“Mi papá come con el teléfono”
Diez adolescentes reflexionan sobre su relación con las redes y nuestros intentos de regularlos
Por Evangelina Himitian y María Nöllmann
El debate y la preocupación por el tema están instalados a nivel mundial: las redes sociales y los celulares tienen un impacto directo en la salud emocional y mental de los adolescentes. Sin embargo, muchas veces ellos son la voz que faltaba escuchar en ese debate.
¿Cómo se sienten cuando pasan muchas horas diarias mirando el celular? ¿Y cuándo se los sacan o les restringen el uso? ¿Frente a noticias como las que llegan de Australia, donde el gobierno decidió prohibir el uso de redes sociales hasta los 16 años, ¿sienten angustia o alivio? ¿Qué soluciones proponen? ¿Logran autorregularse? ¿Y cómo ven ellos al mundo adulto que los escudriña en los distintos ámbitos, pero no se muestra muy dispuesto a repensar su propia relación con la tecnología?
"Muchas veces me dicen que no lleve el celular a la mesa mientras cenamos, pero mi papá come con el teléfono en la mano. Si se lo digo, se enoja", dijo una adolescente que participó en una mesa de debate que organizó LA NACION para escuchar la voz de los más jóvenes.
En un encuentro con LA NACION, diez adolescentes, de entre 13 y 16 años, hablaron de cómo usan la tecnología, de cómo se sienten cuando scrollean sin parar, de cuánto hablan con sus padres sobre el tema y sobre cómo se sienten cuando se los llama "la generación ansiosa". Dicen que las redes los aburren profundamente, pero igual sienten que se quedan ahí pegados, saltando de una red a otra, buscando algo que no saben qué es, pero que no logran alcanzar. Y que con un consumo promedio de unas tres o cuatro horas diarias, los deja con una sensación de no tener la capacidad de sentir o disfrutar.
Los adolescentes que participaron son Agustín Roldán, de 16 años, y vive en Pilar; Anouk Griffioen, de 16 años, de Caballito; Honorio Trigo de la Balze, de 13 años y su hermano Laureano, de 16, que viven en San Fernando; Julieta Messina, de 15 años, de Parque Chas; Olivia Marquez, de 16 años, de Banfield; Rafaela Fernández, de 13 años, de Vicente López; Victoria Arenaza, de 15 años, de Villa Crespo; Abril Landi, de 15 años, de Caballito; y Lucio Genovese, 13 años, de Balvanera. El encuentro duró dos horas. Tenían muchas ganas de hablar. Previo al encuentro, contestaron una encuesta online y al finalizar, grabaron los videos que acompañan esta nota.

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TikTok es la red social que más usan los adolescentes consultados, seguida por Instagram. También consumen los shorts de Youtube, Snapchat y Discord. Cuando se les pregunta cuánto tiempo usan el celular, la mayoría dice que entre dos y tres horas. Alguno dijo entre 3 y 15 horas al día y otro marcó que en vacaciones el tiempo aumentaba. Durante el encuentro se les pidió que buscaran el marcador del tiempo en pantalla de su celular. Las reacciones fueron variadas. Desde el que sólo había pasado 25 minutos en ese día, hasta alguien que a las 17.30, ya llevaba 8 horas de conexión, y otros que rondaban entre las cuatro horas y media.
"Las redes sociales están hechas para atraparte. Lo que te muestran es porque piensan que podés interactuar. Y la forma más fácil en que logran eso es mostrarte algo que te enoja o te hace reaccionar. Y te están mostrando una parte de la vida que es muy agresiva, que es fea, te están manipulando", dijo Agustín. "Sí, son bastante adictivas. Puedo pasar horas en Tik Tok mirando videos o charlando con amigas en Whatsapp. Hay veces que no me doy cuenta cuánto tiempo estoy en redes. El otro día me fijé y uso TikTok dos horas por día. Ahora que terminaron las clases estoy usando bastante el celular, es lo único que tengo ahí, al lado, para usar", aporta Julieta. Honorio coincidió: "Son demasiado adictivas y hacen algo para atraerte cada vez más. Te da ansiedad, y seguís scrolleando, scrolleando y scrolleando".
"Yo creo que el uso de las redes modifica la forma en que nos vemos a nosotros mismos porque, al ver las imágenes perfectas que publican otras personas, tendemos a compararnos con ellas y desear eso, aunque en realidad no sea real", apuntó Rafaela", que tuvo su primer celular a los 11, y ahora solo usa Whatsapp y Youtube pero no tiene otras redes sociales.
Los adolescentes consideraron que una de las estrategias más efectivas que utiliza TikTok para generar más dependencia, son las rachas. ¿Qué son las rachas? La explicación que dieron fue que en TikTok todos los días tenés que entrar y mandarle un mensaje, o un video, a algún amigo. Después de tres días, se activa la racha. "Se enciende un fueguito que se va poniendo más intenso. Entonces lo subís a tus historias", explica Vicky. "¿O sea que la plataforma te premia por pasar más tiempo conectado?", se pregunta. "Si tenés una racha de 400 días sos más copado que el que tiene 10 días", agrega. "¿Sienten que la plataforma premia el mayor uso?", fue la nueva pregunta. La mayoría coincidió en que sí.
¿Se consideran, tal como algunos los llaman, la "generación ansiosa"?
El término les suena. Les parece atinado. A diferencia de otros motes que los enojan, como "generación de cristial", cuando se les pregunta si creen que son la "generación ansiosa" que describe el psicólogo norteamericano Jonathan Haidt, no lo dudan. "Somos re ansiosos", dicen casi a coro. La generación ansiosa, según Haidt, es la de los adolescentes y jóvenes que hicieron su socialización con un teléfono y redes sociales a mano, y que hoy sufren un aumento masivo de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.
La mayoría de los adolescentes entrevistados tuvieron su primer celular entre los 9 y los 13 años. Su primera red social llegó entre los 11 y los 13 y la mayoría dice que mintió sobre su edad para poder abrirse un perfil. Además, en su primera infancia, muchos fueron grandes consumidores de videos de Youtube.
"Sí, totalmente. Somos ansiosos", dicen. "Hoy tuve que mandar un mensaje a una cuenta y estaba con mis papás y yo: '¿Qué le pongo?' Ellos, 'no sé, resolvelo'. Ya no me puedo quedar aburrida, esperando la respuesta. Cuando siento eso, automáticamente busco el celu y me pongo a ver cosas. Ya no tengo esa paciencia de estar sin ver nada", contó Anouk.
"Estás aburrida y un segundo después agarrás el celu y abrís TikTok, mirás los mensajes, lo que sea. No te ponés a pensar qué hacer", dice Julieta. "¿Si se les cuelga internet, o no hay, aumenta mucho la ansiedad?", es la pregunta. Y la respuesta también llega como un coro. "Siiiiii, mal".
En la encuesta que completaron online se les preguntó, "¿cómo es tu estado de ánimo cuando quedás pegado a un scrolleo?". Más de la mitad de las respuestas fueron ansiedad y aburrimiento. Casi un tercio dijo que entra a buscar algo que no sabe qué es. "En general entro a las redes cuando estoy estresada o cansada. Tengo que estudiar, pero como no quiero lidiar con eso, me meto. Pero después de un rato estoy aburrida, pero no puedo salir. Estoy descansando, pero realmente no porque mi cabeza sigue y sigue", dijo Anouk. "Por ahí ni siquiera lo que estoy viendo es interesante", dijo Olivia.
Entonces la pregunta fue: "¿Te aburre el contenido que ves e igual seguís?". "Si, cuando te aburrís seguís", dijeron a coro. Vicky explica: "Si me aburro de Instagram, entro a TikTok, y viceversa. Pero siempre me sigo moviendo dentro de las redes. Cuando me doy cuenta y suelto, pasaron dos horas y no es una sensación agradable. Me angustia un poco. Se te fueron dos horas en las que podría haber hecho algo y no hice nada. De hecho, durante ese momento, no sé si siento algo. Creo que es también un poco el motivo por el cuál los jóvenes estamos en las redes sociales. Porque es el único momento en el que uno deja de sentir cosas. Es como vivir una vida dentro de una vida".

Completá la frase: "un mundo sin redes sería más…"
La pregunta enmudeció a algunos de los chicos por un par de segundos. Otros, en cambio, respondieron de manera inmediata: "Más lento —gatilló Agustín, casi sin pensarlo—. Algo que definitivamente hacen las redes es acelerar todo, lo bueno y lo malo".
"Sería un mundo más tranquilo —opinó Lucio—, no estaríamos todo el tiempo fijándonos en algo, buscando algo, haciendo algo. Un mundo más calmo. Hoy, si estamos haciendo algo y hay una pausa, uno ya se pone a revisar el celular". El adolescente, de 13 años, contó una anécdota del día anterior: "Estaba con un amigo jugando a la Play. Terminó el partido y había como dos minutos hasta que se activaba el otro partido y, en ese tiempo, mi amigo ya agarró el teléfono y se puso a mirar TikTok. Ese minuto es un claro ejemplo de que todo el tiempo necesitamos estar conectados", dijo.
Olivia distingue entre dos tipos de conexión, la que ofrecen las redes y una más real, la que solo se da con la presencia en el momento presente, al que muchos llaman 'el aquí y ahora'. "En un mundo sin redes estaríamos un poco más desconectados del mundo, pero más conectados con la realidad de cada uno", afirma. En este universo hipotético, todos tendrían más hobbies y harían más actividades al aire libre, coincidieron los hermanos Honorio y Laureano. La gente sería más creativa, sumó Abril. Sería "un mundo más lindo, más conectado", opinó Vicky.
Pero esa nueva —o, mejor dicho, antigua— realidad no sería 100% mejor que la actual, aclaran todos ellos: la humanidad perdería herramientas que hoy tienen usos positivos para muchos chicos y adultos. "El mundo sería más silencioso; se nos haría difícil conocer el mundo exterior más alejado de nuestra realidad. Y también, un mundo más pobre, porque las redes te enseñan un montón", ponderó Laureano.
Cuando se les preguntó si habían tenido alguna vez una experiencia de desconexión, solo dos dijeron que sí. "Yo en un campamento. Fue raro; estaba como mucho más presente, viviendo las cosas del momento. Si me aburría, me tiraba a hacer nada. Desbloqueé otro nivel de sensaciones. Me hizo ver cuánto dependía del celular. Estoy un minuto sin hacer nada y ya me aburro", dijo Anouk.
"Yo me fui de viaje de egresados sin el celular y le expliqué a mi hermana de siete años cómo entrar a mi TikTok y activar las rachas. Pero en el viaje no lo extrañé. Es más, creo que si lo hubiera tenido, muchas cosas que ocurrieron no hubieran pasado, como quedarnos hablando y cantando a la noche desde la cama, con la luz apagada", contó Lucio.
¿Los padres también son adictos al teléfono?
Es un espejo en el que es difícil mirarse. Aunque los padres de la generación ansiosa están preocupados por el uso que hacen sus hijos y buscan reducirlo o limitarlo, hay que decir que, según surge de este diálogo con adolescentes, ellos piensan que tanto en sus casas como en los colegios existe una doble vara para medir a los chicos y a los adultos. De hecho, muchos se quejaron de que en los colegios no se les permite entrar con celular al aula, pero muchas veces los docentes están allí usando el suyo. Muchas veces incluso les dicen a sus padres que dejen el celular. Otros lo piensan, pero no se animan a decirlo.
Se les propuso una actividad: se les dio un dibujo de una mesa y se les pidió que graficaran dónde quedaban los celulares durante la cena. Unos dibujaron todos los celulares fuera de la mesa. Varios dibujaron la mitad de los celulares en la mesa y la otra mitad, lejos. Cuando se preguntó de quiénes eran, muchos eran de los padres, es decir, a los adolescentes se les pide que los dejen afuera y los adultos los dejan en la mesa. Alguno lo dibujó en la mano del padre, otros dibujaron todos los celulares en la mesa. También apareció la opción celular en el bolsillo, como forma de tener un dispositivo cerca pero no tan a la mano. Solo un adolescente dibujó una mesa totalmente libre de celulares.
La mayoría de los entrevistados dijo que sus padres les preguntan a ellos qué hacen en las redes. ¿Les plantean a los padres que ellos les piden que dejen el celular y están con el celular en la mesa? Algunos dijeron que sí, y otros que les gustaría, pero no se animan porque los padres se enojarían. Muchos coincidieron en que cuando les dicen algo, casi siempre la respuesta es que es por trabajo.
"Yo no les digo eso porque no sobrevivo, pero lo pienso", dijo una adolescente. "A veces la conversación se da entre mi papá y mi mamá. Él le dice, 'dale dejá el celu'", y ella lo deja, apuntó uno de los participantes. Y no es solo en la mesa familiar. También en el baño, o en la cama antes de acostarse, ellos ven que los padres usan las redes. "Encima miran reels con el volumen fuerte", dijo una chica. Todos rieron. "Escuchás todo lo que están viendo. O están en el baño y se escuchan los reels. O me mandan por mensaje cuando creen que es gracioso", dice otra participante.
"Ahora los padres cuando se van a dormir están en la cama cada uno mirando su celular, y antes eso no pasaba, creo. Antes de que llegaran los celulares, las parejas hablaban, se acostaban, hablaban de la vida, hacían un balance del día. Hoy, no pasa, están ahí pegados al reel", apunta una de las adolescentes. "Mi mamá a veces se levanta, un día que no tiene que ir a trabajar, se prepara el desayuno y se queda mirando el celular. A las dos horas dice: 'Che, ¿ya pasaron dos horas? Podría haber hecho otra cosa'", contó uno de los participantes.
¿A ustedes esto les molesta? ¿Sienten que el foco está puesto en los adolescentes y falta autocrítica para analizar la relación que los adultos tenemos con las pantallas? La respuesta general fue que sí. "A veces le digo, 'che pa te quiero contar cómo me fue hoy'. Y decírselos está bueno porque también a ellos les hace bajar a tierra. Nadie se da cuenta, estamos todos atrapados", remata una de las participantes.

Si se decidiera, como en Australia, prohibirles las redes sociales a los menores de 16, para vos, ¿sería desesperante o sería un alivio?
Del impacto inicial, nadie duda. Algunos chicos, incluso, se apropian de la palabra "desesperante" que plantea la pregunta y tiñen con ese sentimiento a los imaginados primeros días tras una hipotética medida de este calibre. "Es como sacarle un chupete a un bebé", planteó Laureano, uno de los chicos que imaginó un escenario de desesperación generalizada tras una prohibición de las redes para los menores de 16, tal como hizo Australia.
"Soy creador de contenido en Youtube; hago videos sobre Fórmula 1 —contó Honorio, su hermano menor—. No poder compartir más mi contenido me costaría, me daría un poco de desesperación. Pero después creo que nos iríamos acostumbrando poco a poco".
La palabra "alivio" también resuena entre los chicos, sobre todo cuando imaginan el escenario posterior al shock inicial. "Me aliviaría, porque dejaría de conectarme en un mundo de páginas web que muestran cosas que no son, imágenes que no están buenas, que generan inseguridades en los pibes", planteó Vicky.
Una de las problemáticas que más le preocupan sobre el uso de redes sociales de su generación son las apuestas online. "Hay mucha ludopatía, mucha gente de mi edad en las apuestas, y creo que el principal motivo de esto es el alto consumo de redes sociales, sin duda", contó la adolescente, de 15 años.
"Estaríamos todos más presentes, dándonos cuenta de lo que está pasando enfrente nuestro", opinó Julieta. "Al principio sería un bajón. Pero después diría: 'Bueno, capaz que no estamos tan mal sin todas las redes y la distracción'", imaginó Anouk.
¿Serviría prohibirles las redes a los menores de 16, como hizo Australia?
La mayoría está en contra de que se prohíban las redes para menores de 16, pero sí a favor de que se regule. "Prohibir no sirve. Tenés el que tiene una buena relación con la tecnología y le saca provecho, y si le prohíben, es un bajón, y, por otro lado, al que tiene una adicción, se lo sacaste, pero no le curaste la adicción. Además, si lo prohibís hasta los 16, nada te dice que después no vas a tener problemas con el celular, o te vas a volver adicto", opina Olivia.
Laureano completa: "Las redes sociales, para algunas personas, pueden ser malas, pero en muchos otros casos son buenas y creo que hoy en día son una buena manera de comunicarse y hablar de muchas cosas".
Si se leas prohíben, plantea Agustín, lo único que el gobierno lograría es que los chicos se vayan a otras redes oscuras, a un ambiente donde nadie te puede trackear, ni proteger. "Ahí sí que estás solo", apunta. "Tenemos que saber gobernar los dispositivos. Si nos gobiernan ellos a nosotros, como está pasando ahora, estamos en un problema", aporta Vicky, quien enfatiza la importancia de no demonizar a las redes sociales. Las considera una herramienta poderosa.
Pero ¿es posible autorregularse? Aunque la mayoría dice que logran hacerlo, que se eliminan algunas aplicaciones como Instagram o TikTok en temporada de exámenes o que cargan sus celulares dados vuelta para no tentarse y agarrarlos todo el tiempo, también admiten que muchas veces parece una batalla desigual: "Estás en un bucle constante en el que no podés salir. Realmente es atractivo y te atrapa. Ceo que ese es el objetivo que tienen las redes. Porque esa es su manera de generar dinero. Regular la tecnología se va a poder hacer si hay un Estado que acompañe. Nosotros solos, diciendo: 'Mañana me levanto y lo uso cuando quiero y cuando no', no existe", apunta Vicky, quien cree que debería haber "algún tipo de regulación".
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