Todo cambió, pero aún no llega octubre

La derrota de Milei en la provincia de Buenos Aires modifica el escenario político; no solo afecta al gobierno, sino que también provocó un cimbronazo en el peronismo; el surgimiento de la "mueblería libertaria"
Por Carlos Pagni
La derrota de la alianza entre La Libertad Avanza (LLA) y Pro en la provincia de Buenos Aires tuvo, por su dimensión, un efecto sobre la configuración general de la política. Ni la Casa Rosada ni el PJ bonaerense preveían una diferencia como la que se produjo, superior a 13 puntos. Ese resultado, de por sí, nacionalizó la elección. Sin embargo, es imposible vislumbrar cuáles serán las derivaciones de ese desenlace sin formular alguna hipótesis sobre las razones que condujeron a él.
¿Cuánto se debió al ajuste económico que ejecuta Javier Milei? ¿Cuánto a errores graves en el diseño de la campaña? ¿En qué medida lo que sucedió tiene que ver con la logística de la competencia, es decir, con las peculiaridades de la oferta de cada grupo? La discusión sobre cada una de estas claves es interesante no sólo porque permite imaginar escenarios para los comicios nacionales de octubre. También importa ese debate porque en él se reflejan las posiciones de las facciones que están en pugna en cada fuerza política. Tanto en LLA como en el PJ.
La incógnita más relevante tiene que ver con la relación entre política económica y resultado electoral. Desde el domingo está planteado con más vehemencia un interrogante crucial de la gestión de Milei: si su programa de estabilización también gana elecciones. Existen varios indicios de que la pregunta es pertinente. Por ejemplo: el último Índice de Confianza del Consumidor elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella registró una caída de 14 puntos porcentuales entre julio y agosto. Lo mismo sucedió con el Índice de Confianza en el Gobierno. Ambos registraron un estado de opinión anterior al escándalo de los audios de Diego Spagnuolo refiriéndose a un presunto sistema de coimas montado por Karina Milei, Eduardo "Lule" Menem y Martín Menem, en la administración de los programas de atención a personas con discapacidades.
Casa Tres, la consultora de Mora Jozami, consignó que el 65% de los bonaerenses admite haber resignado consumos en los últimos meses. Cuando a esos ciudadanos se les pregunta cuál es la mejor política del Gobierno nacional, el 29% de las respuestas se refiere a la baja de la inflación. Cuando se pide identificar la peor medida, el 25% de las respuestas es "el recorte a los jubilados". 51% de esos bonaerenses anticipa que en octubre votará contra el oficialismo, mientras que 43% dice que lo hará a favor.
¿Existe una correlación entre ese malestar económico y el tipo de votante que LLA y Pro perdieron en la provincia de Buenos Aires? No hay elección alguna en el pasado que pueda ser comparada con la del domingo, en la que sólo se eligieron legisladores provinciales, concejales y consejeros escolares. Con esa salvedad, entre estos comicios y los de 2021 el ausentismo aumentó en más de 2 millones de votantes. ¿Quiénes son? Desde las oficinas de Mauricio Macri insinúan que se trata de viejos simpatizantes del expresidente que se desencantaron con Milei. Habría, entonces, una fuga del "voto prestado", que en el ballotage de 2023 se inclinó por el Presidente por no votar a Sergio Massa. Los últimos en llegar son siempre los primeros en irse.
Otra interpretación es la que está surgiendo en las primeras imágenes de un estudio que está realizando el jesuita Rodrigo Zarazaga, examinando los alineamientos electorales en relación con el nivel socioeconómico de los electores, que se infiere por la localización de las mesas de votación. Zarazaga empezó a advertir que la curva de LLA difiere mucho en 2025 respecto de la de 2023. En aquel momento, el partido de Milei obtenía más votos en la medida en que aumentaba un poco el nivel de pobreza. Sin llegar a los niveles de adhesión que conseguía el kirchnerismo entre los más desamparados.
Para entender mejor: el voto a Milei se parecía al voto a Massa, es decir, registraba mucha adhesión entre la clase media baja. Ahora gran parte de esa franja decidió abstenerse. La condición socioeconómica de los votantes del Gobierno nacional se parece mucho más a la que exhibía Pro en sus buenos tiempos. Estas primeras conclusiones de Zarazaga hacen juego con el aburguesamiento que se verificó en quienes se inclinaron por LLA en las elecciones porteñas de mayo pasado. Ese partido se replegó muchísimo en los barrios más populares del sur de la ciudad y mejoró su performance en el corredor norte y, sobre todo, en Puerto Madero.
LLA está pagando en las urnas el costo del ajuste. Sobre todo, de la recesión. Ese sería el corolario de estas investigaciones. No debería sorprender: en el noreste industrial de la provincia, por ejemplo, se están verificando cada vez más medidas de fuerza espontáneas porque los trabajadores cobran un sueldo que les impide llegar a fin de mes. Si esta hipótesis es verdadera, va a ser difícil que el oficialismo pueda torcer el rumbo de la disputa electoral. Milei está abrazado a su receta: mantener planchada la inflación congelando el tipo de cambio a través de una suba exorbitante de la tasa de interés. "Las elecciones se pierden por una disparada del dólar, no porque la tasa de interés sea muy elevada", repite. ¿No se pierden elecciones como consecuencia de un proceso recesivo? ¿Está seguro? Debería hablar con Macri, dado que Carlos Menem ya falleció.
En el austero paisaje que presenta la economía sobresalen algunos datos que pueden agregar dramatismo. Según los registros de la gobernación bonaerense, en la provincia hay 996 obras públicas que habían sido iniciadas por el Estado central y que están sin terminar. A todas se les agregó un cartel con la leyenda: "Obra abandonada por Milei". Un recordatorio de Axel Kicillof. Es posible que esta manera de presentar la renuncia del Gobierno nacional a emprender obras públicas tenga un efecto electoral bastante poderoso en las localidades en las que están esos edificios en ruinas, vandalizados, o copados por intrusos. No es un recordatorio de lo que no se hace, sino de lo que quedó sin hacer.
Kicillof suele contrastar ese déficit nacional con los trabajos que llevó adelante en la provincia. Se ufana de haber levantado 287 escuelas nuevas, de haber creado 1300 aulas en edificios ya existentes y de haber inaugurado 199 pequeños centros de salud. Él atribuye a ese activismo el reconocimiento de los bonaerenses por el PJ.
La Casa Rosada comenzó a sensibilizarse con el problema. Se nota en la "mueblería" libertaria, donde desde ayer se ensambló una nueva "mesa": la del reparto de recursos a las provincias. La encabezan el ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, y el ministro del Interior, Lisandro Catalán. Alegan que los fondos disponibles proceden del BID. No vaya a ser que se dispare una alarma fiscal.
Si el mal resultado del domingo se debió a la política económica, LLA tiene poco por hacer. El programa es bastante inflexible. Pero podría haber otras razones que sí se pueden corregir. Errores susceptibles de ser revertidos. Jaime Durán Barba señaló el lunes pasado que el marketing del oficialismo fue catastrófico. Se preguntó por qué habían excluido del proselitismo bonaerense al Mago del Kremlin, Santiago Caputo, que procede de su escuela. Durán observó que a la derrota del domingo se llegó a través de una campaña típica de la política más anticuada: actos organizados por punteros con una estética incompatible con el discurso anti-casta en el que Milei basó su éxito de 2023.
Los voceros del oficialismo explican que el Presidente revisó su estrategia: tomó en sus manos el timón de la política y armó dos "mesas" para coordinar las decisiones. La más importante es la de la política nacional, a la que se sientan su hermana Karina, Guillermo Francos, "el Mago" Caputo, Patricia Bullrich, Martín Menem y Manuel Adorni. Como se advierte, novedad cero. Tal vez este heptágono, que viene a sustituir al "triángulo de hierro", esté destinado sólo a evitar, o por lo menos disimular, las durísimas peleas de facción que carcomen al elenco libertario. Hasta ahora no lo logran. Un portavoz oficioso del "Mago", Daniel Parisini, "Gordo Dan", pasó de las horribles hostilidades a Luis Juez a maltratar al jefe de Gabinete Francos. Ayer fue contra Eduardo "Lule" Menem. Está a centímetros de Karina. El "Mago" está a punto de demostrar un viejo teorema: "Javier Milei es el funcionario más influyente del gobierno de Caputo".
Para demostrar que no hay mesa que alcance, desde las inmediaciones de este asesor se emiten ocurrencias corrosivas: que Joaquín De la Torre sería el nuevo titular de la Jefatura de Gabinete, con Francos exiliado en el BID; que Catalán dejaría su sillón al radical Rodrigo de Loredo; ¿o De Loredo iría a Defensa?
El otro factor por el que hay que preguntar para identificar las raíces del fracaso oficialista del domingo se refiere al despliegue logístico de cada fuerza. Existe un lugar común según el cual Milei se equivocó al involucrarse en la campaña, porque la nacionalizó. En el comando de Kicillof sostienen lo contrario: si no nacionalizaba la campaña perdía por más puntos, porque carece por completo de instalación territorial. Sólo la figura del Presidente puede movilizar a su electorado.
Esta tesis parece corroborarse con una evidencia: el domingo pasado los intendentes tuvieron un éxito indiscutible. La consultora Isonomía observó que de 135 intendentes, 101, es decir, el 78%, ganó la elección en su comuna. En el caso del PJ, los ganadores fueron 74 de un total de 84, es decir, el 88%. Y en el caso de LLA, 8 de 12 ratificaron su poder: el 75%. Estas matemáticas pueden ser decisivas. Porque los intendentes no ponen nada en juego para octubre. Asegurados sus concejos deliberantes, tienen menos motivos para movilizarse. Además, en octubre rige el sistema de boleta única, que requiere menos fiscalización. Son todos motivos para que Cristina Kirchner se niegue a dar de baja sus prevenciones. Ella razona de este modo: "Yo no dije que, si desdoblábamos la elección, perderíamos. Sólo dije que me parecía mejor unificar las elecciones. ¿Tenía razón? Para saberlo hay que esperar a los resultados de octubre. Si repetimos el caudal de votos del domingo pasado, estaríamos sacando 19 diputados. Cuatro más de los que ponemos en juego. Es un número interesante: en Diputados perdimos la reforma jubilatoria frente al veto por 4 votos. Ojalá repitamos ese número en octubre. Porque yo estoy feliz de que los compañeros intendentes hayan asegurado sus concejos deliberantes. Pero a Milei se lo frena en el Congreso, no en los concejos".
El razonamiento de la expresidenta es la continuación cifrada de su polémica con Kicillof. El gobernador considera que los intendentes no son tan decisivos. Y que, en todo caso, él necesitaba desdoblar para asegurarse la Legislatura. ¿No cree que lo hubiera conseguido si las elecciones provinciales se celebraban también el 26 de octubre, aunque fuera con boletas y cuartos separados? Es una discusión abstracta. Hoy Kicillof afirma: "Desdoblé y, al hacerlo, presté un servicio enorme al PJ y al país, porque Milei va hacia octubre mucho más debilitado".
Como se ve, la relación entre la señora de Kirchner y su antiguo discípulo sigue muy tensa. Por lo que se sabe, al menos hasta anoche, no habían conversado. Ni la alegría del triunfo los acerca. Es verdad: para la expresidenta esa alegría recién podrá verificarse en octubre. Como dicen los españoles, "hasta al rabo todo es toro". Otra señal de discordia: Máximo Kirchner no concurrió a los festejos de La Plata. Es verdad: debía esperar los resultados con su madre, en San José 1111. "Qué le costaba ir después hasta el búnker de Axel", se presenta un peronista más o menos neutral. El buen resultado de los comicios bonaerenses cobija un mensaje desagradable para los Kirchner, y es que Kicillof comenzó a demostrar dos condiciones valiosísimas en cualquier político: carácter y suerte. "Lo habíamos menospreciado", lamenta un militante de La Cámpora, de esos que en el festejo aplaudía "a reglamento".
Más allá de las variables que incidieron en la derrota de LLA y Pro, el domingo pasado se produjo un movimiento subliminal pero importantísimo. Se rompió el hechizo de Milei. La llegada de este economista al poder fue un proceso misterioso. El enigma no estuvo dado tanto por sus peculiaridades, que son, en muchos aspectos, llamativas. Lo más incomprensible de ese éxito fue que un sector importante del electorado, el 30% que lo votó en las primarias de 2023, apostara por alguien tan poco convencional, que carecía de partido, de equipo, de legisladores, de gobernadores, intendentes o sindicalistas. Esta rareza pareció inaugurar una nueva geometría, que permitía suponer prodigios nunca vistos. Por ejemplo, que la sociedad, sobre todo en sus capas más vulnerables, siguiera adhiriendo a un oficialismo que sólo prometía sangre, sudor y lágrimas. Los observadores más convencionales presumían estar ante un fenómeno inédito.
El resultado de la provincia de Buenos Aires parece haber introducido a Milei y su gobierno en el mundo de los mortales. Un equipo susceptible a la derrota. Dicho de otro modo: el Presidente y su partido dejaron de proyectar una presunción de invulnerabilidad. Ese corolario es relevante. Porque hace que las negras pierdan su inhibición y empiecen a jugar. Este viernes los seis gobernadores agrupados bajo el nombre de Provincias Unidas se reunirán en la Sociedad Rural de Rio Cuarto. Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut), Gustavo Valdés (Corrientes), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Carlos Sadir (Jujuy) serán recibidos por Martín Llaryora y Juan Schiaretti.
Esa convocatoria es significativa. No sólo porque quienes la protagonizan hacen oídos sordos al diálogo que ahora pretende la Casa Rosada. Hay un detalle específico que hay que comenzar a computar. Algunas encuestas revelan que el deterioro oficialista es más extendido de lo previsto y excede el campo bonaerense. Una realizada en Córdoba por Opiniones y Tendencias, la consultora de Francisco Venturini, indica que entre abril y septiembre la imagen de la administración nacional cayó 8 puntos, desde 57% a 49%. Y que la de Milei quedó todavía más abajo: pasó de 59% en abril a 47% en estos días. Ese estudio ubica a Schiaretti como el preferido para octubre. Si esta aritmética se verifica, la crisis del oficialismo sería delicada: Córdoba ha sido siempre el paraíso de Milei, como antes lo fue de Macri. Allí se reunirán los gobernadores de la oposición.
Los sindicalistas también comienzan a desperezarse. Tienen un motivo: el 5 de noviembre habrá elecciones para renovar la conducción de la CGT. El conflicto comenzará a incrementarse. Alarmados por el fracaso del domingo, los principales dirigentes del oficialismo han resuelto cambiar de estilo. Ahora están dispuestos a dialogar y conversar. Suponen que los demás actores están tan disponibles como antes de la batalla bonaerense. Deberían verificar si es tan así. Porque la derrota los modificó a ellos. Pero también puede haber alterado a los demás.