Día 681: Santiago Caputo y el destape del monje gris

Después de las elecciones, el asesor estrella tendrá una participación más importante en el gobierno de Javier Milei. Pero la visibilidad podría erosionar la capacidad de operación del hombre que se mueve en las sombras.
Javier Milei ya había adelantado que su asesor estrella, Santiago Caputo, tendrá una participación más importante en el Gobierno. Ayer comenzaron a conocerse los posibles cambios: Gerardo Werthein dejaría la Cancillería y lo reemplazaría Nahuel Sotelo, representante de Caputo en las relaciones internacionales, y se fusionaron los ministerios de Justicia y Seguridad, con Guillermo Montenegro, haciendo que los secretarios de cada área sean cuasi ministros. En Seguridad quedaría un representante de Patricia Bullrich, y en la estratégica área de Justicia quedaría al frente la persona de confianza de Caputo, Sebastián Amerio.
Santiago Caputo ya controla la agencia de Inteligencia, varias de las principales empresas estatales, pasaría a controlar la Cancillería, Justicia y, si él mismo integrara el gabinete, las especulaciones incluyen hasta la Jefatura. De terminar así, habría una especie de renovación generacional en el Gabinete con la eventual salida de Werthein y Guillermo Francos. Así, Caputo sería uno de los vértices del golpeado triángulo de hierro. Que concentre más poder implicaría un retroceso de los Menem y de su hermana Karina, a quienes las Fuerzas del Cielo, fuerza de choque digital de Caputo, le atribuyen la derrota por ser quienes coordinaron la estrategia electoral que enfrentó a los gobernadores que luego se le dieron vuelta y le proporcionaron una seguidilla de derrotas legislativas.
Alguien que maneja el poder desde las sombras como Santiago Caputo puede verse afectado por la exposición por varias razones, pero fundamentalmente por dos. Por un lado, operar desde las sombras implica golpear sin ser golpeado. Si alguien está en el foco de la opinión pública, tiene que dedicar tiempo a responder críticas, es atacado por la oposición e investigado permanentemente por el periodismo.
En segundo lugar, Caputo debe tener cuidado de no eclipsar a Milei. La ventaja de un monje gris es que opera con la fuerza de la imagen convocante del gobernante. Si Caputo debe construir su propia imagen, corre el riesgo de quitarle espacio a Milei, algo que podría traerle dolores de cabeza, teniendo en cuenta los problemas de ego del Presidente, quien se considera una suerte de profeta mundial de la extrema derecha y por momentos un envidado celestial con la misión de salvar el país.
La estrategia de Caputo para copar el Gobierno tiene un importante centro en su política internacional de cara al gobierno de Donald Trump. Para tratar de entender el juego de Caputo son claves dos nombres: Leonardo Scatturice y Barry Bennett. La relación entre Santiago Caputo, Leonardo Scatturice y Barry Bennett se articula en torno al poder de facto, la consultoría política, las operaciones de inteligencia y el acercamiento del gobierno deMilei a la derecha global, especialmente al círculo de Donald Trump.
Caputo y Scatturice están vinculados por una relación de máxima confianza en el ámbito del poder y la información sensible. Scatturice, un exagente de Inteligencia que mantiene un perfil bajo, es considerado un "facilitador total" o un hombre de máxima confianza y asesor de Caputo. Su rol se extiende a proveer recursos y abrir puertas estratégicas para el gobierno libertario. Además, es el principal accionista de COC Global, una firma que adquirió la aerolínea Flybondi, lo que subraya su creciente peso en negocios estratégicos. Adicionalmente, es el titular del capítulo argentino de la CPAC (Conferencia de Acción Política Conservadora), lo que lo ubica en la misma órbita ideológica internacional. En esencia, Scatturice es un engranaje logístico y de inteligencia crucial para la estructura de poder informal que lidera Caputo.
Caputo y Bennett establecieron un vínculo directo y fundamental para la diplomacia paralela del Gobierno. Bennett es un asesor político y estratega clave en el círculo deTrump. La conexión entre ambos se consolidó a través de la CPAC, donde Bennett facilitó los primeros acercamientos y la posterior reunión entre Milei y Trump en Washington. Bennett se ha convertido en un interlocutor de peso, manteniendo reuniones directas y sin pasar por los canales diplomáticos tradicionales con Caputo en la Casa Rosada. En estos encuentros, Bennett actúa como una suerte de "emisario" o "virrey" de la derecha norteamericana, discutiendo temas de gobernabilidad, estrategias políticas internas y la aprobación de reformas económicas, asegurándole a Caputo el respaldo de la administración Trump.
En octubre de 2025, Bennett arribó a Argentina en el avión privado de Scatturice para reunirse con Caputo y otros dirigentes políticos. Esta triangulación demuestra una red de poder que combina la estrategia política (Caputo), la logística, la inteligencia y el manejo de activos sensibles (Scatturice), y el apoyo de alto nivel de la derecha global (Bennett). Juntos, conforman un canal de influencia que supera los roles formales de la Cancillería y los ministerios tradicionales.
La revista Noticias dedicó su tapa a Barry Bennett bajo el título "El Interventor", donde explica que el 12 de febrero pasado la SIDE, por orden de Caputo, firmó un contrato con Tactic Global, la empresa de relaciones públicas y lobby en Estados Unidos que comparten Scatturice con Bennett.

Ayer, en su editorial del programa Odisea Argentina en LN+, Carlos Pagni sostuvo una hipótesis distinta y muy plausible. Según Pagni, no queda claro que Bennett tenga real llegada a Trump y menos de que hable en su nombre. Es más, que finalmente son empleados de Caputo porque cobran del contrato que el Estado argentino, a través de SIDE, tiene con Tactic Global. Esto implicaría que Caputo está montando una suerte de escena de poder ficticia para ascender en el Gobierno y operar a la oposición dialoguista con el objetivo de que colabore en la nueva etapa del Gobierno. Si esto efectivamente fuese así, sería una magistral jugada política digna de quedar en los libros de historia.
Todo esto que contamos hace devolvernos a una pregunta bastante anterior: ¿quién es este personaje tan particular que hace algunos años era totalmente desconocido y hoy se revela como una de las personas más poderosas del Gobierno?
Santiago Luis Caputo, nacido el 11 de julio de 1985 en el seno de una influyente familia de la alta sociedad argentina ligada a la escribanía, los negocios y la política, como son los Caputo. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por una personalidad rebelde y disruptiva que lo llevó a ser expulsado de al menos tres colegios, incluyendo el Marista Manuel Belgrano, donde conoció y forjó una amistad duradera con Ramiro Marra, luego figura de La Libertad Avanza (LLA).
Su acercamiento a la vida política activa comenzó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde estudió Ciencias Políticas. En el ámbito universitario, Caputo participó en el espacio de Franja Morada, la agrupación reformista ligada al radicalismo, donde comenzó a perfilar su inclinación por la acción de shock y la comunicación de alto impacto. La anécdota que mejor ilustra su estilo de militancia en esos años involucra una asamblea donde, al notar que la discusión sobre si tomar o no la facultad se tornaba demasiado abstracta y extensa, irrumpió con una pancarta escrita a mano que rezaba la frase "El que toma no conduce". La apuesta de Caputo era instalar la idea de que la agrupación que apoyaba la toma no ganaría el centro de estudiantes. Este gesto, tan simple como provocador, logró dispersar la reunión y se convirtió en una muestra temprana de su capacidad para usar frases cortas y contundentes para cortar el debate, una técnica que luego perfeccionaría en la arena nacional.
Su entrada al mundo de la consultoría política profesional ocurrió de la mano de Jaime Duran Barba, el gurú ecuatoriano que asesoró a Mauricio Macri. Si bien se formó en esa escuela de marketing político, su relación terminó abruptamente. En 2017, Caputo criticó abiertamente la estrategia de campaña de Cambiemos en redes sociales. El entonces Jefe de Gabinete, Marcos Peña (otro discípulo de Duran Barba), impulsó su salida por esta deslealtad estratégica, lo que marcó la ruptura de Caputo con el establishment macrista y con la filosofía de moderación de la "ola amarilla".
Otro episodio crucial en su vida fue el accidente de moto que sufrió, que lo tuvo al borde de la muerte. El accidente de moto de Santiago Caputo ocurrió en la Avenida del Libertador, Ciudad de Buenos Aires, a finales de diciembre de 2021. En un día húmedo, yendo en su moto Café Racer, se dirigía a gran velocidad a la altura del Hipódromo de Palermo. El siniestro se produjo cuando la moto impactó contra un auto que venía de frente, en una maniobra que no fue detallada como responsabilidad suya o del otro vehículo, solo como un "encierro torpe".
El golpe fue de tal magnitud que su cuerpo fue proyectado, volando varios metros antes de caer sobre el asfalto. El casco le salvó la vida, pero el impacto le provocó lesiones gravísimas: se rompió el brazo izquierdo, ambas muñecas y la clavícula se le partió en ocho pedazos. La gravedad de las heridas fue tal que, durante las fiestas de fin de año de 2021, no pudo comer por sí mismo, marcando el suceso como una experiencia de cuasi-muerte que definió un punto de inflexión en su vida.
Según el libro "El Monje", escrito por Manuel Jove y Maia Jastreblansky, el efecto del accidente más profundo fue el psicológico y existencial: el accidente selló su identidad como un outsider que ha enfrentado límites extremos, reafirmando el código de dureza y lealtad que él valora. A partir de este suceso, el consultor se "mutó en creyente". Según este y otros perfiles de Caputo, el accidente, el haberse salvado de la muerte, le dio una suerte de perspectiva mística a la misión de Caputo con la estrategia comunicacional de Milei.
Caputo ya había conocido a Milei en abril del 2021 gracias a su amistad conMarra y había empezado a trabajar en su estrategia de campaña. Luego del accidente, su compromiso se intensificó profundamente. Además, reconoció inmediatamente en Milei el vehículo ideal para su estrategia de polarización y guerra cultural. Su metodología con LLA abandonó el optimismo de Duran Barba para enfocarse en la destrucción de la "casta" mediante el uso de memes, la viralización de mensajes agresivos y el aprovechamiento del enojo social.
Se convirtió en el "arquitecto de la victoria" de 2023 y, al igual que una eminencia gris, eligió no ocupar un cargo ministerial ni exponerse públicamente, sino actuar como el consejero más íntimo y decisivo del Presidente, concentrando el poder estratégico desde las sombras y reforzando su mística como el cerebro detrás del fenómeno libertario.
El concepto de "monje gris" en la política, aunque a menudo se utiliza indistintamente, tiene su origen en la histórica figura de la "Eminencia Gris" (Éminence Grise), un término acuñado en el siglo XVII en la corte francesa. Específicamente, hace referencia a François Leclerc du Tremblay (1577-1638), conocido como el Padre José. Este fraile capuchino vestía un sencillo hábito de color gris o marrón claro, lo que contrastaba poderosamente con las vestimentas color púrpura (rojo) del Cardenal Richelieu, su poderoso superior y primer ministro del Rey Luis XIII. Por esta razón, mientras Richelieu era la "Eminencia Roja", el Padre José se ganó el epíteto de "Eminencia Gris", cimentando la metáfora política que perdura hasta hoy.
La importancia del concepto radica en que el Padre José, sin ostentar un título formal de gobierno ni buscar la popularidad, ejerció una influencia enorme y decisiva detrás del escenario político y diplomático de Francia. Su figura se convirtió así en el paradigma del poder en la sombra: una persona inteligente, estratégica, cautelosa y ambiciosa que opera al margen de lo institucional, siempre al servicio de un líder, manejando la intriga cortesana y ejerciendo funciones sobre múltiples aspectos del gobierno.
Más allá del fundador del concepto, otros personajes históricos comparten este perfil de poder oculto. Por ejemplo, Joseph Fouché durante la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico, quien fue un maestro en el arte de la intriga y el espionaje, manteniendo su poder a través de diversos regímenes gracias a su habilidad para operar tras bastidores. En el contexto moderno, y aunque el término se aplica con matices, muchos analistas señalan a Rasputín en la Rusia zarista, cuya influencia sobre la Familia Real era total a pesar de no tener cargo formal. En el ámbito británico, el consejero político Lord Esher es citado a menudo como una eminencia gris clave en las decisiones de la monarquía y el establishment militar a principios del siglo XX. Estos ejemplos ilustran cómo el poder real en la política no siempre reside en la figura que ocupa el trono o el cargo principal, sino en el discreto estratega que ejerce su voluntad desde la oscuridad, manipulando los hilos del poder.
En la historia argentina, uno de los ejemplos más claros de una figura que operó como un verdadero poder detrás del trono, sin la necesidad de un cargo electivo, es José López Rega. Durante el tercer peronismo, el excabo de la Policía Federal y secretario privado de Juan Domingo Perón tejió una red de influencia extraordinaria. Su poder se asentó en la relación de confianza y cercanía con Perón y, más tarde, con la presidenta Isabel Martínez de Perón. A pesar de haber ocupado el cargo de Ministro de Bienestar Social, su rol trascendió lo ministerial, siendo el artífice de decisiones políticas y la articulación de grupos de choque, lo que lo ubicó como la verdadera figura de poder detrás de la Presidencia. López Rega trascendió más como el "monje negro" por la naturaleza de su poder esotérico y la creación de la Triple A, pero su mecánica de poder -un consejero que eclipsa a la figura formal del líder- encaja perfectamente en el arquetipo de la eminencia gris.
Dentro de la política argentina, Enrique "Coty" Nosiglia es la figura contemporánea que quizás mejor encarna el concepto de "eminencia gris" o "monje negro", superando incluso la influencia efímera de muchos de los que ocuparon altos cargos electivos. La trayectoria de Nosiglia, un histórico dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR), está marcada por el poder ejercido fuera de los focos. Aunque se desempeñó como Ministro del Interior durante el gobierno de Raúl Alfonsín (1987-1989) y previamente como Subsecretario de Salud, su verdadera trascendencia se forjó como el principal operador político de la UCR y del país desde el retorno a la democracia en 1983.
A diferencia del cargo formal, que es visible y limitado en el tiempo, Nosiglia prefirió sistemáticamente el bajo perfil y la estrategia tras bambalinas, lo que le permitió mantener un nivel de influencia constante. Su poder no residía en los votos que cosechaba personalmente, sino en su habilidad para negociar, articular alianzas, gestionar internas partidarias y servir de interlocutor con otras fuerzas, incluidos los gobiernos de Carlos Menem e incluso el kirchnerismo en ciertas etapas. Se le atribuye una legendaria capacidad de operación, sintetizada en la frase, supuestamente de Alfonsín, de que "al 'Coti' hay que dejarle dos teléfonos y te arregla todo". Su rol como líder de la influyente corriente interna radical conocida como La Coordinadora y su posterior capacidad para ser el mentor de dirigentes clave, como Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, confirman esta tesis.
Volviendo a Santiago Caputo, tiene algunas particularidades. En primer lugar, es un asesor que, al igual que muchos de los últimos años, logró dominar la comunicación política, una disciplina que creció al calor de la profesionalización de las campañas electorales y la revolución de las nuevas tecnologías. A nivel internacional, el paradigma del caso es Steve Bannon, el gurú comunicacional de la extrema derecha. Bannon es mundialmente reconocido por articular la campaña digital del Brexit, la primera victoria de Trump y de otros líderes de extrema derecha en el mundo.
Tanto Bannon, primero, como Caputo, después, son quienes explotaron lo que Giuliano Da Empoli en "Los Ingenieros del Caos" explicó y conceptualizó como "bancos de odio". Es decir, transformar en odio el resentimiento social generado por las frustraciones de un sistema político y económico que no da respuestas y volverlo contra un enemigo visible: la casta política, la izquierda, los inmigrantes o el feminismo. De esta manera, las redes utilizadas por estos estrategas son herramientas para manipular las emociones y transformarlas finalmente en votos.
Esto se logra científicamente, gracias a la enorme cantidad de datos de nuestras preferencias y formas de pensar que dejamos cada vez que navegamos por internet. Esto se aloja en bancos de datos que son utilizados para construir mensajes directamente apuntados para conmover a diferentes segmentos de la población organizados según su género, posición socioeconómica y opinión.
Otro de los grandes asesores políticos y estrategas es el columnista de PERFIL, Duran Barba, quien brinda un curso de estrategia y comunicación política en la Universidad del Sur de Buenos Aires. Sostiene que un consultor debe mantener distancia emocional con los gobiernos y candidatos que asesora. Que, como un cirujano que no opera a sus parientes, un consultor no debe integrar el gobierno; no puede estar de ambos lados del mostrador, porque su juicio perderá objetividad y su mirada estará intrínsecamente contaminada por sus deseos. Vale mencionar que este es el consejo de Duran Barba, ya experto, pero en sus comienzos el mismo fue jefe de Gabinete en Ecuador entre 1998 y 2000, durante la presidencia de Jamil Mahuad. ¿Será jefe de Gabinete su discípulo, para luego seguir los pasos de Duran Barba?
Es interesante el caso de Duran Barba por varios motivos; en lo que respecta a esta columna, es efectivamente con quien empezó a trabajar Santiago Caputo. Caputo dio sus primeros pasos en la consultoría política de la mano del gurú ecuatoriano, a quien se acercó mediante contactos familiares. En ese ámbito, el joven consultor trabajó junto a figuras del PRO que participaban activamente en la campaña de Cambiemos en 2015, lo que le permitió adquirir experiencia en la estrategia electoral y en la dinámica interna del macrismo. Sin embargo, su vínculo se rompió por un conflicto frontal relacionado con la estrategia de comunicación.
Según trascendió, Caputo no compartía la línea de campaña y criticó fuertemente ciertos anuncios del equipo macrista en 2017 a través de su seudónimo en redes sociales. El entonces jefe de Gabinete, Peña, exigió a Duran Barba que apartara a Caputo de la consultora, lo que marcó su salida del círculo del consultor y del PRO. Tras esta ruptura, Caputo se dedicó a otros proyectos y finalmente en 2021 se sumó al equipo de = Milei.
Peña también fue discípulo de Duran Barba, y uno de los más destacados. Ambos comparten una forma de estrategia y comunicación política que Caputo vino a romper con el objetivo de instalar otra lógica. La estrategia de Peña utilizada en la presidencia macrista, aprendida del ecuatoriano, se basaba en la moderación y el optimismo. Su comunicación se enfocaba en construir un personaje presidencial "normal" y optimista, promoviendo la imagen de la "gestión". En redes sociales, la línea era evitar la confrontación directa con los rivales políticos, buscando un tono conciliador o soft, y enfocándose en transmitir logros o la cercanía del líder. El objetivo era ampliar la base electoral atrayendo a votantes moderados y desideologizados.
La estrategia de Caputo representa el quiebre total con la escuela de Duran Barba. Se centra en la polarización extrema y la agresión directa. En comunicación, el objetivo es destruir al adversario a través de la burla, la descalificación (etiquetas como "casta") y la confrontación constante. En redes, su método se conoce como guerra cultural o memes de confrontación, empleando la viralización agresiva del mensaje, la amplificación del enojo social y el uso de narrativas disruptivas para reforzar la identidad anti-establishment de la base. Mientras Peña buscaba el centro, Caputo se orienta a la radicalización de la identidad del votante.
El conflicto que llevó a la salida de Caputo del entorno de Duran Barba en 2017, impulsada por Marcos Peña, fue precisamente esta diferencia fundamental de estilos. Peña, al frente de la estrategia oficial del gobierno, no toleró las críticas y la visión confrontativa de Caputo, lo que subraya que la estrategia del "monje gris" solo funciona si hay alineación ideológica y metodológica con la figura principal, algo que Peña garantizaba para Macri y que Caputo luego aplicaría con Milei, pero con un método diametralmente opuesto.
Volviendo al presente, es como si Caputo siguiera los pasos de Peña. Ahora será un estratega con cargo y deberá enfrentar la opinión pública. Esto puede ser un problema para Caputo porque justamente el poder del operador en la oscuridad reside en su lejanía de la mirada inquisidora del resto de los actores políticos en el debate público.
En primer lugar, la exposición pública diluye la mística y la invulnerabilidad. La eficacia del monje gris se basa en la percepción de que su influencia es omnipresente pero inalcanzable; él conoce todos los hilos sin que nadie conozca el suyo. Al volverse una figura pública, se convierte en un objetivo identificable, susceptible a la crítica, la investigación periodística y el ataque político, algo que el poder anónimo evita por diseño. La crítica se canaliza ahora hacia él, liberando a la figura visible de responsabilidad, y obligándolo a defenderse en un terreno que no domina: el de la opinión pública.
En segundo lugar, la visibilidad erosiona la capacidad de operación. Un operador en las sombras tiene éxito porque puede moverse entre facciones, negociar en secreto y realizar tratos que serían imposibles bajo el escrutinio público. Como sostenía Niccolò Machiavelli en El Príncipe, un líder a veces debe actuar de forma que parezca tener ciertas cualidades, aunque en realidad posea las opuestas, y esto es más fácil para quien no está bajo la lupa. El monje gris es el maestro de la maniobra encubierta; si se vuelve visible, sus movimientos son rastreados, sus reuniones se filtran y su capacidad de negociación flexible y silenciosa se anula, volviéndolo ineficaz.
Finalmente, la aparición pública rompe el equilibrio de poder con el líder. El monje gris existe en una relación simbiótica con el líder formal (el presidente, el cardenal, etc.), donde el primero aporta la estrategia y el segundo la legitimidad. Si el monje gris se vuelve tan notorio como el líder, o incluso lo eclipsa, se genera una competencia interna por el liderazgo y la atención. Esto es intolerable para la figura principal, quien generalmente debe deshacerse de quien amenaza con proyectar su propia sombra sobre el trono. Filósofos y analistas del poder como Aldous Huxley, en su biografía Eminencia Gris (sobre el Padre José), explican que la capacidad del monje se basa en su aparente humildad y distanciamiento de los asuntos mundanos, permitiéndole ser el canal puro de la estrategia. Cuando esa pureza se corrompe por el deseo de ser reconocido, el monje es despojado de su rol.
Martín Rodríguez, editor y fundador de la Revista Panamá, dijo que Santiago Caputo era una suerte de monje gris extrovertido. Recordemos que tuvo incidentes con un fotógrafo, a quien anotó el nombre luego de que el colega hiciera su trabajo y le sacara fotos, o cuando fue a amenazar a Facundo Manes por citar la Constitución Nacional en una de sus intervenciones en el Congreso. Esto también se evidencia en sus posteos de sus diferentes cuentas anónimas de X, que jamás se preocupó por desmentir. Evidentemente, Caputo viene buscando más protagonismo y quizás esa búsqueda sea lo que lo termine sacando del juego. Como en aquel genial cuento de terror, La Pata de Mono de W. W. Jacobs, "hay que tener mucho cuidado con lo que se desea".
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