PRIMER SALÓN NACIONAL DE LATINOAMÉRICA — EDICIÓN DECOLONIAL
Encuentro de Mundos Posibles • Kauka, Colombia

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Por Amalia Vargas
El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes anunció que el 47 Salón Nacional de Artistas (47SNA) tendrá lugar en el departamento del Cauca entre los meses de octubre y diciembre de 2025.
Esta edición, denominada 'Kauka, asamblea de mundos posibles', pondrá en el centro la diversidad cultural, los saberes ancestrales y la fuerza creativa de las comunidades del suroccidente colombiano.
El evento se desarrollará principalmente en Popayán y Santander de Quilichao, con actividades en más de 15 municipios del Cauca. La elección de esta región como sede busca reconocerla como un epicentro de creación artística y como un territorio donde el arte se convierte en herramienta de paz, dignidad y futuro.
De esta manera, el Salón Nacional se descentraliza y se abre a territorios históricamente golpeados por la violencia, ratificando el compromiso del Gobierno del Cambio con la inclusión cultural y el reconocimiento territorial.
El 47 Salón Nacional se enmarca en el programa 'Artes para la Paz', la estrategia más ambiciosa de formación artística impulsada por el Gobierno. Esta iniciativa busca garantizar que niñas, niños y jóvenes en todo el país accedan al arte como un derecho, llevando música, danza, literatura, teatro y artes visuales a comunidades históricamente excluidas. Así, el Salón en el Cauca no solo será un espacio de exhibición artística, sino también de formación, encuentro y construcción colectiva de memoria.
La propuesta curatorial está integrada por Carolina Chacón, Catalina Vargas, el Consejo Ancestral Willka Yaku, Eblin Grueso y Laura Campaz, quienes plantean un enfoque basado en la memoria cultural, los saberes ancestrales, las prácticas comunitarias y la riqueza de las expresiones afrocolombianas e indígenas. El 47SNA propone una visión en la que el arte no solo se observa, sino que también se crea de manera conjunta con las comunidades.
La ministra de las Culturas, Yannai Kadamani Fonrodona, destacó la importancia de llevar el Salón al Cauca: 'Donde la guerra sembró silencio, hoy el Estado siembra arte, memoria y dignidad; allí donde nunca llegó la cultura como derecho, hoy florece como política pública'. Estas palabras resumen la apuesta del Gobierno Nacional por convertir el arte en una herramienta transformadora y reparadora en los territorios.
Con más de 80 años de historia, el Salón Nacional de Artistas es el programa más importante del país para el arte contemporáneo y ha acompañado la evolución de la escena cultural colombiana desde mediados del siglo XX. Su realización en el Cauca reafirma la voluntad de descentralizar la cultura, reconocer la riqueza de los territorios y consolidar la paz total a través de la creación artística.
El 47SNA se perfila como un hito cultural para el departamento del Cauca y para Colombia, al reunir a artistas, comunidades, gestores culturales y público en general alrededor de la creación y el diálogo intercultural. Con la diversidad como bandera y la paz como horizonte, el Salón se presenta como un escenario en el que confluyen el pasado, el presente y las posibilidades de futuro de la nación.
Podemos decir que es el Primer Salón Nacional de Latinoamérica — Edición Decolonial, realizado en el territorio del Kauka, Colombia, constituye un hecho histórico para el arte de nuestra región. Por primera vez, un Salón Nacional se descentra del museo occidental y se sitúa en territorios indígenas , afro que resisten, donde el conocimiento brota desde la tierra, desde las espiritualidades vivas y desde el cuerpo-territorio como fuente del saber.
En este Salón, el arte no es objeto muerto: es ayni, es minga, es agua que recuerda, y se manifiesta como acto ritual que cura, une y despierta.
Los pueblos Nasa, Misak, Kokonuko y las comunidades invitadas demostramos que no hay estética sin territorio, ni creación sin comunidad, ni futuro sin memoria ancestral.
El Kauka nos recibió como mayoras y aprendices,como hermanas y hermanos del Abya Yala profundo, para danzar con los cerros, escuchar el agua que nombra, y declarar con voz colectiva:
El arte indígena no es pasado.
Es presente insurgente y futuro con raíz.
Fui invitada por el equipo curatorial del evento, compuesto por Artistas Afros, Indígenas, Museólogos, uradores / Equipo curatorial del 47 SNA – KAUKA para participar con mi obra de performance lingüística-poética, centrada en el canto como vibración sanadora, como medicina del ajayu y herramienta viva de resistencia espiritual y estética en Abya Yala.
Aquí la entrevista:
1-¿Qué significó para usted participar en los Encuentros de mundos posibles en el Cauca, un territorio que también resiste desde sus saberes y espiritualidades?
Participar en estos Encuentros en el Kauka fue una vivencia profundamente transformadora. En un territorio donde los saberes ancestrales, las espiritualidades de los pueblos y la defensa de la vida siguen latiendo con fuerza, pude reconocer una pedagogía que se aprende caminando: el territorio como maestra, la comunidad como libro vivo, la espiritualidad como ciencia y memoria.
Allí, donde la montaña habla en
silencio y el agua guarda los nombres antiguos, el diálogo con mayores, yatiris,
mama curanderas, artistas y guardianes del ayllu[1]
despertó en mí lo que nunca debe dormirse: el arte como ofrenda, servicio y
medicina para el ajayu.
Comprendí que el conocimiento ancestral no es pasado: es futuro con raíz.
Esta experiencia me invitó a reflexionar sobre mi responsabilidad como mujer
indígena en el mundo contemporáneo: cuidar y transmitir lo que el sistema
quiso borrar, porque si el arte no cura el espíritu, no es arte, es solo
ruido colonial.
2-¿Cómo vivió el carácter asambleario del Salón, donde el arte se construye desde la conversación, la minga y el encuentro más que desde la exhibición?
Lo viví como un acto de desobediencia hermosa frente al elitismo artístico. Cuando la creación deja de ser competencia y se vuelve minga[2], cuando se escucha más que se impone, el arte recupera su sentido comunitario.
[1] Del
quechua: comunidad o familia
[2] Del quechua
Minka es una práctica
ancestral andina donde la comunidad se reúne para realizar tareas de interés
común ( como la siembra, construcción, arreglos comunitarios, ceremonias o
cosecha) sin intercambio monetario, basada en la ayuda mutua, la reciprocidad y
el equilibrio social. Sentido profundo Minka proviene del principio de
ayni (reciprocidad):
"Hoy por ti, mañana por mí"- Fortalece los lazos del ayllu (comunidad)-
Expresa que el trabajo es colectivo, nunca individual- Tiene carácter ritual y
festivo: se trabaja, se come, se canta, se celebra.
Allí, cada palabra era semilla,
cada reunión una ceremonia de pensamiento colectivo, fue muy linda la ronda del
palabreo nos quedamos hasta las 2 de madrugada y ahí se ha tejido el
conocimiento empírico.
La asamblea nos recordó que el círculo es nuestra forma antigua de hacer
política y hacer arte: nadie por encima, todas las voces con la misma
dignidad de existir.
El arte no estaba encerrado en
vitrinas: pudimos ver el Arte del pueblo Nasa y Misak en sus territorios, con
previa armonización se entró en los espacios y los que no se armonizaron
soñaron Y eso se habló al otro día en los diálogos con los mayores. Estando ahí
pudimos percibir en nuestros kukukuna/ cuerpos las energías y emoción
que se vive frente a la obra VIVA, QUE LATE COMO LOS NUDOS DE UN TEJIDO que te
cuenta sus significados y sus funciones, porque en el ARTE INDIGENA, todo tiene
una función nada esta como adorno.
Ese recorrido quedo en la memoria de mi cuerpo, visión, percepción, fue un
recordatorio de que el arte es vínculo y la creación no sucede en
soledad, sino en el tejido vivo del nosotros. La asamblea es la universidad Misak
allí el conocimiento fluye como un río que no admite dueños. Se compartió
alimentos , plegarias, formas de pedir, formas de agradecer, formas de honrar las
plantas.
Al cierre cerramos con una danza performatica ancestral Guarani y otras que cada artista conocía se danzaba con el territorio, respiraba con los cuerpos en movimiento.
3 Desde su experiencia como mayora y portadora de saberes ancestrales, ¿qué lectura hace de la vocación anticolonial de esta edición del Salón?
Veo una afirmación urgente y necesaria. El arte contemporáneo necesita decolonizar su mirada, sacarse la piel que le impuso el museo como autoridad única y volver a escuchar a los territorios que sostienen la vida.
Aquí el arte indígena no es "arte indígena" como categoría impuesta: es Arte, con historia milenaria, con símbolos que hablan en nasa, misak, coconuco, en capas de tejido, en rituales para el agua, en máscaras que recuerdan a nuestros muertos.
Este Salón decidió no seguir
siendo un templo de paredes blancas, sino un espacio donde
las memorias marginadas se reconocen como centro, no como adorno exótico.
La vocación anticolonial de KAUKA empodera a las comunidades a re-existir:
a recuperar su historia, su espiritualidad y a declarar:
"Somos pueblos con presente. Aquí estamos. Seguimos de pie."
Porque nuestra estética nace
del territorio que defendemos,
y de la certeza de que el arte también es una forma de insurgencia
espiritual del cual este Sistema Capitalista nos ha sacado y nos impusieron
otros modos de ver, sentir y percibir y entender el ARTE.
4. ¿Qué aprendizajes o afinidades encontró entre los pueblos del Cauca y su propio territorio andino en torno al cuidado de la tierra y la memoria?
Entre los pueblos del Kauka y mi territorio andino hallé afinidades que trascienden la geografía: son raíces compartidas, respeto compartido por la Pacha[3], y una consciencia de que la tierra es madre viva no recurso, sino ser sagrado. Ambos mundos nos enseñan que la tierra no se domina, se cuida; que la montaña, el río, el árbol, el viento guardan memoria de nuestros ancestros, y es nuestra responsabilidad proteger ese legado.
[3] Del quechua tiempo espacio o mundos
Compartimos prácticas agrícolas respetuosas, rescate de semillas nativas, rituales de siembra y agradecimiento, ceremonias para honrar al agua, al viento, al fuego como si cada elemento llevara un ajayu[4]. En mi cosmovisión andina la noción de ajayu la energía vital, el espíritu de seres humanos, animales, plantas, montañas nos enseña que todo está vivo, todo tiene sonqo/corazón. Vivimos en un mundo plano Horizontal a diferencia del piramidal del occidental, nuestro mundo es circular, la planta tiene espíritu, los animales y las piedras por eso hoy el arte de los pueblos andinos encontraran; a soles, lunas, llamas, serpientes en zigzag en los tejidos representan el illapa o Illapu dios delo rayo dador de vida , peces y plantas porque son sagrados y están vivos.
Además, descubrí que tanto en Kauka como en los Andes, la memoria colectiva no se archiva en objetos muertos, ni se queda atrapada en vitrinas o papeles: vive, respira y se transforma. Habita en las danzas que invocan a los ancestros, en el canto en lengua que conecta pasado y porvenir, en las artesanías que tejen cosmologías, en la cerámica que guarda la historia del fuego, en los tejidos que son mapas del cosmos, y en los relatos orales que laten como un jardín de voces antiguas.
En nuestra ontología andina, el
arte no es representación, es presencia ontológica del espíritu:
lo estético no es adorno, sino conocimiento encarnado. Crear es
un acto de relación: con el territorio, con los elementos, con la comunidad y
con el tiempo circular de la vida. Las narrativas ancestrales, los mitos, las
historias de origen no son metáforas, sino marcos epistemológicos
que explican el orden del mundo y sostienen nuestra existencia como pueblos.
Son genealogías del alma que orientan el ajayu, y que mantienen
vivo el lazo con quienes nos precedieron y quienes vendrán.
Como sostiene Silvia Rivera Cusicanqui (2010), la memoria colectiva es una práctica política y estética de resistencia, que nos permite "descolonizar la mirada" y volver a tejer el vínculo roto con la tierra. Ella nos recuerda que no hay arte sin territorio, ni belleza sin comunidad. Así, el encuentro entre mi territorio andino y el Kauka confirma algo esencial, que más allá de las fronteras y las diferencias étnicas o lingüísticas, compartimos un mismo horizonte ontológico; la Tierra como madre, la memoria como raíz, la vida como equilibrio, y el arte como un camino para sostener la armonía del mundo.
5. La edición de este año del Salón lleva por nombre "Asamblea de mundos posibles", ¿qué otros mundos posibles cree que nacen a partir de este encuentro entre sabedores, comunidades, espiritualidades y territorios?
La Asamblea de mundos posibles del Salón crea un espacio fértil para la creación de nuevos mundos, donde la diversidad cultural y las espiritualidades se entrelazan e interaccionan. A partir de este encuentro, surgieron mundos co creados donde se valoren las perspectivas ancestrales en la educación y el arte, fomentando el diálogo intercultural que promueve la paz y el respeto. También imaginando u mundos donde las comunidades se unifiquen para abordar desafíos contemporáneos como el cambio climático y la justicia social, *usando el arte como herramienta de resistencia y sanación. Este encuentro puede dar lugar a una síntesis de conocimientos y prácticas que resulten en formas de vida más sostenibles y justas, reconociendo la interconexión entre todas las formas de existencia.
Este Salón abre puertas simbólicas para mundos que aún no nacieron, pero sueñan con ser posibles. Imagino varios de esos mundos — semillas colectivas, caminos de resistencia y sanación:
Mundos de arte-territorio-espiritualidad
Un mundo donde el arte no se valide por su presencia
en galerías elitistas, sino por su capacidad de sanar corazones (sonqo),
de reactivar memorias (yuyay), y de reconectar pueblos con su yaku
(agua), su urqu (montaña), su cosmovisión y su ajayu (espíritu).
Un mundo donde la danza, la pintura, la escultura o el tejido sean ceremonias, ontologías
sensibles,
[4] Del aymara espiritu
epistemes decoloniales, ofrendas vivas y puentes intergeneracionales. Donde cada obra lleve consigo el latido de la Pachamama, el susurro de los ancestros, y el brillo de lo sagrado que habita en todo.
Mundos de interculturalidad real y respetuosa
Donde comunidades indígenas,
afro, campesinas y urbano-mestizas dialoguen como ayllu, con la dignidad
del tinkuy (encuentro entre diferencias que genera vida).
Un mundo donde el mestizaje no sea borradura, sino tejido de memorias,
cuerpos, símbolos y poderes; donde las lenguas originarias compartan su
estética y su política sin pedir permiso.
Aquí, la interculturalidad es ética y estética: una práctica de
reconocimiento mutuo que desmonta jerarquías coloniales.
Mundos de justicia ecológica y espiritual
Un mundo donde el arte convoque a cuidar la tierra, proteger los ríos, sanar el agua, honrar la vida en su totalidad. Donde las decisiones culturales y políticas tengan en el centro a la Pachamama, y no al capital depredador; donde las comunidades gestionen sus territorios con autonomía, respeto y sabiduría ancestral (yachay[5]). Donde la espiritualidad y el cuidado del mundo no sean vistos como superstición, sino como filosofía vital para sostener el equilibrio planetario.
Mundos de memoria viva, resistencia y dignidad cultural
Donde la historia de nuestros pueblos
( la herida, el despojo, la rebelión) se transforme en fuerza creativa y
dignidad expresiva. Un mundo donde la memoria sea acto artístico y
político: re-existir, como dicen los movimientos indígenas, con
orgullo de identidad (sumaq kawsay[6]),
con conciencia de raíz y con fuerza espiritual para seguir de pie.
Aquí la estética indígena no es pasado: es futuro insurgente.
Mundos de educación ancestral-contemporánea (sacarse las vendas d ellos
ojos)
Una pedagogía donde el arte
es conocimiento y el conocimiento es celebración. Donde la enseñanza
se nutra de lo ancestral: lengua, medicina, danza, cosmología, iconografía (porque nada está separado para
bnosotros los indígenas);entretejidas con el pensamiento
crítico contemporáneo para crear mundos nuevos.
Donde la transmisión del saber ancestral no sea suplemento, sino corazón del
aprendizaje: Yachay[7],
Llankay[8],
Munay[9]y
ayni saber compartir (sabiduría, trabajo, amor) como nuestros 4 códigos
andinos para una buena educación con
raíz y conciencia.
Para que estos mundos posibles
no sean solo sueños, sino caminos concretos, propongo:
[5] Del quechua: sabiduria
[6] Del quechua: buen vivir
[7] Del quechua: sabiruia
[8] Del quechua; saber trabajar
[9] Del
quechua: amor
-Recuperar epistemologías indígenas como la que propone: reconocer la memoria ancestral, la historia oral, el cuerpo-territorio como conocimiento legítimo.
-Valorar las "creaciones indígenas" no como folklore o artesanía subalterna, sino como arte verdadero: obras vivas, cargadas de espiritualidad, memoria y cosmovisión. Así lo plantean colectividades que resignifican la producción estética como ritual.
-Promover espacios asamblearios, comunitarios, colaborativos: congresos donde participen sabedores ancestrales, curanderos, artistas comunitarios, no solo académicos . para tejer un diálogo vivo entre territorios, saberes y espíritus.
Lic Amalia Vargas UNA Universidad Nacional de las Artes
Argentina Quechua nación Chicha
Lic. en Danza Folklorica Mag. en culturas tradicionales con orientación en sistema de creencias y Mag en medicina tradicional.
