EL PAPA DE LOS POBRES
La muerte de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, marca el cierre de una era en la Iglesia católica. Su pontificado, iniciado en 2013, estuvo caracterizado por una profunda reforma institucional, un enfoque en la justicia social y una cercanía sin precedentes con los fieles.

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Por Juan A. Frey
Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, Bergoglio ingresó a la Compañía de Jesús y fue ordenado sacerdote en 1969. Su trayectoria lo llevó a convertirse en arzobispo de Buenos Aires y, posteriormente, en cardenal. En 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, fue elegido como el primer papa latinoamericano, un hito que redefinió la relación de la Iglesia con el mundo.
Desde el inicio de su papado, Francisco impulsó cambios estructurales en la Curia Romana, promoviendo mayor transparencia y descentralización del poder. Su Constitución Apostólica Praedicate Evangelium (predicar el evangelio) redefinió el funcionamiento del Vaticano, otorgando mayor protagonismo a los laicos y las mujeres en la administración eclesiástica.
Su enfoque pastoral se centró en la misericordia y el diálogo, rompiendo con muchos protocolos tradicionales. Optó por vivir en la Casa Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, rechazó ciertos lujos y promovió una Iglesia más cercana a los pobres.
Francisco fue un defensor incansable de los derechos de los refugiados y migrantes. En 2015, en medio de la crisis migratoria en Europa, instó a las parroquias a acoger familias desplazadas, mientras el Vaticano recibía refugiados como gesto simbólico.
También condenó la violencia en conflictos internacionales, como el reciente asalto de Israel a Gaza, pidiendo el cese de bombardeos a civiles.
Su encíclica Laudato Si' (Alabado Seas), sobre el cuidado del medio ambiente, dejó una huella en la discusión global sobre el cambio climático. En América Latina, apoyó movimientos populares y defendió los derechos indígenas, especialmente en la Amazonia.
Francisco llevó la Iglesia a las periferias, visitando lugares emblemáticos para el diálogo y la reconciliación. Fue el primer pontífice en pisar Irak, donde se reunió con el gran ayatolá Al-Sistani. También promovió la fraternidad interreligiosa en Abu Dabi, firmando el Documento sobre la Fraternidad Humana.
Su estilo simple y accesible lo convirtió en una figura querida por millones. En Argentina, su legado es especialmente significativo, siendo el primer papa latinoamericano y jesuita. Su liderazgo marcó un antes y un después en la relación entre el Vaticano y América Latina.
Con su fallecimiento, la Iglesia católica enfrenta un nuevo capítulo. El próximo cónclave será clave para definir si las reformas de Francisco continuarán o si habrá un giro hacia posturas más conservadoras. Mientras tanto, el mundo honra la memoria de un papa que transformó la fe en acción.

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El pontificado de Francisco estuvo marcado por reformas institucionales que redefinieron el funcionamiento del Vaticano y la Curia Romana. Su visión apostólica buscó descentralizar el poder, aumentar la transparencia y modernizar la estructura eclesiástica.
Uno de los cambios más significativos fue la promulgación de la Constitución Apostólica, reorganizando la Curia Romana para hacerla más misionera y menos burocrática. Esta reforma permitió que laicos, incluyendo mujeres, dirigieran dicasterios (ministerios vaticanos), algo sin precedentes en la historia de la Iglesia. También promovió mayor autonomía para las conferencias episcopales locales, desafiando el tradicional centralismo vaticano.
Francisco insistió en que la Curia debía ser un órgano de servicio y no de poder, lo que generó resistencias dentro de algunos sectores eclesiásticos. Su enfoque en la sinodalidad y la participación de los fieles en la toma de decisiones marcó un cambio profundo en la estructura vaticana.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco promovió la transparencia en las finanzas vaticanas, un área históricamente opaca. En 2014, creó un Secretariado para la Economía y aplicó medidas anticorrupción, cerrando más de 5,000 cuentas bancarias sospechosas en el Vaticano. También impulsó auditorías en el Banco Vaticano y reforzó el control sobre inversiones y licitaciones.
En 2023, el cardenal Angelo Becciu, exfuncionario de la Secretaría de Estado, fue condenado por fraude financiero, evidenciando el alcance de las reformas de Francisco en la lucha contra la corrupción.
El escándalo de abusos sexuales dentro de la Iglesia fue uno de los mayores desafíos del pontificado de Francisco. En 2019, publicó Vos estis lux mundo (Ustedes son la luz del mundo), un documento que obligó a obispos y superiores religiosos a denunciar casos de abuso y brindó protección a los denunciantes. También organizó una cumbre sin precedentes sobre abusos sexuales en el clero y suprimió el secreto pontificio en estos casos.
A pesar de estos avances, algunos críticos consideran que la implementación de estas medidas aún enfrenta obstáculos dentro de la jerarquía eclesiástica.
Las reformas institucionales de Francisco han dejado una huella muy profunda en la Iglesia católica. Su énfasis en la descentralización, la transparencia y la inclusión han redefinido el papel del Vaticano en el siglo XXI. Con su fallecimiento, el próximo cónclave determinará si estas reformas continuarán o si habrá un giro de ciento ochenta grados hacia posturas más conservadoras y ortodoxas; y en este sentido, hoy podríamos decir, que la profecía de La Virgen de Fátima, que Benedicto XVI publicó a medias, nos da una pauta muy clara sobre el futuro de la actual Iglesia Católica y del mundo contemporáneo.
