EL RENACIMIENTO NUCLEAR EMPIEZA A PROSPERAR, LOS RESIDUOS SIGUEN ESPERANDO

27.02.2025

El Reino Unido está construyendo su primera central nuclear en 30 años, Francia ya habla de una nueva flota de 14 reactores y, en total, se proponen 100 nuevos reactores en todo el mundo, en su gran mayoría pequeños y modulares. Pero el tema de los residuos de alta radiactividad sigue en pañales. ¡De eso no se habla!

Por Juan Vernieri

Sin dudas, las grandes empresas tecnológicas, que requieren electricidad de base confiable para abastecer sus tecnologías de inteligencia artificial y almacenamiento de datos sedientos de energía, están impulsando decididamente la energía nuclear.

Constellation Energy de Microsoft ha sugerido reabrir la planta de energía de Three Mile Island en Pensilvania, y Amazon compró recientemente un centro de datos alimentado con energía nuclear.

A diferencia de Microsoft y Amazon, Google ha accedido a comprar energía generada por una flota de pequeños reactores nucleares modulares que aún no han salido de la mesa de diseño, respaldando a la empresa emergente Kairos Power y su reactor conceptual de sales fundidas.

El principal motivo para construir pequeños reactores modulares como estos, es evitar los sobrecostos y los plazos prolongados que han plagado la construcción de grandes reactores convencionales. Pero… a juzgar por la experiencia argentina… El reactor pequeño modular CAREM se concibió en los 80, si inició a paso lento en 2011, se impulsó en 2014 con la primera colada de hormigón, y recientemente, después de haber invertido más de 600 millones de dólares, se informó que no es comercial.

No se sabe si el CAREM se continuará hasta terminarlo, pero se sabe que no se podrá vender como se planeaba.

Además, la aparición de diseños de reactores de cuarta generación, a menudo denominados "reactores modulares avanzados", promete no solo generación de electricidad, sino también hidrógeno y calor, así como producción de isótopos médicos.

Existen más de 80 diseños novedosos de reactores modulares pequeños y reactores modulares avanzados, y algunos de ellos están siendo desarrollados por proveedores de tecnología nuclear nuevos y establecidos.

Estos diseños, algo revolucionarios, tienden a una producción de energía que va desde los 30 megavatios de electricidad hasta los 300. Los proveedores de estas tecnologías tienen grandes ambiciones, y grandes esperanzas.

Pero detrás de estas perspectivas se esconde la forma en que se gestionarán y aislarán en última instancia los residuos radiactivos generados por estos reactores.

Todos los reactores de fisión nuclear generan residuos radiactivos, algunos de los cuales serán muy peligrosos durante muchas generaciones, hasta cientos de miles de años.

Esto es cierto incluso para aquellas tecnologías de reactores que afirman utilizar residuos radiactivos como combustible. Los productos radiactivos de fisión de larga duración, permanecerán como residuos.

También hay residuos radiactivos que entran en contacto con los componentes activados por neutrones del propio reactor. En consecuencia, es probable que sean necesarios largos períodos de almacenamiento y procesamiento provisionales antes de que se pueda llevar a aislación geológica.

Un problema adicional para los nuevos reactores modulares avanzados es que los combustibles que utilizan también suelen ser nuevos, lo que significa que los desechos de combustible gastado de estos reactores son completamente desconocidos porque nunca han estado disponibles para la investigación y, por lo tanto, las soluciones para gestionarlos de manera segura a largo plazo aún están por desarrollarse.

SEGUNDA PARTE

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el caso Gastre actuó con mucha ligereza. Los residuos nucleares no pueden eliminarse, sin embargo, con frecuencia se lee sobre su "eliminación definitiva". En realidad, se le llama eliminación definitiva a la presuntamente milenaria aislación del ambiente de los residuos en depósitos subterráneos denominados almacenes geológicos profundos (AGP).

Por Juan Vernieri

Los residuos radiactivos de alta radiactividad, en particular los combustibles gastados, cuando se retiran de los reactores, se colocan primero provisoriamente en piscinas que se hallan junto a los reactores, durante por lo menos cinco años, para enfriarlos, luego pasan a almacenes en seco dentro de cilindros de hormigón, durante por lo menos tres décadas, antes de su "eliminación definitiva" en una instalación de aislación geológica, un AGP.

Una vez aislados, a varios cientos de metros bajo tierra, los residuos quedan allí hipotéticamente seguros de las poblaciones futuras mediante varias capas de contención diseñadas para mitigar la entrada de agua subterránea y la corrosión de los residuos, evitando así la liberación de radionucleidos nocivos a la biosfera.

En la práctica, las cosas no son tan sencillas. Una instalación de aislación geológica no es simplemente un agujero en el suelo en el que se puede arrojar cualquier material radiactivo. No es lo que supondría la CNEA en los últimos años del siglo anterior.

Varios países, elegido el lugar por sus características favorables, han excavado túneles hasta la profundidad en la que se planea almacenar y allí han instalado un laboratorio que les ha permitido durante décadas, estudiar las formaciones rocosas. Así lo vienen haciendo Francia, Rusia, Suecia, entre otros.

Nada de eso hizo la CNEA en Argentina, solo realizó dos series de perforaciones para llegar a la conclusión que Gastre era un lugar adecuado para un AGP.

Alemania cuenta con 36 reactores nucleares desactivados y cerrados. Aún no tiene una ubicación definitiva para los residuos altamente radiactivos. Esta situación no se espera que cambie en el futuro previsible; incluso la búsqueda de un sitio adecuado se prevé que continuará hasta al menos 2074, según un reciente estudio realizado por el Öko-Institut de Friburgo para la Oficina Federal de Almacenamiento de Residuos Nucleares (BASE).

¿Por qué se tarda tanto en encontrar un depósito final? Es todo un proceso que incluye comenzar una búsqueda en un mapa en blanco de todo el país, lo que requiere la recopilación y análisis de "una cantidad enorme" de datos y muestras de roca, y luego encontrar un sitio con la mejor seguridad posible sobre una base científica.

El público alemán también está involucrado desde el principio en el proceso de selección para garantizar que el mayor número posible de personas estén conformes. Se enfatiza la participación del público en un proceso transparente diseñado para lograr un resultado con una alta aprobación conjunta.

Cuando uno ve cómo actúan otros países respecto de sus residuos nucleares, nos damos cuenta con qué ligereza, con qué inconsciencia, actuó la CNEA cuando el asunto de Gastre.

Los residuos altamente radiactivos del mundo siguen esperando.

TERCERA PARTE

Hace unos pocos años, el renacimiento nuclear era un sueño aplastado por la realidad del accidente de Fukushima, los costos cada vez mayores de licencia y construcción de reactores y la creciente disponibilidad de fuentes de energía renovable más asequibles.

Por Juan Vernieri

El astuto establishment nuclear ha logrado encontrar una manera de asegurar su preservación a pesar de todo el sentido común. Frente a esta industria altamente subsidiada, las fuerzas de la verdad, la justicia ambiental, la ciencia, la ética y la sostenibilidad ecológica, tienen un desafío mayor que nunca. Las enormes dádivas del año y la promoción descarada de la energía nuclear han sido la culminación de la efectiva campaña de sus defensores en los Estados Unidos.

Mientras la industria de la energía nuclear se enfrentaba a una amenaza existencial, su maquinaria de lobby y unos pocos patrocinadores extremadamente ricos, encontraron una nueva forma de presentarse.

Veamos la ola más reciente de ayudas sociales. En 2016, los reactores comenzaron a recibir rescates por miles de millones de dólares a nivel estatal después de que la industria se autodenominara "verde".

Luego, en 2021, el gobierno norteamericano intervino con la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleo (IIJA), seguida por la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA), ambas promocionadas como importantes proyectos de ley sobre el clima.

El Servicio de Información y Recursos Nucleares analizó los proyectos de ley y reveló la cantidad de fondos dedicados a la promoción de la energía nuclear.

La IIJA proporcionó la friolera de 11.000 millones de dólares para la energía nuclear. La IRA se volvió loca fiscalmente y prodigó a la industria una dádiva de 134.000 millones de dólares.

En marzo de 2024, los irresponsables promotores recibieron una vez más la reautorización de la Ley Price-Anderson, que permite a la industria nuclear seguir produciendo libremente las catástrofes más tóxicas y peligrosas que conoce la humanidad, sin la carga de tener que cubrir el costo de cientos de miles de millones de dólares por accidentes.

La prórroga de la Ley Price-Anderson y la finalización de la Ley de Compensación por Exposición a la Radiación (RECA) dieron a la industria luz verde para seguir envenenando el aire, el agua y la cadena alimentaria sabiendo que no habrá consecuencias para los contaminadores ni compensación para los sobrevivientes.

Justo cuando la industria estaba grogui, recibió un golpe de "suerte" con la aprobación en julio de la Ley de Aceleración del Despliegue de Energía Nuclear Versátil y Avanzada para una Energía Limpia (ADVANCE).

Con esta ley, el Congreso está obligando a la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) a reescribir su declaración de misión para incluir la promoción de la energía nuclear, además de su objetivo actual de proteger la salud y la seguridad del público y el medio ambiente. Una forma de degradar aún más la autoridad de la NRC al acelerar la concesión de licencias y debilitar la supervisión de la seguridad.

Ahora que las pesadillas de Fukushima se han disipado, los sueños de la industria nuclear pueden hacerse realidad: ampliar a 80 años las licencias de los reactores nucleares decrépitos, reactivar los reactores cerrados y poner en marcha otros nuevos. De ser así, ello significará más extracción de uranio, más destrucción de tierras, más transporte radiactivo, más contaminaciones radiactivas y accidentes a lo largo de toda la cadena de combustible, más residuos radiactivos de alto nivel, más dinero en los bolsillos de los ya ricos, más consumo de energía y menos energía renovable. (Fuente: NUKEWATCH Kelly Lundeen)


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