Un mundo sin una gobernanza justa no puede ofrecer justicia; Gaza es la prueba

11.07.2025

Gaza revela la cruda verdad: un mundo sin gobernanza justa no puede ofrecer justicia. La opresión y la violencia global exigen una nueva estructura basada en lo divino.

Por Ali Bahadori Jahromi *

El escenario global actual se ha convertido en una sala de tribunal ante nuestros propios ojos: un tribunal para probar las reclamaciones, una balanza para medir las estructuras y un juicio para distinguir entre los sistemas fundamentados en la revelación divina y aquellos construidos sobre el poder, el interés y la incompetencia.

Con cada bomba que cae sobre Gaza, con cada niño inocente martirizado, con cada mujer que muere en un hospital impotente, no solo se expone la grotesca cara del sionismo, sino también el núcleo deformado del orden político global dominante.

La verdad es esta: la opresión no es simplemente el producto de individuos; más fundamentalmente, es el resultado de diseños estructurales y elecciones doctrinales.

Cuando los sistemas políticos y legales se basan en un racionalismo autorreferencial, en la búsqueda de poder y en la exclusión de la religión de la gobernanza pública, es inevitable que individuos no cualificados asciendan a la cima. Y lo que sigue es la tragedia que hoy presenciamos en Gaza y en todo el mundo islámico.

Siempre que la legitimidad no provenga de los valores divinos, sino de la riqueza, los medios de comunicación o la fuerza militar, el resultado no es la justicia, sino masacres, discriminación y la erosión de la conciencia humana.

Donde la soberanía se fundamenta en la ley divina, en el Libro de Dios y en el liderazgo de los justos, la política sirve a la humanidad. Pero donde se basa en el ego, la raza, el dinero o la fuerza, la política se convierte en el enemigo del ser humano.

Gaza se erige hoy como una prueba concreta e indiscutible de esta realidad. Porque en este escenario, no solo el sionismo ha colapsado, sino que todo el marco de aquellos que afirman defender los derechos humanos, la democracia, la justicia y el orden internacional se ha desmoronado uno a uno.

Las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad de la ONU, los tribunales internacionales y los medios de comunicación globales están ya sea justificando la violencia, guardando silencio, fracasando en actuar o siendo activamente cómplices del genocidio en curso perpetuado por el régimen sionista con la ayuda de sus aliados occidentales.

Este colapso legal, moral y político reafirma la urgente necesidad del mundo por estructuras alternativas: sistemas no basados en intereses a corto plazo, sino en la naturaleza humana innata y la razón divina.

En el corazón de estas nuevas estructuras deben estar gobiernos formados por los libres y rectos, naciones unidas por la fe en Dios, la creencia en la justicia y la confianza en los justos.

Hoy, más que nunca, existe una necesidad desesperada de la realización de una doctrina de gobernanza divina, una visión proclamada alguna vez por el arquitecto de la Revolución Islámica, el Imam Jomeini (que descanse en paz), y llevada a la acción en el campo de batalla por el principal comandante antiterrorista, el general Qasem Soleimani.

Esto ya no es meramente una cuestión de creencias o incluso de teoría racional. Es el fruto de la experiencia vivida, de la razón y la agonía compartida de toda una era.

Cualquiera que aún dude de la necesidad de la soberanía religiosa, de la formación de una Ummah (comunidad islámica) unida de los libres y de la centralidad de los justos, está ciego ante la realidad o intelectualmente anestesiado.

Ninguna mente racional hoy en día puede seguir considerando las estructuras modernas pero vacías, que son abiertamente cómplices de los crímenes genocidas sionistas, como referencias válidas de justicia, a menos que haya roto con la conciencia y la naturaleza.

Gaza no es solo una víctima: es un testimonio. Una prueba viviente de que el mundo, sin Dios, sin religión y sin liderazgo justo, se encamina hacia la ruina.

Y este es un argumento decisivo para todas las élites científicas, políticas, mediáticas y académicas: ante esta escena, solo quedan dos opciones: estar del lado de la verdad, o convertirse, incluso en silencio, en un socio de la injusticia.

* Ali Bahadori Jahromi es miembro de la facultad de Derecho en la Universidad Tarbiat Modares, en Teherán. Anteriormente fue portavoz del gobierno en la administración del presidente Ebrahim Raisi.

Fuente:

https://www.hispantv.com/noticias/opinion/617858/mundo-sin-gobernanza-justa-gaza-prueba