REUNIÓN TRUMP PUTIN EN ALASKA

20.08.2025

Mientras en Occidente se celebran cumbres diplomáticas, se multiplican los gestos de solidaridad y se tejen narrativas de resistencia heroica, el conflicto entre Rusia y Ucrania se desarrolla en un plano mucho más complejo y estratégico.

Por Juan A. Frey

La reciente reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin en Anchorage, Alaska, ha reconfigurado el tablero geopolítico y económico del conflicto. Aunque no se alcanzó un acuerdo formal, ambos líderes afirmaron haber logrado "entendimientos" que podrían allanar el camino hacia la paz. Sin embargo, los verdaderos ejes del conflicto, territorio, seguridad, alianzas militares y capital financiero siguen sin resolverse.

La elección de Alaska como sede no fue casual; separada por el estrecho de Bering, representa la vecindad geográfica entre EE.UU y Rusia y evoca la cooperación histórica de Rusia durante la guerra de Secesión Norteamericana entre 1861-1865 y Segunda Guerra Mundial.

La reunión se realizó en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, en formato reducido, con una duración de más de dos horas y media.

Trump calificó el encuentro como "muy productivo", mientras Putin habló de "entendimiento" y la necesidad de salir de la confrontación.

Crimea, anexada por Rusia en 2014, sigue siendo el núcleo simbólico y estratégico del conflicto.

Las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhia y Jersón son exigidas por Moscú como parte de cualquier acuerdo de paz.

Zelensky en una muestra de histrionismo, ignorancia y desesperación, ha reiterado que no aceptará cesiones territoriales, respaldado por la constitución ucraniana y por los líderes europeos que insisten en una "paz justa".

La no incorporación de Ucrania a la OTAN fue uno de los puntos centrales de la cumbre. Rusia considera esta posibilidad una amenaza existencial.

Trump aseguró que cualquier negociación territorial se hará con Zelensky, pero evitó comprometerse con garantías militares concretas.

Europa, aunque presente en las reuniones posteriores en Washington, teme quedar marginada de las decisiones clave.

Mientras se negocia el fin de la guerra, BlackRock se posiciona como el gestor principal de la reconstrucción ucraniana.

El acuerdo firmado en 2022 con el Ministerio de Economía de Ucrania y la coordinación directa entre Zelensky y Larry Fink en 2023 consolidaron su rol como actor económico clave.

BlackRock apunta a sectores estratégicos como infraestructura, energía y transporte, con una lógica de inversión más que de ayuda humanitaria; afectando directamente los intereses rusos en ese sentido.

En este nuevo escenario, Wall Street se sienta junto a Washington y Moscú en la mesa de decisiones.

La cumbre Trump–Putin en Alaska no resolvió el conflicto, pero sí reveló las tensiones subyacentes. Crimea, el Donbás, la OTAN y las garantías de seguridad siguen siendo piezas de un rompecabezas que ni siquiera los líderes más poderosos logran encajar. Europa observa con cautela, mientras BlackRock afila sus estrategias para capitalizar la reconstrucción.

El futuro de Ucrania se define en las trincheras, en mesas de negociación y en juntas corporativas. ¿Será una paz negociada, una tregua impuesta o una reconstrucción condicionada por intereses privados? Tras la cumbre en Alaska, la respuesta sigue siendo un enigma. Pero el hielo diplomático comienza a resquebrajarse, aunque las aspiraciones del gigante financiero no están del todo aseguradas en vista que la importante cuota de sangre rusa no será de ninguna manera gratuita.