La incongruencia libertaria

05.09.2025

Por Facundo Odasso 

Se sienta sobre el borde del sillón. Algo curvado hacia adelante, las piernas se cruzan a la altura de los tobillos y se esconden debajo del asiento. Las manos quedan libres para poder gesticular con autorreferencia. La respiración se acelera, su ceño se frunce, sus ojos sobresalen y su sonrisa muestra una excitación revanchista cuando llega al clímax diciendo: "Amo ser el topo dentro del Estado; soy el que destruye el Estado desde adentro". La entrevistadora se ríe simpáticamente.

Este ensañamiento con el Estado que expresa Milei -al cual define como "una organización violenta" o "la madre de todos los problemas"- se justifica en el disfrute de más y mejor libertad para nosotros. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos meses comenzaron a revelar una incongruencia de esta fijación patológica, poniendo en evidencia que ciertas oficinas del Estado pueden ser útiles para él, y que no todo tipo de libertad es buena para nosotros.

Guillermo O'Donnell, prestigioso politólogo argentino, revela que Estado y Democracia se vinculan en dos aspectos fundamentales que hacen a los vínculos con la ciudadanía. Por un lado, la democracia exige un sistema legal que proteja y promueva derechos fundamentales de los ciudadanos ante el Estado. Por otro lado, ese mismo sistema debe impedir el surgimiento de cualquier "de legibus solutus" (del latín "exento de las leyes"), es decir, alguien que se posicione por encima de las normas jurídicas.

Esto se relación con lo que el autor denomina el "control social vertical" (o accountability vertical social), propio de una sociedad civil activa, autónoma del Estado y con capacidad de iniciativa para reclamar, denunciar y castigar al gobierno por las acciones que los funcionarios públicos puedan haber hecho de manera ilegal.

El principal engranaje que impulsa la dinámica de la accountability vertical social es la libertad de expresión, la cual se entiende como "la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección". En otras palabras, es la libertad de expresión la que permite promover derechos fundamentales y evitar la aparición de cualquier "de legibus solutus".

A los hechos nos remitimos. En los 21 meses de gobierno se registra un ataque sistemático a la libertad de expresión con el continuo hostigamiento a periodistas críticos; los intentos por modificar la Ley de Acceso a la Información Pública; las restricciones a las acreditaciones de periodistas a las conferencias de prensa; la burla y ataque a artistas, y la joyita de esta semana: la "censura previa" dictada por una medida cautelar a instancias del propio presidente para impedir la publicación de audios de altos funcionarios del Estado.

Con ello, el gobierno se conduce a un proceso de reducción de la capacidad de control público sobre los actos de gobierno a partir de restringir el derecho de ejercer nuestra libertad.

La expectativa de una renovación política está quedando trunca. Javier Milei sostiene su gestión sobre una contradicción programática -una crisis existencial- que traiciona los deseos de su propio electorado: sostiene y refuerza la capacidad de intervención del Estado -sobre todo en la economía-, al tiempo que socava y erosiona la libertad de expresión para encubrir las acciones de su "casta política".

Hace unos días, la filóloga española Irene Vallejo, público un excelente artículo titulado El ángulo oscuro. En el mismo, y a partir de un repaso por la corrupción en los tiempos de la Roma Imperial, concluye que: "confiar en la democracia supone recelar de las personas en quienes delegamos poder: la honradez espontánea aumenta en proporción al número de ojos vigilantes".

En 1983, y después del terror vivido con la dictadura militar, los argentinos alcanzamos un nuevo acuerdo nacional: es en democracia como se deben resolver los conflictos. Hoy también debemos ejercer la democracia en esa accountability vertical social, en ese recelo de quienes nos gobiernan, como esa luz que alumbra los despachos en los cuales se reparten "la nuestra". Esto vale para todos los gobiernos, y especialmente, para la justicia.

Fuente:

https://recursoshumanostdf.ar/contenido/44468/la-incongruencia-libertaria