplista, al punto que internacionalmente su popularidad y su aureola de revolucionario ha sido ovacionada, con una cuota de romanticismo e idealismo que desafortunadamente no se ajustaba literalmente a la realidad, a los hechos, a los frutos, hablando bien y claro.
¿Por qué? Porque Mujica defraudó a muchos y todo lo que hizo o construyó en aquellos días de lucha guerrillera, en definitiva, no fue de la mano de la integridad de un revolucionario como el que hubiéramos esperado. Su proceder en sus días de parlamentario, de Ministro de Estado, de Presidente de la República y en defintiva de su rol de referente histórico de la izquierda uruguaya, dentro y fuera de las fronteras de su país natal, no convenció a muchos. Así de simple, lamentablemente. Y lamentablemente, insistimos, porque todo su proceder en aquellos días de los sesenta y setenta, con todos los sufrimientos incluidos, no arrojaron los resultados esperados, y en concreto, si es que hubo aciertos, a lo largo de los años democráticos, estos resultaron más bien, inócuos, estériles, porque repetimos, sus pasos no fueron los que podían corresponder a un dirigente de su talla. Pero indudablemente, a juzgar por los hechos, él venía a cumplir un determinado papel dentro de su fuerza política, y en particular como emblema del MPP, sector tupamaro dentro de la coalición de izquierda.
Él, precisamente, por haber ocupado muy relevantes puestos de mando institucional tuvo un sin fín de oportunidadea de actuar en contrario, pero no lo hizo. Sino que más bien, fue un inconfundible protagonista de la vida politica uruguaya, más funcional a los intereses del capitalismo que a los postulados de un revolucionario coherente con un ideario militante y combativo.
Hoy por hoy, que está ausente, decirlo así no es una novedad para nuestros lectores. Ya lo hicimos en un artículo de fines de enero de 2021 oportunidad en que se apartó voluntariamete de la vida política. Artículo que publicamos nuevamente (al pié del siguiente) para poder comprender nuestra posición y para reseñarlo, particularmente como el político que fue. Entendemos que el título de aquel artículo es aplicable al momento actual, como así también su contenido,y su mensaje.
Respetamos al hombre luchador que fue y no pretendemos mancillarlo tras su deceso, pero no podemos exaltar su labor de político de izquierda durante el período democrático; hemos sido superados más por sus incongruencias y eso nos pesa a la hora de las evaluaciones post morten.
Últimamente, ya anciano, mientras que la figura romántica y ejemplar del revolucionario Pepe Mujica dió la vuelta al mundo -con bibliografía y filmografía abundante- sus pasos progresivamente fueron desconcertando a muchos, y entre ellos, no podemos ignorar a Familiares y Madres de Detenidos Desaparecidos, entre tantos más. En paralelo, su esposa Lucía Topolansky -en otrora tupamara también del MLN- no hace mucho, sobre tema Derechos Humanos, públicamente hizo declaraciones escandalosas que causaron estupor, repudio e indignación entre los allegados a los uruguayos enterrados en predios militares, durante los días de dictadura. Una posición que fue secundada por Mujica.
Una más de sus tantas incongruencias, en torno a un tema hiper sensible, especialmente por tratarse de desaparecidos y por tratarse de represores. Represores de una casta militar que con su omertá y con la repudiable cobertura de todos los gobiernos post dictadura (incluidos obviamente el de Mujica y Tabaré Vázquez, éste último en dos oportunidades) todavía siguen beneficiándose bajo la sombra del árbol de la cultura de la impunidad, plantado en el frondose bosque del terrorismo de Estado que segó vidas en el Uruguay, y que sigue tejiendo sus artilugios y sus intrigas. Y lamentablemente Mujica, a juzgar por los hechos que llevan su sello, su opinión y su firma, fue funcional a esa desleal impunidad imperante, cuya base estaría circunscripta a un eventual pacto entre militares y tupamaros, que dataria de los años setenta. Desafortunadamente.
¡¡ADIÓS JOSÉ MUJICA!!
Por Jean Georges Almendras y Giorgio Bongiovanni-28 de enero de 2021
Llegado el momento, en que públicamente (hace pocos días) el expresidente de la República Oriental del Uruguay, y Senador de la República, José "Pepe" Mujica Cordano materializó su retirada parlamentaria y de la vida política, con una oratoria plena de la solemnidad y de la impronta dialéctica que lo caracterizó siempre, en tiempos democráticos (hoy como figura emblemática del MPP, ergo del Frente Amplio, ergo del Encuentro Progresista), nosotros no podemos quedar indiferentes a tan significativa decisión suya.
Hablando trasparentemente, hemos sido críticos con su gestión como jefe de Estado y el hecho de que ahora haya optado por la retirada, no nos conlleva a una apreciación (o reflexión) complaciente, ni mucho menos hipócrita o especulativa, sobre el particular acontecimiento, que estamos seguros, en los diferentes niveles de su colectividad, debe haber causado impacto, sorpresa y por cierto, toda una valoración militante.
Está él en su derecho de promoverla y están sus "compañeros" del camino frenteamplista y del ámbito del Movimiento de Liberación Tupamaros (MLN) también, en su derecho de expresarse o manifestarse. Y cada uno a su forma y a su estilo. Todo es lícito, válido. Y democrático. Y republicano.
A nosotros nos lleva a mirar los acontecimientos, y a expresar: que es cierto que el exguerrillero transitó desde los años sesenta por senderos escabrosos y de lucha, por las ideas que nosotros también compartimos (como tantos más de nuestra generación); que también es cierto que José Mujica padeció la represión pachequista, la combatió en su momento, haciendo honor a su camino de combatiente revolucionario, con el plus del sufrimiento físico y emocional que implica la tortura, el encierro y el maltrato de sus carceleros, que no eran más que el brazo armado de un capitalismo devorador e insensibile, que era el mascarón de proa del aparato represivo de aquellos momentos en el Uruguay.
Pero también es cierto que en el extremo de un camino sembrado de piedras, y a la llegada de la democracia, en las mieles del ejercicio de la vida política, como militante de una época que fue referente, sus pasos –desafortunadamente- no fueron los mismos. Entonces, de hecho, sus buenas intenciones de los años duros más bien empedraron el infierno, y muy poco el cielo.
Desde nuestras páginas no desvalorizamos (ni minimizamos) sus días de militancia ciudadana, pero sí subrayamos las desilusiones que nos sobrevinieron con posterioridad, y quizás por aquello de que todos en algún momento "sembramos odios y amores" (como dijese alguna vez Eduardo Galeano) el péndulo de la cosecha se vio notoriamente alineado a un José Mujica que no pudo mantener la misma línea, y la coherencia de hace 50 años, transformándose, en palabras de Jorge Zabalza "El Tambero" (uno de sus compañeros de filas del MLN), en un muy carismático administrador del capitalismo, que se adjuntó a los saborizados placeres de la vida política involucrándose, en pocos aciertos, y más en desaciertos, formando parte (como un protagonista estelar) de una fuerza política de izquierda, la que por otra parte se mantuvo en el poder por espacio de tres períodos consecutivos, quince años en total.
Desaciertos que circundaron cultos a la impunidad de los violadores, los torturadores y los responsables de delitos de lesa humanidad y de desaparición de personas, ergo compatriotas suyos, cuyos restos siguen enterrados en cuarteles militares del territorio nacional, apadrinados por la omertá militar. La omertá de la bota militar (con la complicidad civil, obviamente) que no permite que las excavaciones fluyan, y que las madres y los familiares de dos centenares de desaparecidos uruguayos encuentren los restos de sus seres queridos.Restos humanos que siguen transitando su paso de tortuga debido a la ausencia de la voluntad política de los gobernantes en democracia.
Gobernantes de las derechas uruguayas y gobernantes de las izquierdas uruguayas, entre ellos José "Pepe" Mujica en persona, de cuya administración bastante se recuerda (como emblema de la cultura de la impunidad en favor de la casta militar) el momento en que fue apartada -de casi medio centenar de causas de DDHH- la jueza penal de aquel entonces Mariana Motta, con el tácito beneplácito de otro personaje que se alineó con la impunidad imperante de aquellos días (que en nada se distancia con la de estos dìas), como fue el caso del entonces Ministro de Defensa (y también exguerrillero del MLN) Eleuterio Fernández Huidobro, hoy fallecido.
Hubo aciertos en la gestión Mujica, seguramente, y de ellos no se olvidarán los uruguayos. Como por ejemplo sus ,austeridades y las debidas exhortaciones a seguirle los pasos, dirigidos a sus pares del sistema político. Pero en la balanza predominaron las contradicciones y las desilusiones, más allá de las bondades de un José Mujica poético, ríspido y popular, y a veces frontal, y desafortunadamente y empecinadamente, con frecuencia ambiguo, de acuerdo a las circunstancias y coyunturas propias del juego político, que le hicieron dejar atrás, las coherencias de la vida revolucionaria, de la que fue un protagonista hacedor de libros varios y fama mediática a nivel internacional, que lo catapultó incluso hasta al séptimo arte.
José Mujica Cordano, paso a paso, fue dejando correr entre los dedos de ambas manos, oportunidades éticas y fidelidades (lealtades) para con quienes perdieron sus vidas y sus esperanzas, bajo balas castrenses y policiales, o bajo tormentos inenarrables, en los años del terrorismo de Estado, mientras él permaneció entre las cuatro paredes de múltiples pozos infrahumanos de cuarteles uruguayos, junto a otros luchadores (entre ellos Raúl Sendic padre, Jorge Zabalza y Huidobro), y por casi trece años, como rehenes de la dictadura.
"Pepe" Mujica, paso a paso, fue dando las espaldas a las esperanzas (y a los reclamos) de muchos uruguayos (de su fuerza política), podríamos decir con la inconciencia sutil, casi de un militante "improvisado", para gradualmente buscar satisfacer ideas y pensamientos, literalmente de otras aguas. Allá él.
Bastante, pero muy bastante atrás quedaron esos días de revoluciones para cambiar el mundo y para hallar al hombre nuevo, y tanto atrás, que las amnesias de algunos de los atormentados se hicieron sentir y salieron a la luz, más tarde o más temprano. Y José Mujica fue uno de los principales amnésicos. Pero bueno, así es la vida democrática: una buena oportunidad para obrar como el revolucionario que uno fue, o para filosofar como figura política (o de gobierno) de la mano del olvido, apartándose de las promesas y de las ideas de los años mozos, para seguir en este planeta, como si uno estuviese con los ojos vendados, para hacerse trampa al solitario. Y José Mujica se hizo trampa al solitario.
José Mujica Cordano hizo gala y sobrada ostentación de una opción.
La opción que no lo dejó visualizar (discernir), que los carceleros militares que se fueron de su vida hace bastante (de su prisión de paredes mal olientes y de soledades indescriptibles) y se transformaron en hombres de poder, de un sistema capitalista por excelencia, carentes de armas, pero portadores de todos los mecanismos y las metodologías necesarias del mundo democrático (y tecnológico) de nuestros días, aptas y óptimas para neutralizar revoluciones, revolucionarios e ideas que podrían ser incongruentes con el nuevo orden mundial.
Una vez, años atrás, José "Pepe" Mujica, dió un discurso impactante y movilizador en la sede de la ONU, pero al instante (desde el mismo punto del planeta) trató de "terroristas ecologistas" a sus compatriotas (su gran mayoría frenteamplistas) que en Uruguay se oponían (pacíficamente) a ceder soberanías a multinacionales, con la venia del gobierno. El gobierno de José Mujica.
Ahora, que es tiempo de su retirada, ha dicho en su despedida en el Parlamento: "Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me enseñó la vida…que el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio destruye. Y una cosa es la pasión y otra cosa es el cultivo del odio".
"He pasado de todo. Pero no le tengo odio a nadie. Y les quiero transmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida, porque triunfar en la vida no es ganar sino que es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae. Muchas gracias".
En los finales de este mes de enero, en medio de una pandemia (que también ha acorralado a Mujica, según sus dichos el día de su despedida), nos quedamos con el beneficio de la duda, porque capaz en su jardín (de su chacra en la que junto a su esposa Lucía Topolanski, que otrora fuera también una guerrillera) pueda reencontrarse con los valores y las luchas de su pasado, para tomar conciencia de una y mil cosas. Y más aún, pueda volver a levantarse para transmitir a los jóvenes aquello de que hay que darle "gracias a la vida", quizás parafraseando a Violeta Parra, la cantaautora chilena.
No tenemos odio a José Mujica, que pudo haber hecho mucho más, por lo que fue su vida misma. Solo tenemos crítica, y en esa critica el respeto hace parte porque también somos pasionales.
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