EL COMBUSTIBLE DE LA ENERGÍA NUCLEAR PRODUCE CONTAMINACIÓN RADIACTIVA

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PRIMERA PARTE
Numerosas entidades oficiales y particulares reconocen que las explotaciones de uranio son contaminantes. Alguna vez dijimos que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), es la entidad más hipócrita del mundo, participa del lobby global que impulsa el uso de la energía nuclear y, por otro lado, se presenta como benefactora de la humanidad mostrando como apoya la lucha contra el cáncer, enfermedad que, en muchas ocasiones, ha sido consecuencia de la producción del combustible de la energía nuclear.
Por Juan Vernieri
No hay dudas que el OIEA (o AIEA según el idioma) apoya la energía nuclear, sin embargo, se ha visto en la necesidad de advertir que las explotaciones de uranio contaminan y afectan la salud de los mineros.
Dice el OIEA: "El uranio es el principal combustible de los reactores nucleares y debe ser gestionado adecuadamente y de manera segura y sostenible…" "… La gestión responsable del ciclo de producción del uranio comprende una serie de aspectos, como la prospección, el descubrimiento y la evaluación de recursos; la extracción y el procesamiento; la selección y el ensayo de la tecnología; los estudios de previabilidad y viabilidad; la construcción y la explotación de instalaciones de extracción y procesamiento y, por último, el cierre apropiado de los emplazamientos de producción de uranio en los que se han agotado los recursos. Todas las etapas de este ciclo deben basarse en las mejores prácticas y procurar reducir al mínimo los efectos adversos para el medio ambiente y la sociedad y beneficiar a las sociedades y economías locales y nacionales".
El reconocimiento está muy velado, indica: "… procurar reducir al mínimo los efectos adversos para el medio ambiente y la sociedad…" Se infiere que reconoce que hay afectación al ambiente y la salud.
El Congreso norteamericano también lo reconoció al sancionar la Ley RECA, de compensación por exposición a la radiación. Es un estatuto federal que establece la compensación monetaria de las personas, incluidos los veteranos atómicos, que contrajeron cáncer y una serie de otras enfermedades específicas como resultado directo de su exposición al gas radón y a otros isótopos radiactivos durante la extracción, la molienda o el transporte de mineral de uranio.
Otra entidad que lo reconoce es la Oficina Federal Alemana de Protección Radiológica (Bundesamt für Strahlenschutz BfS) de Berlín, que confirma los resultados de un estudio único en el mundo: analizó a 59.000 mineros que trabajaban en la extracción de uranio para la empresa Wismut.
Los resultados de este estudio, también publicado en el British Journal of Cancer, muestran un aumento en la tasa de cáncer de pulmón del 50 al 70 por ciento, así como 7.000 muertes inducidas por la radiación entre los 59.000 participantes del estudio (11,9 por ciento).
Se detectó una correlación significativa entre el tiempo trabajado en las minas y el riesgo de cáncer. Los fumadores y no fumadores entre los mineros tenían el mismo mayor riesgo, por lo que fumar se descartó como posible factor de confusión.
No hay duda, la energía nuclear a través de su combustible produce contaminación radiactiva. En notas futuras otras entidades que lo reconocen.
SEGUNDA PARTE
En nota anterior vimos que el OIEA máximo organismo que impulsa la energía nuclear y el Congreso de los Estados Unidos, han admitido que las explotaciones de uranio afectan el ambiente y la salud de los humanos. También vimos que una entidad alemana de protección a las radiaciones lo demuestra. Hay numerosas entidades que igualmente lo admiten.
Por Juan Vernieri
La revista Journal of the American College of Cardiology (JACC), publicó recientemente un estudio de acceso abierto, que evalúa cómo la exposición al uranio, medida a través de niveles urinarios, puede impactar negativamente la estructura y función cardíaca. Los hallazgos destacan asociaciones adversas entre los niveles de uranio urinario y características de la geometría y función del ventrículo izquierdo, especialmente entre jóvenes adultos indígenas estadounidenses.
Esto subraya la necesidad de investigar los efectos cardiovasculares a largo plazo de la exposición crónica al uranio y diseñar estrategias para reducirla.
El gobierno de Francia y su empresa nuclear AREVA, han reconocido también, aunque a regañadientes, los efectos de las explotaciones de uranio.
Francia es un Estado muy altamente nuclearizado, que ha negado durante mucho tiempo los problemas asociados a la minería de uranio. Pese a ello, y gracias a un trabajo sostenido durante 17 años y el apoyo de los medios de comunicación, el laboratorio de la Comisión de Investigación e Información Independientes sobre la Radiactividad, CRIIRAD, ha obtenido algunos resultados.
El CRIIRAD no es un laboratorio contra o a favor de la energía nuclear, su objetivo es medir la radioactividad e informar a la población para poder protegerse.
En particular a partir de la emisión de un reportaje, en el programa de France 3 «Piéces a conviction», que mostraba que en Francia había decenas de zonas contaminadas por causa de esta minería, tanto Areva como el gobierno francés se han visto obligadas a realizar algunas mejoras. No son todas las medidas suficientes, pero ha supuesto un pequeño progreso, especialmente por el reconocimiento de la contaminación.
La Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) es una asociación científica, con sede en el Reino Unido, sin ánimo de lucro e independiente, dedicada a fomentar el progreso de la ciencia de la protección radiológica para beneficio público. Proporciona recomendaciones y orientación sobre todos los aspectos de la protección contra la radiación ionizante incluidas, por supuesto, las que aparecen en la producción del combustible para los reactores nucleares.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos identifica los sitios de desechos peligrosos más serios en la nación, luego los coloca en la Lista de Prioridades Nacionales (NPL) para limpieza por parte del gobierno federal. La EPA ha encontrado uranio en por lo menos el 4 por ciento de los sitios actuales o que formaron parte de la lista en el pasado.