Todo sigue sucediendo

16.10.2025
Foto: Fabián Restivo
Foto: Fabián Restivo

Por Fabián Restivo 

Siempre son dos, incluso tres, pero esta vez viene uno, Fabián, que llega con el termo bajo el brazo y el mate en la mano. Atraviesa el patio frente a la capilla del hospital. Saluda y sonríe con un gesto de cansancio eterno. Mientras caminamos por los pasillos ocres, él va saludando amablemente a casi todo el que se le cruza. Saluda poque se le acercan a saludarlo mientras hablamos casi distraídamente sobre la situación del país. Es el protocolo de quienes se ven por primera vez y deben hablar de un tema rudo: el estado del fotógrafo Pablo Grillo, su hijo.

"¡Hay días que me pide las zapatillas porque se quiere ir a la mierda!" y suelta la risa mientras, pasado el chiste, cuenta que mejora, que hace los talleres de laborterapia y de kinesiología y que con eso "va mejorando. Es un proceso largo. Hay días mejores y otros menos. Se agota. el cerebro consume mucha energía, entonces o está haciendo algo o durmiendo."

El 12 de marzo pasado el fotógrafo Pablo Grillo ponía rodilla en tierra en una movilización frente al congreso para hacer una foto: fuego adelante, uniformados atrás. Lo que no supo, lo que no vio, es que del otro lado, un aspirante a asesino con charreteras también ponía rodilla en tierra, apuntándole a la cabeza.

Fabian recuerda a Pablo criándose en una casa en construcción "porque la casa de Lanús era chica, entonces por aquellos años comenzábamos a construir arriba, a ampliar, y así se criaron los dos, Pablo y Emiliano, que como buenos preadolescentes se adueñaron de la parte de arriba". Emiliano es el hermano mayor "con una relación de amor y competencia, como todos los hermanos, pero uno mata por el otro. Todo esto fue muy duro para él también".

A partir del día que el disparo dejó a Pablo con la cabeza destrozada sobre el asfalto mientras los gendarmes felicitaban al tirador, el gobierno comenzaba una zaga de mentiras miserables: Pablo Grillo era un peligrosísimo militante y otra andanada de barbaridades cargadas de ese perverso placer del que suele hacer gala el gobierno cuando ejerce una violencia sin límites. Ese día cambió todo en la vida de Fabian, de Mary, de Emiliano.

"Pablo es diseñador industrial y fotógrafo. Viajó a México a vivir de la fotografía y terminó haciendo la fotografía de una película yankee. Se lo quisieron llevar a Norte América pero no quiso. Él quería volver para Argentina. Es de acá, le gusta acá".

Hace siete meses que Fabian y Mary tienen la vida trastocada. La rutina de poner la pava al fuego y preparar y tomar mate juntos a la mañana se alteró de manera dramática porque "yo estoy acá durante el día, Mary viene a la noche. A veces es al revés así que nos vemos poco. A veces coincidimos". Coincidirán, por ejemplo, hoy, que Jorgito, un amigo y compañero de Pablo que estaba con él en la marcha, se queda esta noche. Otras veces Emiliano (otro amigo de la infancia, no el hermano) banca la noche para que puedan descasar un poco porque "la verdad el cansancio es matador. Son, además del tiempo de estar acá, dos horas de ida y dos de vuelta. Tengo auto, pero no estoy en condiciones de manejar. Igual con mi mujer cuando coincidimos, dormimos. Es matador" y cuenta que el gobierno de la Provincia de Buenos Aires ofreció todo lo que necesitaba Pablo para recuperarse.

Fabian mira el Hospital de Rehabilitación Rocca desde afuera. Ceba un mate. Un hombre se le acerca y le da la mano deseándole fuerza. "esto es todo el tiempo…" y la marea se le sube por los ojos.

Cuenta que le regalaron a Pablo una Nikon nueva que "me dijeron que conozco al que hizo el regalo, pero nadie quiso decirme quien es. Pidió secreto absoluto. Así que hay días en que le traigo la cámara y hace fotos de acá". Y entonces recuerda que Pablo hizo fotos durante la pandemia en el Hospital Evita de Lanús y que unos compañeros de CICOP el SINDICATO DE PROFESIONALES DE LA SALUD y de colectivos fotográficos están en plan de hacer una muestra de esas fotos en el mismo hospital. En ese mismo hospital donde montó un proyecto de jardinería para trabajar con pacientes con patologías salud mental.

Fabian mira el mate, frunce el ceño, me mira, toma aire y le gana una emoción de algo que piensa y suelta que "Pablo vive toda su vida a mil, por eso no es fácil sostener su ansiedad. Hay días donde de verdad quiere irse. Pero sabe que esta recuperación es lenta, es día por día, pero hay momentos donde todos tenemos que amarrar los cabos porque esa misma ansiedad tenemos todos y nos tenemos que sostener".

Hace un tiempo escribí que Pablo había sido derribado por "Un impacto violento y definitivo. Un atropello del odio que no será vencido jamás por ninguna de las formas posibles del amor. Un asesino con buena puntería, sonriendo en la trastienda de una munición que puede matar con eficiencia quirúrgica. El impacto que será festejado por sus camaradas con palmadas en la espalda y voces de asombro por lo impecable del disparo. Vieron caer al fotógrafo y festejan con crueldad deportiva." Y pues, sigue sucediendo. Los y las fotógrafas, las y los camarógrafos, siguen siendo el testimonio irrefutable de lo que pasa, y por lo tanto son el blanco móvil preferido de la represión. Entre el recuerdo de la mala hora de Pablo Grillo a manos de un infeliz, las noches de Fabian, los insomnios de Mary, los desvelos angustiados de Emiliano.

Sigue sucediendo.

Fuente:

https://www.pagina12.com.ar/866154-todo-sigue-sucediendo