EMPRESARIOS Y DICTADURA: AMPLIAR LA MIRADA PARA TERMINAR DE CONTAR LA VERDAD
Primera Parte
La discusión sobre el rol empresarial en los crímenes de la última dictadura argentina vuelve, una y otra vez, como esas verdades que la sociedad intenta mantener en el borde del campo visual. No desaparece, pero se desplaza. No se niega del todo, pero se silencia.
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Por Juan A. Frey
Es un debate que incomoda a quienes prefieren una memoria recortada y funcional, aquella que deposita toda la responsabilidad en las Fuerzas Armadas y, al mismo tiempo, preserva intacto el prestigio y los intereses de ciertos grupos económicos. Ampliar este debate no es solo hacer justicia retrospectiva; es entender el presente con mayor lucidez.
Porque detrás de cada trabajador desaparecido dentro o alrededor de una fábrica, hubo decisiones empresariales concretas. Hubo reuniones a puertas cerradas donde las gerencias negociaban con mandos militares sobre "problemas internos". Hubo llamados telefónicos para pedir "mano dura" frente a comisiones internas organizadas. Hubo un diagnóstico compartido, la participación política y sindical de la clase obrera era un obstáculo para un proyecto económico que necesitaba trabajadores disciplinados, salarios deprimidos y un sindicalismo debilitado. El terrorismo de Estado fue, para estos actores, la condición necesaria para un reordenamiento violento del sector productivo.
¿Por qué cuesta tanto hablar de empresarios partícipes del terrorismo de Estado? Porque el tema no solo remueve responsabilidades pasadas, sino que interpela el modo actual en que el poder económico se concibe a sí mismo. Implica reconocer que la empresa no es un actor neutro, que la economía nunca es ajena a la violencia y que, en determinadas coyunturas, ciertos intereses corporativos han considerado legítimo recurrir al Estado o exigirle métodos represivos para garantizar un orden funcional a la acumulación.
Aceptar esta verdad implica admitir algo que la Argentina ha preferido evitar; la dictadura no fue solo un proyecto político autoritario, sino también un proyecto económico con beneficiarios privados muy concretos. Estos beneficiarios no se limitaron a aplaudir desde la tribuna; en muchos casos, formaron parte de la maquinaria represiva.
El lento avance en las causas contra empresarios por delitos de lesa humanidad no es casual. Revela dos problemas estructurales del sistema judicial argentino: La dificultad histórica para investigar al poder económico, que conserva recursos materiales, capacidad de lobby y vínculos que atraviesan a múltiples instituciones. La resistencia conceptual a aceptar que actores privados pueden ser responsables directos de crímenes estatales, rompiendo la barrera tradicional entre lo público y lo privado.
Esta resistencia genera, a su vez, una paradoja ética; mientras el país se enorgullece y con razón de tener uno de los procesos de justicia transicional más sólidos del mundo, mantiene una zona de impunidad selectiva que coincide, sospechosamente, con los sectores de mayor poder económico.
A pesar de estos obstáculos, la verdad no se perdió. Fue sostenida, durante años, por trabajadores sobrevivientes que denunciaron lo que habían visto dentro de las plantas, autos de la empresa usados por militares, listas de empleados entregadas por supervisores, oficinas convertidas en salas de interrogatorio, delegados que entraban a una reunión con la gerencia y no volvían a ver la luz.
Estas voces silenciadas durante mucho tiempo por miedo, estigmatización o indiferencia social son hoy un pilar fundamental para reconstruir el entramado represivo del que fueron víctimas.
Son prueba de que, incluso en los momentos más oscuros, existió resistencia obrera y hubo quienes se negaron a naturalizar el terror.
Ampliar el análisis sobre la responsabilidad empresarial no es un capricho ideológico ni un intento de reescribir la historia, es el paso lógico que requiere cualquier democracia que aspire a ser más justa, más honesta y más consciente de sus propios puntos ciegos.
La memoria completa no criminaliza al sector privado, pero sí exige distinguir entre quienes actuaron dentro de la ley y quienes se integraron, voluntariamente, a una arquitectura del terror. Una democracia robusta no teme a estas distinciones, las necesita.
Porque si la dictadura fue una asociación entre intereses económicos y militares, la democracia debe ser lo contrario, una alianza entre instituciones, ciudadanía y memoria, capaz de impedir que el poder económico vuelva a utilizar al Estado para reprimir, disciplinar o eliminar a quienes luchan por sus derechos.
La Argentina todavía tiene pendiente cerrar este capítulo. No por sed de venganza, sino por necesidad de verdad. No para reabrir heridas, sino para evitar que se repitan. No para demonizar a la empresa, sino para exigir responsabilidad donde la hubo y donde, durante demasiado tiempo, se intentó no mirar.
La verdadera justicia no es solo la que condena a los culpables visibles, sino la que revela todas las manos que sostuvieron el aparato del horror. Cuando también esas manos sean señaladas, la democracia argentina estará más completa. Y la memoria, finalmente, será un territorio sin sombras.

Referencias:
1.- Informes y documentos de organismos de derechos humanos
CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales)
Empresarios en el proceso de memoria,
verdad y justicia (Informe institucional).
Un estudio clave sobre la articulación entre empresas y terrorismo de Estado.
El Estado militar: estudios sobre la Junta Militar, el Consejo de Guerra y la represión (CELS / Siglo XXI).
Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: avances y obstáculos en la Argentina (CELS).
Programa Verdad y Justicia – Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
Responsabilidad empresarial en delitos de
lesa humanidad. Un avance de investigación.
Informe exhaustivo con 25 casos emblemáticos.
2.- HIJOS, APDH, SERPAJ
Diversos informes y presentaciones
judiciales sobre represión en fábricas (casos Ford, Ledesma, Acindar, La Veloz
del Norte, etc.).
NDR: Para profundizar sobre este tema, los invitamos a visitar nuestra Biblioteca en donde podrán descargar los libros que se mencionan en este artículo.

