Cuando el “progreso” avanza sobre lo sagrado

21.12.2025

En Puerto Madryn se está consumando un hecho grave, profundo y dolorosamente reiterado en la historia argentina: el avasallamiento de los pueblos originarios en nombre del progreso, la estética urbana y los intereses turísticos. 












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Esta vez, el escenario es un sitio sagrado indígena ubicado frente a la terminal de ómnibus, un lugar que contiene restos óseos de ancestros y donde se realizan ceremonias espirituales propias de la cultura mapuche-tehuelche. Un espacio de memoria viva, identidad y espiritualidad. Un espacio que no se negocia.

Sin embargo, para el intendente Gustavo Sastre y su gestión, este sitio parece resultar incómodo. No por su valor histórico, cultural o humano, sino porque "opaca" la postal turística de la ciudad. Porque no encaja en la lógica del marketing urbano ni en la estética prolija que se pretende vender al visitante. Porque recuerda —a simple vista— que antes del cemento, las veredas y las banderas, hubo pueblos que habitaron, cuidaron y dieron sentido a esta tierra.

La metodología no es nueva. Es la de siempre. Se espera el momento oportuno, se deslegitima al referente comunitario, se alimentan rumores, se inventan historias, se siembra sospecha entre vecinos.

Luego, cuando el territorio queda simbólicamente debilitado, entran las maquinarias. Así ocurrió aquí: sin consulta previa, sin consentimiento, sin respeto. Se instalaron veredas, se cavó un pozo para colocar banderas —argentina, galesa y mapuche-tehuelche— como si el gesto simbólico pudiera maquillar la violencia real. Como si un espacio sagrado pudiera reconvertirse en atractivo turístico sin consecuencias.

Resulta particularmente paradójico —y profundamente revelador— que muchos de los vecinos que hoy se quejan del sitio, que lo desprecian y lo atacan, vivan en un barrio llamado "Colonos Galeses". Un nombre que remite a otro proceso histórico de ocupación, desplazamiento y apropiación. La ironía es brutal: se celebra una memoria migrante mientras se niega y se pisotea la memoria originaria.

El colonialismo no es solo una cuestión del pasado. Es una práctica viva, simbólica y material. Se expresa en la imposición de una estética, en la ocupación del territorio sin diálogo, en la idea de que todo debe ser "útil", "vendible" y "mostrable". Colocar juegos, banderas, senderos y equipamiento urbano en un lugar sagrado no es integración: es desconocimiento, es falta de comprensión, es desprecio cultural.

Las comunidades originarias han sido sistemáticamente ignoradas a lo largo de la historia argentina. Invisibilizadas, desplazadas, negadas. Y lo que hoy ocurre en Puerto Madryn demuestra que esa lógica no ha terminado. Cambian los discursos, se modernizan las palabras, pero el fondo sigue siendo el mismo: decidir por otros, sin otros.

Hasta cuándo vamos a tolerar estos atropellos.
Hasta cuándo la sociedad va a mirar para otro lado.
Hasta cuándo se va a justificar lo injustificable en nombre del turismo y el "desarrollo".

Estas comunidades no son minorías anacrónicas. Son los pueblos padres de esta tierra, de esta Patagonia que hoy se promociona como destino, pero que antes fue hogar espiritual, cultural y territorial de quienes aún resisten.

Mensaje al intendente

Señor intendente Gustavo Sastre: quizás crea que nadie ve, que nadie escucha, que el poder institucional alcanza para imponer decisiones sin consecuencias. Pero se equivoca. Hay quienes están atentos. Hay quienes velan. Hay quienes no van a callar.

Si insiste en este camino de atropello, de despojo simbólico y material, va a encontrar resistencia. No desde el odio, sino desde la memoria, la justicia y la dignidad. Vamos a ser esa piedra en el zapato que incomoda, que señala, que grita lo que otros prefieren silenciar.

Porque la historia demuestra que ningún poder es eterno.
Y porque los sitios sagrados no se negocian.
Se respetan.

Pérez Facundo