La importancia del Ártico y Antártico
Los derechos argentinos sobre Malvinas e Islas del Atlántico Sur
Las regiones árticas y antárticas del planeta son, en general, muy poco tenidas en cuenta, suponiendo que, por su escasa población producto del clima; tienen una relevancia despreciable en comparación con los continentes más habitados.
Sin embargo, con una importancia rápidamente creciente en las próximas décadas, su gravitación económica y estratégica está muy lejos de carecer de significación.

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Alberto Cortés
El polo norte se ubica en el Océano Ártico y no en tierra firme como el Polo Sur, pero está cubierto por una capa de hielo permanente.
La región ártica que lo rodea abarca partes de Rusia, Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Islandia, Noruega, Suecia y Finlandia. Todos esos países, excepto los dos últimos tienen costas sobre el Océano Ártico, pero Canadá y Rusia son los países que poseen la mayor parte.
El cambio climático, al producir el derretimiento de hielos en todo el planeta está causando significativas modificaciones en la navegabilidad y el acceso a minerales en la zona (que es afectada a un ritmo cuatro veces mayor que el conjunto de la Tierra). Países como China, el primer exportador y segundo importador del mundo, están particularmente interesados en el desarrollo de las rutas por esta zona ya que reducen sustancialmente el tiempo de navegación entre el país asiático y Europa, comparadas con la actual ruta del Canal de Suez, en Egipto.
La reducción del hielo permite pensar en el desarrollo de tres rutas claves: la del Norte (bordeando la costa septentrional de Rusia), el Paso del Noroeste (ídem, pero de Canadá) y la Ruta Transpolar.
El predominio ruso en la región es destacado ya que además de la extensión de sus costas, posee más rompehielos que la suma de todos los de los demás del mundo, y es el único con algunos de propulsión nuclear. Acaba de sumar uno de combate de avanzada tecnología y anunciar un mega proyecto que integraría toda la ruta transártica con transporte fluvial en varios ríos que desembocan en el Ártico y corredores ferroviarios.
De allí el interés (y la desmesura) de Trump, de pretender comprarle Groenlandia a Dinamarca (en contra de los deseos de ese país europeo y de la propia población local que apunta, en cambio, a la independencia); y de transformar nada menos que a Canadá en parte de los EEUU (lo que causó el airado rechazo de los canadienses y su gobierno como era de esperar).
La única zona de acceso estadounidense a esta región es su estado de Alaska. Fue comprada a Rusia en 1867, cuando el zar Alejandro II, que venía de haber perdido once años antes la Guerra de Crimea frente a otros imperios (Británico, francés y Otomano principalmente), y que estaba necesitado de fondos; temía, además, que tarde o temprano ese territorio le fuera arrebatado por la fuerza.
La zona es rica en petróleo y gas (tercera parte de las reservas mundiales), cobalto, litio y níquel. Groenlandia tiene grandes reservas de tierras raras y muchos otros minerales críticos. La falta de prospección detallada y las limitaciones tecnológicas – en camino de ser superadas – son los principales obstáculos a su explotación, además de los factores geopolíticos.
El recurso pesquero también está fuertemente afectado por el cambio climático: Especies de zonas árticas se ven sometidas a stress, pero otras provenientes de mares más templados se extienden hacia allí, abriéndose nuevas áreas y temporadas pesqueras.
En el otro extremo del globo, la Antártida es el cuarto continente más extenso, después de Asia, América y África.
Posee uno de los mayores yacimientos mundiales de carbón y hierro. Más importante es aún su mar, con grandes yacimientos de petróleo y gas.
Se rige por el Tratado Antártico, firmado en 1959 por doce países, a los que se sumaron posteriormente, treinta y ocho más. Prohíbe las actividades militares y la extracción de minerales (hasta 2048, ya no tan lejano), las explosiones nucleares y la eliminación de residuos de ese tipo. Promueve la investigación científica (varios miles de científicos de diversas naciones realizan hoy experimentos) y protege el frágil medio ambiente local. Está dividida en sectores administrados por varios países.
Argentina posee uno de esos sectores. Representa más del 25% de la superficie total del país. Gran Bretaña, apoyándose en su posesión de hecho de Malvinas y otras islas argentinas del Atlántico Sur, reivindica un sector que abarca el 100% del argentino y parte del chileno.
La usurpación de Malvinas, en 1833, fue perpetrada en articulación de ese imperio con los EEUU. Un año antes, la fragata norteamericana Lexington, había atacado con bandera falsa, las islas y destruido sus defensas. Hay constancias de reuniones entre diplomáticos de ambas naciones durante el curso del año 1832 en las que se habría intercambiado informaciones, y la conformidad estadounidense a la ocupación británica, en tanto no interfirieran en la depredación norteamericana de los recursos naturales. Como antes sí había hecho la representación de Buenos Aires.
Hoy, la posesión de esas islas es fundamental no sólo para Gran Bretaña, sino para la OTAN. Como ya se evidenció en la Guerra de 1982.
Los EEUU mantienen flotas y bases en todos los mares del mundo como parte esencial de su hegemonía mundial, – ya en declive - y estas Islas que tienen a su alcance el paso entre los Océanos Atlántico y Pacífico, (Pasaje de Drake y Estrecho de Magallanes) son claves para el dominio de esas rutas, además de la actual pretensión estadounidense de una base en Tierra del Fuego.
Tanto por estas razones, como por la proyección sobre la Antártida, y por las propias riquezas naturales de los mares en torno de las Islas, es obvio que el Reino Unido, (y los EEUU) se aferrarán con uñas y dientes a esas posiciones.
¿Podrá entonces Argentina, en algún momento, recuperar efectivamente su soberanía sobre sus islas? ¿Cuándo?
Para responder a estas preguntas hay que observar la evolución de los imperios coloniales europeos en América, África, Asia y Oceanía.
Cuando España fue invadida por las tropas napoleónicas y luego dividida por luchas internas entre constitucionalistas y absolutistas, fue la oportunidad para que los pueblos hispanoamericanos lograran su independencia. Incluso, ésta se vio amenazada de nuevo temporalmente, al ser repuestos en el trono Carlos IV, e inmediatamente su hijo Fernando VII. La contrafensiva colonialista española logró entonces por un tiempo, revertir todas las independencias que se habían logrado en Suramérica, excepto la del Río de la Plata. La nueva ofensiva independentista, desde el sur con San Martín y el norte con Bolívar, consiguió volver irreversible el proceso liberador.
En agosto de 1941, Roosevelt consiguió arrancar a un golpeado Churchill la "Carta del Atlántico", en la que se prometía una posguerra sin colonias. Los propios EEUU otorgaron (en 1946) la libertad a su propia dependencia: Filipinas, a la que habían sometido en 1898. Ello había ocurrido, después de traicionar su anterior promesa de la independencia a los filipinos (para lograr su apoyo en la guerra de EEUU contra España). Para subyugarlos, llevaron adelante un genocidio que causó la muerte de cientos de miles de ellos, con ejecuciones sumarias, torturas sistemáticas, campos de concentración. La apuesta (en 1941) fue que, en un mundo sin colonias, Europa perdería este monopolio de sus relaciones coloniales, y los pujantes EEUU, podrían penetrar en las excolonias mediante relaciones ahora neocoloniales.
La situación fue aprovechada por los movimientos liberadores de Africa, Asia y Oceanía, para intentar imponer su propia agenda. De esta manera, obtuvieron su independencia casi todos los países africanos y varios de Asia y Oceanía.
O sea que – otra vez - el debilitamiento de los imperios europeos, fue la condición inicial para la finalización de las relaciones coloniales. Sin embargo, ese debilitamiento había ocurrido también – en los casos africano y asiático – tras la Primera Guerra Mundial; sin que los pueblos del luego llamado Tercer Mundo alcanzaran la independencia (Aunque sí la lograron entonces, en cambio, en Europa, naciones antes sometidas por el imperio austro-húngaro. En los otros continentes, las colonias alemanas pasaron simplemente a manos de Gran Bretaña, Francia, Bélgica y otras).
La mayor fortaleza de las fuerzas independentistas autóctonas y la existencia de un bloque socialista anticolonial (URSS-China), tras la Segunda; permitieron en cambio la emancipación de gran parte de las colonias.
Hoy presenciamos el declive de la hegemonía norteamericana en el mundo, y el surgimiento de un mundo multipolar con otras potencias globales y regionales que compiten e incluso superan al hegemón anterior, en muchos aspectos.
Cuando el poder relativo de los EEUU (y sus aliados más estrechos como Gran Bretaña) en el planeta haya disminuido lo suficiente, será la hora en que Argentina pueda aspirar seriamente y en un plazo mucho menor que en la situación presente, a integrar completamente su territorio. Una razón más para apostar a ese mundo multipolar sin hegemonías, y para revertir la política mileísta de relaciones carnales con EEUU e Israel. Mientras tanto es fundamental mantener firme y coherentemente el reclamo por los legítimos derechos argentinos sobre todas aquellas islas.