Trump vuelve a amenazar con atacar a Venezuela mientras su secretario de Defensa es señalado por crímenes de guerra

Trump volvió a hablar sobre la agresión en marcha contra Venezuela y no descartó un "despliegue de tropas terrestres". Lo hizo en le marco de una entrevista con el medio Político, donde habló de su relación con Europa y de la nueva doctrina de Seguridad Nacional conocida la semana pasada. Mientras tanto su secretario de Seguridad, Pete Hegseth, está en la mira por los asesinatos sumarios en el Caribe y la golpista María Corina Machado viaja a Oslo para recibir el premio Nobel de la Paz.
En medio de un reciente reportaje concedido a la web estadounidense Político, Donald Trump volvió a poner a Venezuela en la mira de la agresión imperialista al amenazar con una posible intervención de Estados Unidos en la región.
En el marco de una entrevista en la que se centró principalmente en la relación con Europa, Trump dedicó una parte a hablar de su política hacia América Latina bajo lo que se denomina la doctrina "Donroe" (en relación a la doctrina Monroe pero bajo Donald Trump), que también está mencionada en el reciente documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional. En este documento, que define la política exterior del imperialismo estadounidense durante el segundo mandato de Trump, no solo se considera a toda la región como su patio trasero, sino que avanza con una injerencia directa en la política interna de algunos países, como hizo en las elecciones de Argentina y Honduras, o con el encarcelamiento de Bolsonaro en Brasil, y llega a amenazas directas sobre otros como la de una intervención, incluso militar, en Venezuela y, ultimamente, extendida a Colombia.
En la conversación con Político Trump afirmó que podría ampliar las acciones militares que su administración ha emprendido en Latinoamérica contra objetivos que, sigue insistiendo, estarían vinculados al narcotráfico. Trump ha desplegado una fuerza militar masiva en el Caribe para atacar a presuntos narcotraficantes y presionar por una salida de Maduro del poder en Venezuela. En la entrevista, Trump se negó repetidamente a descartar el envío de tropas estadounidenses a Venezuela como parte de su "esfuerzo" por derrocar a Nicolás Maduro, a quien Trump culpa de "exportar drogas y personas peligrosas a Estados Unidos". "No quiero descartar ni aprobar nada. No hablo de eso", dijo Trump sobre el despliegue de tropas terrestres, y añadió: "No quiero hablarles de estrategia militar".
En lo que claramente es una escalada en las amenazas, este mismo martes, dos aviones estadounidenses invadieron el espacio aéreo venezolano y realizaron sobrevuelos en el golfo de Venezuela durante unos 40 minutos, según informó el diario Miami Herald.
Trump incluso dijo que consideraría usar la fuerza contra objetivos en otros países donde el tráfico de drogas es muy activo, incluidos México y Colombia.
La excusa del narcotráfico que incluye nombrar a organizaciones, personas y países como promotores del "narcoterrorismo" busca dar legitimidad a ataques brutales contra la soberanía de los distintos países de la región, incluyendo una política -no declarada- de cambio de régimen, como el que presiona en Venezuela. Es decir una política para apoyar a los gobiernos que le son afines, golpear y negociar con los países de más peso como Brasil o México y avanzar con una política abiertamente injerencista y neocolonialista como un ataque directo en el caso de Venezuela.
Esta política, sin embargo, no ha sido gratuita para Trump, las denuncias de supuestos cárteles sin dar ninguna prueba y las amenazas que se hicieron realidad en el hundimiento de decenas de embarcaciones y el asesinato de casi un centenar de personas, que son lisa y llanamente asesinatos sumarios, generaron un terremoto político al interior de Estados Unidos en un escándalo que incluyó al mismo secretario de guerra de Trump, Pete Hegseth.
Hegseth fue señalado como responsable de ordenar ataques mortales contra todos los objetivos en el Caribe lo que terminó en el asesinato de dos naufragos que habían sobrevivido a un primer ataque a su embarcación el 2 de septiembre. Si bien el autodenominado "Secretario de Guerra" y fanático militante MAGA intentó culpar del asesinato al almirante Bradley, a cargo de la operación, todas las miradas apuntan en contra suyo y un comité bipartidista pidió que se lo interrogue en el Congreso, mientras se lo podría responsabilizar por crímenes de guerra.
Además del escándalo de Hegseth, algunos líderes de la derecha estadounidense le han advertido a Trump que una invasión terrestre de Venezuela sería una línea roja para los conservadores que votaron por él, en parte, para poner fin a las guerras en el extranjero, como prometió en su campaña.
Otro escándalo que se suma al de Hegseth, y que resta credibilidad a su "ofensiva contra el narcotráfico" es el reciente indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien cumplía una condena de décadas en una prisión estadounidense tras ser declarado culpable de una conspiración masiva de narcotráfico. El asunto es tan escandaloso que incluso en su propio país están pidiendo su detención en caso de que regrese a Honduras. En una defensa muy escueta durante la entrevista con Político, Trump afirmó saber "muy poco" sobre Hernández, salvo que "personas muy buenas" le habían dicho que el expresidente hondureño había sido perseguido injustamente por sus oponentes políticos. "Me pidieron que lo hiciera y dije: 'Lo haré'", reconoció Trump, sin nombrar a las personas que pidieron el indulto para Hernández. En realidad, un lobby que incluyó al sector de conservadores MAGA ligados a la migración gusana de Cuba y a la migración venezolana, y por otro lado a multimillonarios de Silicon Valley a los que Hernández les había "regalado" una zona completa sin impuestos ni controles, son los que le hablaron bien a Trump de ex narcopresidente para que lo dejara en libertad.
Finalmente, este miércoles tendrá lugar otro de los acontecimientos bochornosos que forman parte de los ataques contra Venezuela. La opositora venezolana de derecha María Corina Machado será recibida en Oslo, donde pretende recibir el premio Nobel de la Paz. Paradójicamente, Machado ha sido una ferviente promotora de la intervención militar directa estadounidense en Venezuela, exigiendo incluso una invasión para acabar con Maduro. Es parte de la doble moral imperialista que juega con los símbolos de la paz mientras impulsa políticas de agreción y ocupación. Acompañando a Machado estarán cuatro de los presidentes que se han convertido en subditos directos de Trump en la región: Javier Milei de Argentina, Daniel Noboa de Ecuador, Santiago Peña de Paraguay y José Raúl Mulino de Panamá.
Como señalamos en una reciente declaración de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, organización que impulsa la red internacional La Izquierda Diario, "Con esta agresión a Venezuela buscan "disciplinar" e intimidar al conjunto de la región, como parte de su control hemisférico, con el que pretende, entre otras cosas, garantizar acceso privilegiado y sin límites para Estados Unidos y sus corporaciones de los recursos energéticos y minerales raros, en el marco del agresivo extractivismo que hace parte de las disputas mundiales (...) Si el cambio de régimen político en Venezuela ocurriera por la coacción y extorsión imperialista, el país quedaría a las puertas de retroceder a un estatus de cuasi protectorado colonial de los Estados Unidos (...) Por eso, también reiteramos nuestro total repudio y denuncia a los políticos de la rancia derecha nacional, como María Corina Machado, Leopoldo López, Edmundo González, Ledezma, etc., que actúan apenas como auxiliares de tales propósitos neocoloniales".
Sin embargo, esto no quiere decir que puede ser Maduro y sus políticas de ajuste quien pueda frenar esta avanzada neocolonial. Por eso "denunciamos que el Gobierno de Maduro responda a la amenaza externa profundizando la represión interna. Viene hablando de la "irreductible determinación de defender la integridad territorial con firmeza y serenidad, en perfecta fusión popular-militar-policial, para garantizar la libertad, soberanía e independencia de la patria". Pero es precisamente esa formulación "cívico-militar-policial" la que empleó también el gobierno para definir el tipo de unidad que sostenía a su gobierno, contra las protestas populares tras el 28-J, y la que se emplea hoy para intimidar cualquier expresión de descontento social (...) Si quisiera ser antimperialista consecuente, liberar al país de las ataduras a la dominación imperialista, el gobierno debería dar plena libertad de acción y de organización a los trabajadores, empezando por la industria petrolera, para luchar por sus demandas, inclusive contra las transnacionales estadounidenses que, como Chevron, siguen, después de un siglo, usufructuando los recursos energéticos del país. Debería cesar toda acción de grupos de choque parapoliciales y permitir que se despliegue la energía obrera y popular en la lucha por sus necesidades e intereses. En lugar de eso, el gobierno avanza en la imposición de la farsa de "Constituyente Obrera", como mecanismo patronal y gubernamental para desplazar a los sindicatos que no logra controlar, y se apoya más en la burguesía nacional –con quien sostiene muy cordiales relaciones– que en la libertad de movilización obrera y popular".
Por todo esto "Es más necesario que nunca que tanto las clases trabajadoras y pueblos de Latinoamérica como los sectores conscientes de la juventud, la clase trabajadora y la intelectualidad estadounidenses estén a la cabeza de condenar la agresión contra Venezuela y se movilicen activamente en repudio a las amenazas imperialistas. Impulsamos la más amplia unidad de acción antiimperialista a la vez que señalamos que la derrota del imperialismo y las burguesías locales incluyendo al régimen capitalista de Maduro, solo puede venir de la unidad de la clase obrera y los oprimidos del continente en la lucha por gobiernos de los trabajadores y el pueblo pobre como parte de una Federación Socialista de América Latina y el Caribe".
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