Los procesos electorales en Chile, Ecuador y Honduras
El domingo 16 se realizaron, en Chile la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y en Ecuador un referéndum y consulta popular convocados por la presidencia.

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Por Alberto Cortés
En el primero no hubo demasiadas sorpresas en cuanto al orden de los dos primeros, que concurrirán al balotaje del 14 de diciembre: Jeannine Jara de la coalición de izquierda, con el 26,85% de los votos y el ultraderechista Kast, con el 23,92 %.
Tras una larga tradición de luchas obreras y populares, y algún gobierno con tintes progresistas, apoyado, pero no encabezado por la izquierda (en las décadas de 1930-40); en 1970 –, en medio de la guerra fría - ganó las elecciones la Unidad Popular, con un programa de tránsito pacífico y democrático al socialismo. La derecha fascista, en estrecha colaboración con Washington, intentó – por métodos violentos – impedir el gobierno de Salvador Allende, incluso desde antes de asumir. El plan golpista, implementado implacablemente hasta setiembre de 1973, logró desgastar, y finalmente voltear al gobierno, implementando una de las dictaduras más sanguinarias y corruptas; que avanzó en un experimento neoliberal de una radicalidad que no se había visto en el continente, llegando a privatizar el agua, las jubilaciones, la educación, etc; y generando un modelo que era envidia de otras derechas, de países vecinos.
Ese modelo, a pesar de la derrota de Pinochet en el Plebiscito de 1988 (mediante el cual intentaba quedarse otros 10 años en el poder), se mantuvo en todos sus elementos centrales durante las décadas siguientes. Gerenciado al principio por partidos supuestamente opuestos a la dictadura pinochetista (la Concertación, surgida de la promoción del NO en el Plebiscito, incluyendo a la Democracia Cristiana y a un Partido Socialista completamente derechizado). Luego, hubo alternancias con fuerzas abiertamente de derecha (Piñeira), hasta el estallido social de 2019.
Una gran revuelta popular comenzada en ese momento, ante una vuelta más del torniquete con el que la oligarquía chilena venía apretando progresivamente a los sectores populares, para exprimirlos cada vez un poco más, sin que hasta ese momento hubiera habido una respuesta de gran magnitud. Se disparó por la rebelión de los estudiantes secundarios a pagar otro aumento del subte o metro: "No son treinta pesos. Son treinta años" fue la frase que sintetizaba lo que había por detrás del movimiento.
La represión de Piñera fue brutal, en particular, por los cientos de jóvenes a los que los carabineros les dispararon munición, supuestamente no letal, a los ojos, cegándolos.
Siguió la llamada a una Constituyente, para remplazar la Constitución de Pinochet, de 1980, donde la izquierda y una multitud de expresiones sociales fueron mayoría.
Pero la derecha, campaña de fake news mediante (en especial falsedades sobre el real contenido de la nueva carta magna), logró que la propuesta de la Constituyente, puesta a consideración de todo el pueblo en un nuevo referéndum, fuera rechazada por la mayoría de los electores; abriendo así un proceso en el que los contenidos constitucionales posibles se fueron corriendo cada vez más a la derecha, hasta el punto de quedar vigente la pinochetista (frente a alternativas aún peores).
En las elecciones de 2021, tras ganar la interna de la izquierda a otros candidatos con posiciones más nítidas, Gabriel Boric fue electo presidente, y; aunque suele caracterizárselo como un mandatario "de izquierda", por su origen y algunas de sus posiciones, muchas otras hacen que sea bastante discutible esta calificación.
Aunque Chile es uno de los países con menores índices de criminalidad de la región, el hecho de que hayan aumentado (aunque sigan siendo bajos) permitió a la derecha explotar con habilidad sus posiciones de demagogia punitivista, ofreciendo la "mano dura" como solución.
Así, las posiciones más aparentemente centristas como las de la Concertación, han perdido mucho espacio. Aunque un personaje singular como Franco Parisi logró colarse en el tercer puesto de la elección, los dos candidatos que le siguen: Kaiser (autodefinido libertario) y Evelyn Mattei (hija de un miembro de la Junta Militar pinochetista, y representante de la derecha más tradicional) marcan una reinstalación muy importante de la derecha y ultraderecha en el escenario electoral chileno.
Jeannette Jara, del Partido Comunista, ganó la interna de Unidad por Chile (la única interna legal). Ministra de Trabajo y Previsión de Boric, posee un carisma que excede en mucho a su partido. Si bien ha anunciado que, en caso de ser electa, abandonará el PC, para representar a todos los chilenos; ya ha habido otros presidentes, de diferentes orientaciones (Piñeira y Patricio Aylwin) que lo hicieron.
En Ecuador, tras el gobierno progresista de Rafael Correa (2007-2017) que, entre muchos otros logros, consiguió bajar la delincuencia (índice de homicidios de 15,9 a 5,8, cada 100 mil habitantes); fue electo por su misma fuerza política, quien había sido uno de sus vices: Lenin Moreno. Éste, traicionó desde el primer día su mandato, virando hacia un sesgo netamente neoliberal. Comenzó una persecución de Correa y sus partidarios, que incluyó la destitución y encarcelamiento de otro vice de Correa y suyo, Jorge Glass, y el desmantelamiento o apropiación de las estructuras partidarias del correísmo y copamiento de las estatales.
Algunos choques que había tenido Correa con el movimiento indígena – muy poderoso en el país -, principalmente por la tensión que suele darse en algunos gobiernos progresistas, entre desarrollo (incluido desarrollo social), y medio ambiente; facilitaron el avance de la derecha, por la división de las fuerzas populares.
Así, Moreno fue remplazado por el gobierno del presidente del Banco de Guayaquil, Guillermo Lasso; y luego, tras la crisis que interrumpió el mandato de este último, por el del hijo del mayor multimillonario bananero y varias veces candidato presidencial frustrado: Daniel Noboa. Se trata de gobiernos neoliberales que continuaron las mismas tendencias y que sólo pudieron llegar (a pesar de mantenerse la Revolución Ciudadana de Correa como la principal fuerza política), por la estigmatización violenta que hicieron, no sólo esos gobiernos, sino principalmente la hiperconcentrada prensa hegemónica, del correísmo. Esto (sumado a trucos varios como el asesinato de un candidato presidencial) les permitió ganar algunas elecciones para la primera magistratura, ya fuera en balotaje, a pesar de perder en primera vuelta; o mediante el fraude masivo, como en la última.
Durante estos gobiernos, el país, vio aumentar las tasas de homicidios hasta los 40 por cien mil, y posiblemente este año supere los 50. Ecuador, tanto por su posición geográfica como por la dolarización (adoptada en 2000 y no revertida hasta hoy), tiene condiciones muy favorables para ser epicentro de la exportación de cocaína producida en Colombia y Perú, además del empobrecimiento de la población por las políticas neoliberales (que en todas partes genera la mano de obra para las bandas) y el desmonte de estructuras de seguridad, como parte del desguace del Estado.
Así, la cuestión de la seguridad – muy mejorada durante el correísmo -, es hoy una preocupación de primer orden en el país; y el gobierno de Noboa – claramente implicado a través de sus empresas familiares en el narcotráfico –, presenta la militarización y la restauración del permiso de instalación de bases militares extranjeras– prohibidas en la Constitución sancionada durante el correísmo, como supuestas soluciones.
Así, el 16, el gobierno preguntó a la ciudadanía si acordaba con: 1) Eliminar la prohibición de bases militares extranjeras; 2) terminar la financiación estatal de las fuerzas políticas (para dejarlas libradas a la potencia económica de sus sostenedores); 3) reducir el número de asambleístas; 4) convocar a una Asamblea Constituyente, para borrar la Constitución de 2008.
El referéndum y consulta – que tuvieron una elevada participación – fue un revés rotundo para Noboa, al rechazarse masivamente las cuatro preguntas.
Durante la campaña, Noboa trasladó a Jorge Glass – apresado en flagrante violación de las normas internacionales, invadiendo la embajada mexicana, donde estaba asilado – a una cárcel de máxima seguridad (sin terminar), con traje de presidiario, en un intento de avivar el anticorreísmo, dado que la campaña por el NO, fue impulsada por un cúmulo de organizaciones sociales, antes que por la estructura partidaria de Revolución Ciudadana. No funcionó.
Era pública y notoria la intención de los gobiernos de Noboa y Trump de instalar una o dos bases militares estadounidenses en el país. En 2009, Correa cerró la que existía en Manta, y ahora EEUU aspiraba a colocar una en las Islas Galápagos, que reforzaría fuertemente su presencia en el Pacífico, en su competencia con China.
En Honduras, entre tanto, se vota para presidente el próximo 30 y, ante el probable triunfo de la candidata progresista Rixi Moncada, del Partido LIBRE, de la actual presidenta Xiomara Castro y el ex presidente (depuesto en 2009 por un golpe militar aupado, a escondidas, por EEUU), varias personalidades – entre ellas el Premio Nobel (más allá del actual bastardeo de esos premios) Pérez Esquivel, alertaron sobre maniobras dentro del Consejo Nacional Electoral, para desconocer ese eventual resultado.
Estados Unidos va perdiendo poder en el mundo, pero trata de aferrarse con uñas y dientes a "su patio trasero". En algunos lugares (Argentina), le va bien. En muchos otros, no.
