LA TAREA DEL VIRREY

19.12.2025

El resultado de las elecciones del 26 de octubre fortaleció considerablemente al gobierno de Milei. A pesar de que – teniendo en cuenta el nivel de abstención – solo un 25,8% del total de los electores apoyó a los candidatos del gobierno, y que, además, una parte considerable de ese porcentaje lo hizo sólo por temor a una corrida cambiaria e inflacionaria que empeorase aún más su precaria situación económica y ante la falta de una propuesta alternativa esperanzadora, y no por respaldo a las políticas oficiales.

La desaparición de más de veinte mil empresas y de 280.000 empleos formales, el endeudamiento forzoso de una enorme cantidad de familias, sólo para pagar lo cotidiano; son algunos de los síntomas de la destrucción del país – y en especial de los sectores populares -, producida por el mileísmo, que no ha generado una reacción social mayor, por la existencia de amortiguadores como la AUH (casi la única política social que hasta aquí, Milei no sólo mantuvo, sino que reforzó), y los rebusques del capitalismo de plataformas (Uber, Pedidos Ya, etc) que, aunque ya están dando síntomas de agotamiento, han canalizado la frustración de muchísimos - que pierden sus genuinas formas de subsistencia - hacia estos paliativos.

Se padecen – como clase trabajadora en su conjunto – niveles cada vez más altos de superexplotación, alargando la jornada de trabajo real en uno o varios empleos, mientras la mayor parte de la riqueza creada por todo este trabajo humano, es acaparada por una cada vez más pequeñísima minoría de especuladores financieros (nacionales e internacionales) y grandes empresarios asociados al capital trasnacional (sin dejar tampoco de lado el 3% para Karina).

El suicidio de un granadero en la Quinta de Olivos (y de dos soldados más, en muy pocos días), agobiados por sus deudas, es reflejo dramático de este país.

Como ha sido en toda la Historia (o sea en los últimos 10.000 años, de los 300.000 que el Homo Sapiens lleva sobre el planeta), el desarrollo de las fuerzas productivas es el que crea nuevas realidades sociales – en muchos aspectos, críticas -, que sólo pueden superarse cuando esos mismos seres humanos son capaces de forjar nuevas instituciones, organizaciones sociales, políticas, etc.; que den cuenta de esos cambios y sean aptos para generar propuestas que permitan el avance de la sociedad, en cambio de su estancamiento o retroceso, como ocurre en la Argentina de hoy.

Así, hoy al lado de los 12 millones de trabajadores formales, existen cerca de 9 millones de informales, habiendo sido creciente en las últimas décadas el aumento de esa informalidad. Sólo entre 4 y 5 se encuentran sindicalizados.

Las estructuras sociales y políticas generadas cuando – con el advenimiento de los dos primeros gobiernos de Perón y sus prolegómenos - millones de nuevos trabajadores que habían migrado del campo, o simplemente del interior, a las ciudades, en especial al AMBA, se sindicalizaron y adquirieron una nueva identidad política; han dejado de ser capaces de contener los intereses de estos nuevos millones de trabajadores formales o informales, pero vinculados a nuevas realidades tecnológicas y sociales. Tampoco han alcanzado las nuevas formas aparecidas desde los 90 (CTAs, movimientos sociales).

La situación poselectoral deja a Milei en bastantes mejores condiciones en el Congreso, para lograr la aprobación parlamentaria de muchas de sus iniciativas que - durante los dos primeros años - se había visto con frecuencia obligado a forzar ilegalmente, por los rechazos a los vetos y otros traspiés en ese terreno. Dicho fortalecimiento proviene tanto del ingreso de más legisladores propios, como del debilitamiento de otras fuerzas, muchos de cuyos congresistas se pasaron a LLA, forman bloques que quedaron debilitados (PRO, UCR), o responden a gobernadores más predispuestos aún ahora que antes (después de sus resultados electorales y los del mileísmo), a acordar con el oficialismo.

No obstante, las primeras votaciones con la nueva composición parlamentaria, muestran ya que esto no es absoluto: Si bien Milei logró, en Diputados la media sanción del presupuesto (los dos años anteriores gobernó simplemente prorrogando el anterior y ajustándolo a su antojo, situación legal, pero muy irregular, que hasta causó reclamos de organismos internacionales para emprolijarla), e incluso pudo imponer la muy poco ortodoxa votación por capítulos y no por artículos (para presionar a aliados no muy firmes, a apoyar cosas que no querían, so pena de no respaldar otras que sí); el capítulo 11, que incluía las medidas con mayor resistencia social (recortes a las universidades y discapacitados) fue rechazado (y en el Senado, se vio obligado a postergar para el año próximo, el tratamiento de la reforma laboral en el recinto).

El resto del presupuesto es igualmente nefasto y consolida el apriete al conjunto de la sociedad, en beneficio de la pequeñísima minoría oligárquica cuyos intereses representa Milei.

Este pretende, además, profundizar las reformas regresivas en muchos otros aspectos de la vida social, comenzando por la laboral. Se ha intentado vender esto como un facilitamiento a la creación o formalización del empleo. Pero los contundentes resultados, tanto en Argentina durante el menemismo, como en otros países, exhiben - sin discusión - la falacia de esos argumentos, ya que reformas similares no consiguieron nada de eso; y en cambio, el período en el que más creció el empleo en nuestro país, de los últimos 35 años, fue durante la vigencia de la doble indemnización por despido: Es decir, una medida diametralmente opuesta a las que hoy propone el gobierno. La razón es que es el crecimiento (o decrecimiento de la economía) el que crea mayor empleo (o desempleo), y no las leyes laborales, o la facilidad para despedir sin costos.

Los diarios del establishment prefieren entonces encabezar sus portadas con la redoblada ofensiva del gobierno contra la dirigencia de AFA, porque los argumentos en defensa de la "reforma laboral" no son muy creíbles. Podrá en la AFA haber corrupción o no. Pero esto es obvio que bien poco le importa al gobierno más corrupto de la historia nacional. Se trata de desprestigiar a quienes son obstáculo para meter negocios (Sociedades Anónimas Deportivas) en una actividad más; pero además en este momento, humo, para que pase la reforma laboral sin que nadie le preste demasiada atención ni discuta sobre ella.

Uno de los problemas centrales del capitalismo es la tendencia a la caída en la tasa de ganancia. Es decir, la incesante sobreacumulación de utililidades en manos de los más ricos, crea una sobreoferta de capitales que hace bajar el porcentaje de rentabilidad de los mismos. Por ello buscan así incesantemente nuevos "negocios", en donde invertir: Ya sea en otros países (colonialismo y neocolonialismo), en jubilaciones, educación y salud (privatización de estos servicios), propuestas para colonizar la Luna y otros planetas, etc. Ahora, en el deporte. En esta búsqueda, el único objetivo es el de mayores ganancias, no la satisfacción de necesidades humanas (al contrario, estas son "inventadas" artificialmente para agrandar el mercado: sociedad de consumo, obsolescencia programada, etc.). Se suele disfrazar esta persecución desenfrenada de ganancias como "creación de puestos de trabajo". Ningún empresario hace una inversión para "generar trabajo". Si accesoriamente algo de ello ocurre es por una necesidad de tener a quien explotar (cuántos menos sean, mejor), y no porque ese sea el verdadero móvil.

Si un proyecto tan claramente opuesto a los intereses de la mayoría logró imponerse en las dos últimas elecciones en Argentina, es porque no aparece en el horizonte – con fuerza suficiente para ser visible para el conjunto – una alternativa política diferente que genere esperanzas en el 74,2% del electorado que no votó al mileísmo en octubre (y a parte de los que sí lo hicieron, sólo para evitar hecatombes inmediatas que temían peores). El peronismo, aparece para algunos como la única posibilidad. Pero esta fuerza – por ejemplo – (además de sus internas desgastantes), ni siquiera se anima a discutir un diagnóstico sobre QUÉ es lo que hizo mal el gobierno de Alberto Fernández (a pesar de pasársela cuestionándolo, pero sin verdadero análisis sobre qué es lo que hay que cambiar, y en qué dirección).

Mientras tanto, Milei se suma genuflexo a las políticas de Trump, que aspira a someter a todo el continente en forma brutal, comenzando por su mayor y más rico obstáculo: Venezuela.

En los EE.UU. hubo en los últimos meses miles de ciudades movilizadas, con millones de ciudadanos en la calle con la consigna "NO QUEREMOS REYES". Probablemente los argentinos debiéramos movilizarnos con "NO QUEREMOS VIRREYES".

Alberto Cortés